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Su jefe no iba a ceder, parecía definitivo. Ninguno de los socios menores pudo convencerlo, quizás era porque todos ellos eran amigos de Tooru y lo iban a apoyar sin importar qué.

Por supuesto que tenía muchas preguntas, a ciencia cierta nadie sabía la razón de la renuncia del castaño, nadie excepto Hajime, pues él había sido el único que se mantuvo al margen de la situación mientras todos abogaban por el regreso del antiguo director.

No tenía mucho para adivinar, pero si tenía que hacerlo, apostaría que era una riña familiar relacionada al compromiso, pues la última vez que lo vio había sido esa mañana después de una borrachera, donde él le había confesado que él mismo había roto su compromiso con el moreno a causa de Daichi. Eso no respondió ni puta madre, pero en retrospectiva no estaba tan perdido en el asunto.

Bajó a la cafetería y preparó el agua para servirse su bebida, ya era su hira de salida, sin embargo, le apetecia un café para llevarlo de camino a casa y hacer del trayecto algo más ameno. Buscó entre los estantes un vaso y fue cuando los murmullos de un cotilleo mal intencionado llegaron a sus oídos.

—Entonces dices que el señor Yoshino no quiere de regreso a Tooru—

—Así como lo oyes— afirmó el otro chico asintiendo varias veces con su cabeza

—¿Pues que habrá hecho para llegar a esos extremos?— se volvió a escuchar otra pregunta y Sugawara sólo siguió con su tarea fingiendo que no estaba escuchando nada de aquella conversación que no tenía tintes de otra cosa, más que de chismear.

—Lo que sea que haya hecho, no tiene nada contento al abuelo y ya saben lo que se dice de él

—¿Qué es un adicto al trabajo?

—No, no seas idiota— regaño —Si ese fuese el caso no lo hubieran despedido.

Error, Oikawa no fue despedido. Él renunció.

El platinado posó sus ojos en la cafetera viendo como caía el líquido oscuro y salía vapor de la misma. Aún recuerda como los primeros días fue el señor Bokuto quien lo ayudó y le enseñó como funcionaba la máquina sólo para que pudiera ganarse un poco de la simpatía del castaño.

Quien imaginaria que eso ya no le serviría tanto, pues su nuevo jefe traía consigo su propio termo de una cafetería de gran categoría y muy buen ver.

Sí, Yoshino y Tooru eran muy diferentes.

—Pues yo no creo que haya sido el mejor director de Seijoh, los gerentes dicen eso para no ensuciar su reputación, despues de todo son sus amigos y fue él quien les presentó a sus actuales parejas. Pero...— se alargó la última sílaba en un cántico que fastidió a Koushi —el propio Yoshino ha dicho que su gestión es un desastre, que la empresa no tiene ni pies ni cabeza

El asistente rodó los ojos.

Mentira, si nadie entendía lo que pasaba en la empresa era porque nadie había tenido la decencia de acercarse para ver como lo estaba organizando a todo.

—Además... —se acercó como si fueran a susurrar un secreto —¿No escucharon? Él mismo confesó enfrente de todos que se había acostado con su asistente.

—Qué inmoral y falta de profesionalismo—

—Estoy seguro que no es la primera vez que pasa— dijo con firmeza — Quizás por eso, los demás asistentes renunciaban. Me parece increíble que alguien como él estuviera al frente de una empresa, no es más que una basu...

Oh, esa era la gota que derramó el vaso. No iba a seguir permitiendo que hablarán mal de alguien, que si bien era un idiota, era muy estricto con su trabajo.

—No sabía que la definición de buen trabajador era andar difundiendo chismes a diestra y siniestra— intervino el peligris apagando la cafetera —Ni siquiera saben lo que en realidad ocurrió y se atreven a ensuciar la reputación de alguien que renunció —

—Sugawara-san, nosotros n...no sabíamos que usted estaba

—Por supuesto que no lo sabían —interrumpió con calma sirviéndose el café en el vaso que había elegido —¿Cómo podían percatarse si estaban lo suficientemente ocupados hablando entre ustedes de lo mal que ha sido gestionada Seijoh, cuando tengo entendido que el señor Oikawa, se esforzó para ustedes tuvieran mejores sueldos y redujeron su jornada laboral — enfatizó en el apellido del castaño haciendo notar lo irrespetuoso que habían sido al haberlo llamado por su nombre de pila cuando ni siquiera existía la confianza para hacerlo.

Los tres chicos bajaron la mirada bastante apenados sin saber bien como reacciones o qué es lo que debían responder. Sugawara era su superior sólo por la sencilla razón de que era el asistente de Yoshino y si él quería podía simplemente pasar un reporte a Recursos Humanos donde el gerente no vería ningún tipo de objeción para hacerlos pasar por sus respectivas liquidaciones, así que debían andarse con cuidado.

—Y por último, lo que él o yo haga fuera del horario laboral no es algo que les incumba. Si me quiero acostar con mi jefe es mi problema, a no ser...— Alzó la vista de su café y le dio un sorbo para después relamer el resto con cierta coquetería — que en realidad tengan envidia por no haber logrado colarse entre las sábanas de alguien soltero y codiciado ¿Verdad? —

Con esto último empezó a caminar hacia salida sin mirar atrás, estaba seguro que con aquellas palabras ya no se volverían atrever a hablar de esa forma tan descuidada y nefasta.

Oikawa podría ser muchas cosas, pero nadie tenía el derecho de tachando como un pésimo director o presidente, pues sus acciones hablaban por si solas. No podía permitir que falsos rumores ensuciaran el producto de su arduo trabajo.

Mi jefe es un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora