La reunión estaba apunto de terminar, el exponente estaba dando sus últimas conclusiones sobre por qué era importante cambiar el logotipo de la empresa para darles aires nuevos. Para ser sinceros Oikawa no tenía ni la más mínima intención de cambiar la imagen de su empresa, aquella junta había sido una prueba para ver si le daba un ascenso al chico que exponía con un nerviosismo total.
—Esa es la razón por la que las ramas de olivo deberían ser removidas de la imagen— Concluyó y el presidente echó su silla hacia atrás.
Koushi, estaba algo penado con el joven. La expresión en Tooru no demostraba que estuviera contento si no todo lo contrario, su decepción era más que visible.
—¿Qué es esto?— señaló la presentación —¿Acaso seguimos en preparatoria para mierdas de exposiciones?— dijo mientras se sobaba el puente de su nariz —Sal de aquí, el señor Bokuto te pasará tu carta de despido—
—Señor presidente, con todo respeto no puede ir repartiendo despidos como si fueran caramelos— exclamó el bicolor con cierta precaución —Tenemos el aniversario de la empresa encima y...
—¿Estás solapando su deficiente trabajo?— interrumpió Oikawa frunciendo el entrecejo.
—No, y...yo
—Estoy seguro que eso no fue lo que quiso decir el señor Bokuto— entró un pelinegro al rescate de su amigo —He estado checando los balances junto a mi prometido— volteó a ver a un rubio de mirada gélida —Y hemos llegado a la conclusión que despedir a más empleados sólo traerá un mal funcionamiento en la planta—
—Dele quince días para buscar su remplazo— espetó como si fuera lo más normal del mundo —Pero no quiero verlo en mi empresa otro maldito minuto más—
—Señor Oi...
—He dado una orden— el castaño se levantó de su asiento y salió de la sala de juntas siendo seguido por su asistente.
Los demás voltearon a ver al vicepresidente quien no había dicho otra palabra y en respuesta sólo negó con la cabeza mientras soltaba una bocanada de aire
—El imbécil tiene razón. Es su empresa, él hace y deshace cuando y como quiere— recogió unos cuantos papeles y se los pasó a Daichi mientras le dedicaba una discreta y delicada sonrisa —Tienes quince días para encontrar tu remplazo, terminado el plazo firmaras tu carta de despido con el señor Bokuto — se levantó de su asiento dispuesto a retirarse de igual forma —Es todo por hoy— y con aquella frase se dio por terminada la junta.
Oikawa entró a su oficina y se sentó detrás de su escritorio con bastante frustración, parecía que estar rodeado de imbéciles iba a ser su condena por siempre. Odiaba la ineficiencia, pero apoyaba el sentimiento de querer superarse, en un inicio le agradó que el chico le pidiera una oportunidad para demostrarle que tenía talento, no obstante aquello sólo había acabado en decepción.
—Señor Presidente— dijo en voz baja Sugawara una vez que entró en la oficina
—Mm...— contestó de manera escueta mientras de acomodaba los anteojos y empezaba a revisar los papeles que tenía en el escritorio
—Tenemos una reunión a las cuatro cuarenta con la gente de producción. Quieren su opinión para saber si el enfoque del comercial es el correcto— explicó con sencillez. —Coloque en su escritorio los nuevos contratos con las empre... ¿Señor, que mierda está haciendo?— exclamó cuando vio como el castaño había acercado la trituradora de papeles y había metido todo de un sólo golpe
¿No se supone que los estaba leyendo? ¿Sabe el tiempo que había invertido en redactar esos contratos?
—No me gustó el papel— Oikawa de encogió de hombros como si que no te gustará la papelería de la oficina fuera algo que pasa todos los días
—Pero es el maldito papel que todos usan—
—Ya lo sé—
—Es usted un idiota— dijo Koushi soltando todo su estrés acumulado de esa semana y la anterior. Tooru se retiró los anteojos mientras sonreía divertido y alzaba una ceja con burla —Yo sólo quiero hacer bien mi trabajo, pero usted me pone las cosas muy difíciles. No asiste a las malditas juntas, llega tarde, trae a su perro y se orina en mi escritorio y ahora destruye los contratos sólo porque el papel es una mierda—
—¿A qué quiere llegar?— cuestionó el castaño complacido al ver a su asistente rojo de cólera
—Que es un idiota, un imbécil y un horrible ser humano— En ese momento Koushi no estaba midiendo el peso de sus palabras, en otras circunstancias sabría que decir todo eso ameritaba el despido inmediato, pero qué más daba
—Sabe que puede irse si lo desea ¿cierto?—
—Ja, eso es lo que quisiera, pero no le voy a dar el gusto. Tendrá que despedirme— Oikawa se levantó de su asiento y se acercó a su asistente manteniendo sus aires de superioridad, tomó el mentón contrario y lo alzó —No, espere...— Parecía que fue justo en ese momento que el peligris había razonado lo que dijo —Y...yo lo siento mucho, señor. No quise decir eso —
Dios, ahora sí lo iba echar directo a la calle. Ya estaba, su vida laboral estaba arruinada.
—Puedo ser aún peor de lo que mencionas— susurró y sonrió cínicamente —Ya puedes retirarte — soltó el mentón del asistente y le dio la espalda.—No quiero visitas—
Sugawara sentía que el corazón se le iba a salir del pecho, pero sin decir otra palabra salió de la oficina y se sentó en su propio escritorio
¿Qué había pasado?
Sentía las mejillas arder, pero igual estaba muy contrariado. Hasta hace unos minutos pensaba que lo iba a despedir sin salario, pero... no lo hizo.
Se llevó las manos al cabello con frustración y dejó caer su frente en el escritorio.
Esto era una locura.
—Adelantate Moonshine— habló un pelinegro que iba acompañado de su prometido —Yo te alcanzo—
—Como quieras— Tsukishima se encogió de hombros y siguió con su camino. Kuroo sonrió ante esa actitud indiferente, como lo ponía.
Sólo él sabía cómo era el rubio cuando estaban los dos solos y era lo que más adoraba sobre todas las cosas.
Se acercó al escritorio del asistente frustrado y se aclaró la garganta para llamar su atención quien con desgano alzó la vista
—El señor presidente no quiere ver a nadie—
—En realidad vine a verte a ti—
—¿A mí?
—Quiero ofrecerte un trato—
¿Un trato?
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Mi jefe es un idiota
FanfictionOdiaba a su jefe, su jefe era un idiota que no tenía escrúpulos. Lo odiaba... y su jefe adoraba molestarlo