Su sonrisa era destellante cuando llegó a la guarida de las luciérnagas. Sí, todavía tenía mucho de lo que hablar con Caitlyn, pero en esos momentos nada parecía imposible. El silencio de la noche había sido reemplazado por el bullicioso despertar de las luciérnagas; la verdad era que Vi se había acostumbrado al sistema de vida allí, pero igualmente añoraba el momento en que pudiera refugiarse lejos de las miradas desagradables que todavía recibían, no por ella, sino por Caitlyn.
Evitó conscientemente a las demás personas, dirigiéndose directo hacia su habitación. Sabía que se había demorado en llegar, pero estaba segura que Cait la comprendería y lo único que esperaba era darse un baño, desayunar con ella y dormir un rato, dejando claro que tendrían una conversación cuando ella despertase, porque la verdad era que estaba cansada.
Supo que algo iba mal de inmediato, su puerta estaba abierta y Caitlyn nunca la dejaba así. Entró rápidamente; Ekko estaba en la habitación, su rostro era la viva expresión de una disculpa silenciosa, un papel blanco en sus manos, pero Caitlyn no estaba por ningún lado.
—¿Qué está pasando? ¿Dónde está Cait? —preguntó Vi, la desesperación mostrándose como rabia.
—Lo lamento mucho —dijo Ekko, alcanzándole el papel que antes sostenía. Vi no comprendía nada, pero con movimientos veloces y erráticos tomó el papel, sus ojos desplazándose por la letra plasmada en este de inmediato.
Mis poderes mentales no funcionan en ti, pero en ella sí.
La ira la cegó por un momento, su mente intentando conectar ante los deseos asesinos que la llenaban. El papel se estrujó en su mano mientras su cuerpo temblaba. Había llegado tarde por necesidad, quizás no debió dejarla sola, pensó que estaba a salvo en la guarida. La idea se filtró por su mente, algo de claridad en medio de la tormenta de dolor y rabia.
—¿Cómo entró? —preguntó, su voz ronca arrastrando las palabras.
—No lo sabemos, pero Thunrak no está, así que suponemos que él la ayudó —respondió Ekko. La culpa lo carcomía, él debía de proteger a todos allí dentro y era incapaz de siquiera controlar quién entraba o no—. No teníamos idea de que siquiera se conocieran.
—Puede que no lo hicieran. Ahri tiene ciertas capacidades sobre la mente de las personas —explicó Vi, intentando hacer lo que Cait siempre le decía, controlar su cuerpo con su mente, mantener la cabeza fría—, pero sus poderes tienen un límite. Si usó su sugestión en Caitlyn significa que en Thunrak no tuvo que usarla, que él ya estaba predispuesto a ayudar —Su cabeza martilleaba, podía sentir como su cuerpo ardía en la ansiedad de ir a buscarla, de encontrarla a tiempo.
—Puse un equipo en busca de Thunrak. No sabemos qué medios hayan usado para irse. Igual deberías de ir al burdel, Ahri se estaba quedando allí —declaró Ekko, tomando su aerodeslizador.
—¿Cómo sabes eso? —preguntó Vi, confundida.
—¿Caitlyn no te lo dijo? Ella y Ahri hablaron el día que Ahri llegó, por eso estaba tan molesta cuando llegaste —comentó Ekko. Vio el ceño de Vi fruncido y la mirada perdida por unos instantes, él no sabía qué había pasado esa noche cuando Vi llegó, pero siempre pensó que ellas lo habían hablado—. No te dijo nada —afirmó suavemente.
—No, pero eso no importa, yo tampoco se lo dije a ella —murmuró Vi, dejando que la culpa la quemara por dentro. Debió de haber sabido que Ahri no se quedaría así, la conocía lo suficiente para saberlo. Había cometido un error—. Iré al burdel, ustedes sigan buscando cualquier cosa por los alrededores —No era una orden, pero por la forma en que Vi salió, colocándose los guanteletes y dejando por sentado que se le obedecería, Ekko se la tomó como una; pensando que Vi tenía talento nato para eso, aun si no quería aceptarlo.
ESTÁS LEYENDO
Arcane: El renacimiento.
FanfictionPiltover y Zaun colapsan en desgracia después de la explosión causada por Jinx, haciendo que Caitlyn y Vi se vean atascadas en medio del dolor y las responsabilidades. Con un reloj contando el tiempo que les queda juntas antes de que ambas naciones...