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Sugawara miró por doceava vez el maldito reloj pegado en la pared. Las manecillas ya emitían un sonido insufrible y estresante que lo estaban llevando a su límite porque aparentemente su jefe no tenía la intención de llegar y las juntas programadas para ese día ya se estaban acercando.

Ese despreciable ser, parecía que nunca iba a cambiar...

Justo cuando pensó que las cosas ya se estaban resolviendo y que por fin lo estaba tomando en cuenta, vuelve de nuevo a sus actitudes infantiles del principio.

¿Qué debía hacer? ¿Cancelar las citas? ¿Asistir él en lugar de Oikawa? ¿Reagendar? ¿Renunciar? Aún no era muy tarde para hacerlo, pero... ¿y el aniversario? Estaba a la vuelta de la esquina, faltaban quince días para que dicho evento se realizará y él había prometido durar hasta esa fecha. Además... quizás le había pasado algo a su jefe y él ya estaba pensando mal.

Negó con la cabeza.

La puerta del elevador se abrió y Koushi puso toda su atención a las puertas con gran esperanza plasmada en su rostro, sin embargo, esta se desvaneció cuando vio entrar a Iwaizumi con varios papeles en mano y una cara de pocos amigos.

¿Por qué el imbecil de Meian había decidido llamarlo? Que se vaya al carajo.

Oikawa no estaba y él no podía simplemente decir si era cierto o no, la información que la competencia le había dicho. Se supone que el trato se debía llevar directamente entre CEO's y los vicepresidentes sólo servían de apoyo en ese tipo de decisiones.

Aún así, no podía quedarse con la duda, así que subió al piso del presidente para buscar ciertos papeles por su cuenta, más nunca se espero que se encontraría con el asistente en completa soledad y con unas expresiones que parecía que en cualquier momento perdería la cabeza de lo crispado que tenía los nervios.

—¿Qué haces aquí?— preguntó escuetamente en cuanto recordó que el día anterior lo vio irse con su ex pareja —¿Oikawa no te dijo que hoy es el juicio contra uno de los veterinarios que atendió a Zeus?

—¿Qué hoy es...— Sugawara se quedó analizando las palabras de Hajime y recordó que anoche recibió una llamada del teléfono de la oficina, donde Tooru le dijo que el juicio se había movido para el viernes y que mantuviera todos los planes igual.

Entrecerro los ojos con desprecio cuando fue consciente del engaño por parte de su jefe.

Ese idiota...

Esa era la razón por la que estaba retrasado, porque el infeliz ni tenía intenciones de asistir hoy al trabajo.

—¿Y las juntas que tenía programada para hoy?— el moreno alzó una ceja y contuvo una carcajada.

De verdad que Oikawa sí se había pasado esta vez

—Las canceló él personalmente anoche— contestó con simpleza —De hecho, salió bastante tarde por andar realizando esas llamadas—

Ahora comprendía perfectamente todo. Sólo buscaba fastidiarlo de nuevo.

—Entonces él no va a ve...—

—No va a venir— acompleto Hajime, sin embargo y antes de que Koushi soltara una maldición, las puertas del elevador se abrieron y salió un gran danés bastante efusivo para lanzarse sobre el vicepresidente.

—No te adelantes a los hechos, Iwa-chan— pronunció Oikawa saliendo del elevador.

El moreno reía a carcajadas ante las actitudes y jugueteos por parte de Zeus y acarició su pelaje y sus orejas para después sacudirse un poco de la cabeza mientras escuchaba de Tooru las razones de su mística aparición en la empresa.

—El asistente del bastardo de Meian me llamó por teléfono para comunicarme un montón de mierda que no puedo dejar que espere— volvió a decir a la par que fruncia el entrecejo con evidente molestia—Supongo que ya lo sabes ¿no?—

—Sí, Shūgo se comunicó personalmente conmigo—

Ante la oración, todas las expresiones en el rostro del castaño se descompunsieron y mostraron una cara verdaderamente aterradora.

—Ese infeliz quiere tratarme como su puto pasatiempo— espetó con coraje y volteó a ver a su asistente —¿Por qué no estás trabajando? — cuestionó

Koushi ladeo la cabeza bastante confundido ¿por qué debería estar trabajando si se supone hoy no tuvo que haber venido? Además... ¿Qué debería de estar haciendo o qué? No le dejó indicaciones ni nada.

—Joven Sugawara, despierta— el presidente aplaudió dos veces y rodó los ojos —Olvídalo, lo haré yo mismo— se acomodó el saco y se encaminó hacia su oficina siendo seguido por Zeus, pero antes de acompletar su accion se detuvo y volteó a ver a su perro —Quédate aquí y hazle la vida imposible a mi asistente para que despierte—

El gran danés ladro entendiendo la indicación y se echó en los pies del peligris que se mantenía impavido ante las palabras de su jefe.

No podía creer lo que estaba escuchando, es decir... Hace un día él se estaba comportando como un director muy digno y él por fin, por fin estaba disfrutando su trabajo y disfrutaba trabajar con él. Pero ahora... tenía muchas ganas de agarrarlo a golpes con un palo.

¿Qué demonios? ¿Por qué este retroceso en su comportamiento?

La puerta se cerró y Sugawara se quedó a solas con Zeus.

—Tú papá no se ve muy contento ¿que le habrá dicho el señor Meian para que se pusiera tan insoportable?

Oh, pobre Koushi que piensa que el culpable es Meian. No tiene ni idea del berrinche que se le avecina.

Mi jefe es un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora