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Sus labios tarareaba una suave melodía mientras sus anteojos caían sobre el puente de su nariz, sus dedos hojeaban con paz y armonía el buche de documentos que tenía en las manos y esperaba la llamada importante de la confirmación de sus viajes de negocio.

Estaba sorpresivamente de un excelente humor y quizás era porque hacía bastante tiempo no se divertía, claro que haber conocido por primera vez a la resaca al día siguiente fue una jodida mierda. No recordaba cómo se había puesto hasta las pelotas, ni como había llegado a su casa, pero decidió no preocuparse porque estaba entero y no le faltaba ningún órgano.

Todo estaba bien, a excepción de una sola cosa...

—Aquí esta su café, señor— el asistente colocó la taza en su escritorio sin siquiera alzar la vista, casi parecía que se esfumaria con el tiempo y honestamente no entendía el porqué de su comportamiento.

Es decir, sabía que había ocasiones en las que era un hijo de perra con él. Pero siempre era rejego ¿por qué de pronto era tan retraído?

Koushi, por su parte sentía que iba a fallecer si seguía entrando a la oficina del castaño. Su corazón latía a mil por hora y no podía controlar el sonrojo en sus mejillas.

Mierda...

La incertidumbre lo estaba matando, no sabía en qué momento Oikawa iba a sacar a flote el tema a conversación, y esperaba por diosbque jamás lo hiciera porque no tendría ni jodida idea de qué responder.

Es decir... ¿le gustaba? No podía lidiar con esa pregunta porque no estaba seguro. Hace setenta y dos horas lo consideraba un idiota y ahora...

Mierda...

Sintió su pecho apretujarse.

—Joven Sugawara— Tooru lo llamó antes de que el peligris escapara y el mencionado se detuvo antes de seguir avanzando, pero en ningún momento se atrevió a encararlo.

¿Era el momento, cierto? Seguramente se iba a burlar de lo patético que se veía evitandolo cuando sólo había sido un beso. Sí, sólo un beso insignificante y sin importancia.

—¿sí?— no quería admitirlo, pero haber considerado esa posibilidad le caló y se sintió decepcionado de que fuera de esa forma.

—¿Se siente usted bien?— preguntó levantándose de su asiento y acercándose al platinado —Puede tomarse el día libre si se siente enfermo—

¿Qué? ¿Era su mismo jefe? ¿Por qué no lo estaba molestando? Ahora se sentía mal por mal pensar de él, pero... eso significaba que...

El pensamiento intrusivo de que no sólo haya sido un beso llegó a su cabeza y considerar que el castaño lo había hecho porque quería y no por fastidiarlo le llenó el corazón.

¿Podría ser que sus palabras que no entendió sólo eran una coartada?

Se sonrojó y de nueva cuenta sintió como su maracapasos natural se aceleraba buscando salirse de su pecho.

—No, y.. yo, estoy bien— tartamudeo y Oikawa ladeo la cabeza no muy convencido.

El carmín en sus mejillas le preocupaba, así como su actitud para nada retadora. No tenía porqué mentir si sentía mal, no era tan tirano.

Alzó su mano y la colocó sobre la mejilla contraria causándole más pánico al pobre asistente ¿lo iba a besar de nuevo?

Oh dios, no estaba preparado para una segunda ocasión.

Cerró los ojos y los apretó fuertemente esperando un contacto que nunca llegó ¿por qué...?

Abrió los ojos con lentitud y se dio cuenta que el castaño había pegado su frente con la suya y de igual manera tenía los ojos cerrados.

—Parece que tiene fiebre— susurró —Váyase a casa, yo me haré cargo de mis reservaciones—

—No, señor. Y...yo, estoy bien y...— trató de intervenir.

—Es una orden— Tooru se separo con suavidad y le sonrió —Además no es la primera vez que me hago cargo de todo— se encogió de hombros —Adelante

Sugawara asintió con timidez y salió de la oficina encontrándose con Iwaizumi que iba directamente a verlo en compañía de otras tres personas más, tres personas que estaban bastante interesadas en la historia después de la fiesta porque después de todo querían ver el fruto de sus esfuerzos.

Los cuatro dejaron salir al asistente y después cerraton la oficina otra rodear al castaño. Era momento del interrogatorio.

—¿Y bien?— preguntó Kuroo —¿Qué tal estuvo tu noche?

—Seguro que buena porque esta de muy buen humor— secundo Bokuto

—Ow, a nuestro jefe le faltaba un buen acoston para ser feliz— canturreo Atsumu

Oikawa frunció el entrecejo y ladeo la cabeza retirándose los anteojos

—¿De qué demonios hablan?—

—No te hagas el santo, Trashkawa— señaló Hajime orgulloso —Sabemos que pasó algo entre Koushi y tu. La criatura no puede ni mirarte a los ojos—

—Eso campeón — animo Bokuto —Has ganado la contienda—

—Ya es tuyo—

—Pero...— Oikawa trataba de hilar todos los hechos, pero por más que trataba no lograba conectar nada. Quizás era por su falta de recuerdos, pero estaba seguro que si algo hubiera pasado lo sabría y estaba seguro que su amigo seguía sin usarse

—Justo ahora esta aplicando la de "los caballeros no tienen memoria"— Hajime bromeó —Vamos, me viste teniendo sexo con Daichi cuando aún estábamos comprometidos. La confianza sobra—

—Qué payaso, guardando el honor de Koushi como si fuera una dama— Kuroo soltó una carcajada.

Tooru se sentía más consternado ¿era posible que...? No, no lo era. Él lo sabía.

— Me pueden explicar lo que esta pasando— interrumpió la mofa de sus amigos y ante tal comentario los cuatro se miraron con cierta preocupación.

—¿No recuerdas nada?—

El castaño negó con la cabeza.

Oh mierda, al parecer se había pasado con el alcohol.

Mi jefe es un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora