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El restaurante que había elegido Oikawa era uno de los más costosos de la ciudad, de hecho había salido en una revista de Economía como el lugar que asalta tu cartera sin pudor, pero para alguien como su jefe eso no representaba ningún problema. Sin embargo, para alguien como él, sí.

Se sentía incomodo y muy fuera de lugar, sentía que todos lo miraban y le decía que él no pertenecía a ese lugar, quizás no estaba acostumbrado a frecuentar ese tipo de lugares y es probable que esa sea su primera y última vez que pisara un restaurante con una categoría tan alta como en el que estaban. Observó a su jefe como hablaba con unos conocidos que se encontró por casualidad y sintió envidia por la forma en la que se desenvolvía con tanta naturalidad, es como si el malnacido hubiera nacido para estar en un medio así, era brillante y muy social aunque también muy odioso e infantil.

Un idiota en pocas palabras.

Se despidió y se volvió acercar a él, sólo pudo sentirse agradecido de sentir su compañía de nuevo, no estaba seguro cuanto tiempo iba a soportar estando solo en medio de gente que olía a grandes cuentas bancarias a cientos de kilómetros y que estaban envueltos en trajes muy costosos. Tomaron asiento y enseguida llegó un mesero que saludó muy formalmente a Tooru, parecía que era un cliente muy frecuente.

-Una copa de Rioja- pidió el castaño y miró a Sugawara -y para el joven...

-Lo mismo- contestó con cierta timidez y eso provocó que Oikawa alzará una ceja con cierta expectación 

-Ordenaremos después- espetó y el mesero hizo una ligera reverencia y se fue para traer la botella solicitada. El director sonrió con cierto aspecto siniestro y se acercó con peligrosa intención al asistente -Digame joven Sugawara ¿Usted está incomodo, cierto?-

-N...no-

-Sea sincero, aún no ordenamos nada y estamos a tiempo de ir a un lugar que sea de su agrado y elección- volvió a decir lo que sorprendió al platinado 

¿Estaba siendo amable? Nah, seguro ya tenía algo entre planes.

Seguro quería hacerlo ver como un imbécil que no sabe manejar una situación como esa y no era así. Era humilde, pero no estúpido.

Así que cuando llegó el mesero con la botella y dos copas en mano, le arrebató la botella y le dio un gran trago causando una cara de espanto en más de un comensal al ver tal atrocidad. El vino resbaló entre sus papilas y raspó su garganta en un sabor tan dulce y amargo, nunca había probado un vino tan bueno y si su jefe iba a pagar la cena definitivamente iba a desquitarlo.

Se limpió las comisuras con el dorso y se relamió los labios dibujando una sonrisa socarrona en el castaño

-Estoy bien señor- dijo colocando la botella media vacía sobre la mesa, el mesero quiso decir algo, pero Tooru alzó una mano indicando que todo estaba bien y sin dejar de sonreír o de quitarle la mirada de encima a su mareado asistente pidió otra botella del mismo vino.

*

*

*

-Usted es el peor ser humano que he conocido- señaló Sugawara con las mejillas sonrojadas por el alcohol -Me hace la vida imposible todos los días desde que entré a trabajar-

-¿Así?- cuestionó Oikawa bastante risueño y le daba otro sorbo a su copa 

-Sí- confirmó -Y todo por llamarlo maldito idiota. Es un loco- bramó -Va a todas partes con sus trajes costosos y ese precioso Mercedes negro- puchereó como un niño -Usted está muy consentido, es un mimado y es muy caprichoso-

-No creo que sea de esa forma- dio un ultimo trago y alzó una mano para pagar la cuenta

-¿No?- Koushi, ya bastante ebrio, estaba incrédulo de lo que estaba escuchando. Debía ser una jodida broma y una de mal gusto - Claro que lo es, todo mundo lo cree. Es un idiota-

-¿Soy un idiota?- repitió sacando la tarjeta negra para pagar lo consumido y se levantaba para alzar a su asistente y llevarlo a casa, pues no sería muy caballeroso de su parte mandarlo en un taxi en ese estado.

Para ser sinceros, nunca pensó que Sugawara fuera a tomar tanto. En un inicio creyó que sólo se trataba de ver quien hacía pasar más vergüenza a quien, pero la idea se esfumó cuando vio que el chico se empinaba la segunda botella como si fuera agua sin haber consumido un alimento antes. Eso definitivamente traería una fuerte consecuencia.

-Uno muy grande- soltó una risita -Me pregunto si lo que tiene de idiota lo tiene de dotado y buen amante- 

-¿Qué?- Oikawa soltó una carcajada mientras recargaba el peso de su asistente sobre su hombro esperando a que el valet parking trajera su auto -¿Debo tomarlo como algún tipo de propuesta?-

-Quizás...-subió al auto con dificultad -Es usted muy atractivo y yo no soy ciego ni de piedra- le guiñó un ojo -Podríamos hacerlo en el asiento trasero o en los delanteros, aunque yo tendría que estar encima por el espacio- acarició los asientos de piel distraídamente y la sola imagen pintó un fuerte sonrojo en el castaño e incomodidad en su entrepierna.

-Creo que usted no sabe lo que está diciendo, Joven Koushi- Negó con cabeza mientras se abrochaba el cinturón y trataba de quitar la incomodidad en sus pantalones

A estas alturas ya consideraba que le hacía falta una buena sección de sexo o en caso contrario tendría las bolas muy azules. 

-No me diga Joven- chilloteó -Usted no está tan viejo, tiene veintisiete y yo veintitrés. No hay mucha diferencia, además sí sé lo que estoy diciendo. Si usted no fuera tan idiota es probable que esto se lo hubiera dicho en sobriedad- volvió reír -A mi sí me gustaría tener un acostón con usted- susurró, Oikawa volteó y se percató que su asistente se había quedado dormido. Se acercó y le colocó el cinturón con cuidado de no despertarlo.

El chico estaba ebrio y no sabía lo que decía, pero ya no le iba a permitir seguir diciendo incoherencias o se iba arrepentir al día siguiente. Sin embargo ahora se enfrentaba a un nuevo problema, no sabía donde vivía.

Se llevó una mano a la frente y negó con la cabeza

Era un idiota 

Mi jefe es un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora