Capítulo 48- Una última noche.

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Ambessa observaba desde su vehículo como avanzaban los dos camiones que contenían las cápsulas donde iban su hija y aquel hombre, Silco, como lo había llamado Jinx. Habían organizado sus tropas e iniciado la movilización cuando Jinx avisó que el prisionero que tenía había escapado.

La noxiana sabía lo suficiente de guerra como para aceptar el lugar de lucha que los piltovianos habían elegido, a fin de cuentas, luchar en las ciudades era incómodo, tenías derrumbes constantes cayendo sobre los soldados, causando bajas en ambos bandos, y el enemigo tendría la ventaja porque era su ciudad. Jinx había estado extrañamente de acuerdo.

Los pasos marcados de un caminar llamaron su atención, su mano se movió hacia la empuñadura de su espada antes de girar, desenvainándola y deteniendo el arco de su brazo cuando el filo de su arma casi rozaba la piel de aquel frágil cuello. La risa escandalosa de Jinx resonó en el silencio de la habitación, saltando desde las vigas del techo hacia el suelo y aplaudiendo frenéticamente.

—Siempre me ha encantado la tendencia noxiana de matar primero, preguntar después —comentó, apartando el flequillo de su frente mientras su respiración se normalizaba—, pero apreciaría que bajara su espada, Reina Ambessa, Viktor es un factor importante en nuestra campaña.

—¿Qué quieren? —cuestionó la noxiana, envainando su espada; no le gustó la calma con la que el hombre se había tomado su ataque, como si la muerte no lo asustara.

—Es hora de que nosotros también partamos con las tropas, solo quería asegurarme de que supiera que el tercer camión ya está cargado —contestó Jinx, luciendo una sádica sonrisa arrogante que hizo a Ambessa sentirse incómoda; sus ojos se desviaron hacia Viktor, quien avanzó hacia la mesa para colocar encima el pergamino de un plano detallado donde se observaba una máquina.

—¿Qué es eso?

—Eso, querida reina, es nuestra carta del triunfo —Jinx avanzó en puntas de pie, con una alegría desbordante, hasta que estuvo delante del plano, señalando con sus dedos a la máquina portátil compuesta por cuatro postes metálicos que se conectaban hacia un aro circular que quedaba dispuesto en el centro—. ¿Ve las cadenas en el aro? Son para sostener a la chica en el centro del círculo. Una vez que el dispositivo esté colocado y ella esté encadenada, activaremos la Arcana y desviaremos la magia hacia los cuerpos de Silco y Mel Medarda. Con la combinación adecuada de runas, los tendremos de vuelta a la vida en minutos.

—Las gemas que Noxus proporcionó, y que nosotros modificamos, están incrustadas en cada poste y en todo el círculo. Usaremos las runas descritas en los libros de necromancia antigua para que estas fuercen a la Arcana a adaptarse a la orden de revivir —explicó Viktor, abriendo el otro plano, donde se mostraba el funcionamiento de las gemas y las runas necesarios para el proceso.

—Como le prometí, su hija será la primera en revivir —aseguró Jinx, sonriéndole de forma infantil mientras sus manos se juntaban en su espalda, alzándose en la punta de sus pies con entusiasmo.

—Entonces no tenemos más tiempo que perder. Partamos ya —ordenó Medarda, dándoles una mirada crítica antes de dejar la habitación, dispuesta a reunirse con su ejército.

—Yo iré con los soldados de shimmer, tú ponte la armadura antes de unirte a nosotros, es posible que después no tengamos tiempo —indicó Jinx, dejando un beso en la mejilla de Viktor antes de retirarse dando saltos alegres.

Viktor recogió los planos y salió de la habitación, avanzando hacia su laboratorio. Cuando la puerta estuvo cerrada y se encontró en la seguridad de la soledad, Viktor dejó los planos y abrió su propio libro de experimentos. Revisó los datos recopilados durante esos años, sus dedos pasando por encima de las letras con tinta corrida y manchas de sangre.

Arcane: El renacimiento.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora