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Y ahí estaban...

Era la situación más bizarra que alguno de los presentes alguna vez pudo imaginar. Ni siquiera sabía cómo es que un par de idiotas lo habian convencido de invitar a su asistente a comer con ellos.

No tenía lógica y aún así se sintió como un adolescente imbecil cuando le pidió a Sugawara aceptar la invitación a comer con el pretexto de que en cualquier momento podría surgir algún contratiempo con el trabajo y él lo necesitaría ahí.

Lo cual era falso.

Su hora de comida era sagrada y todo el mundo sabía que ni por su insulsa mente debía cruzar la estúpida idea de importunarlo porque de resultar lo contrario lo único que provocarían sería una nueva vacante en la empresa y un boletín para nunca ser contratados.

Oikawa era realmente temible en ese aspecto.

Sin embargo, ese detalle aún no lo sabía Koushi. Ser el nuevo podía jugarle a su favor para no parecer un reverendo idiota, estaba claro que lo único único quería era fastidiarlo y que el chico renunciará por su cuenta, de esa forma podría decirle a Bokuto que no necesitaba ningún asistente y que dejara el tema por la santa paz.

Es que... ¿Por qué demonios alguien tan eficiente como él necesitaría un asistente?

Él podría trabajar perfectamente sin uno de ellos. Es decir, ya lo había hecho los últimos tres años ¿Por qué de pronto las cosas tendrían que cambiar?

Claro, era un puto adicto al trabajo.

Sin embargo, sólo le complicaban la existencia con la mediocridad de cada empleado que Bokuto contrató.

Y aún así, en contra de todo pronóstico a su lado, compartiendo un almuerzo estaba el asistente que más tiempo le había durado en el puesto.

Tenía que admitirlo, el chico tenía agallas, igual no se iba a quedar de esa forma. Estaba empeñado en hacer que Sugawara Koushi le entregará su carta de renuncia antes del maldito aniversario de la empresa.

—Entonces... ¿Sugawara, cierto?— preguntó delicadamente el pelinegro de ojos azules.

—Sí, señor— afirmó el mencionado un poco nervioso debido a toda la situación y es que si esa misma mañana alguien le diría que después de haber bebido hasta el culo con su jefe, haber dormido en su apartamento y que lo llevó hasta el trabajo para después compartir una comida con él y sus amigos se hubiera carcajeado libremente porque sin duda aquello sonaba estúpido en más de un sentido. Pero no, era una realidad y sinceramente hubiera preferido que aquello fuera en otro momento.

Una donde quizás su jefe no lo hubiera visto ebrio.

Tal vez así se sentiría menos incómodo

—Por favor solo dime Akaashi— pidió el joven con una sonrisa amable en su rostro que enbobo a su marido y se le quedó viendo como un tonto enamorado.

Sin duda ellos era una pareja perfecta.

Por supuesto que Kuroo y su prometido Tsukishima no se quedaban atrás, pues a pesar de que el rubio parecía ser una persona sumamente fría parecía que en verdad quería demasiado al chico de mirada felina o en casi contrario no sujetarian sus manos entrelazadas con tanta confianza y ternura.

Y ese... Ese era otro aspecto que también lo hacía sentir incómodo. Era como de esas veces en que uno se siente como mal tercio y por alguna razón se sentía que era muy ajeno a la atmósfera aún cuando su jefe se encontraba en la misma situación de soltería.

—¿Te gusta trabajar para Seijoh?— preguntó —Bokuto me pasó tu currículum y debo decir que es bastante excepcional — miró a su marido y le sonrió dulcemente —Oikawa es afortunado para tener un asistente tan calificado como tú —

Tooru al escuchar eso no pudo evitar rodar los ojos con hastío y cruzarse de brazos ¿por qué todos querían enjaretarle un asistente? Él estaba bastante bien sin uno, ya lo había demostrado millones de veces.

Por su parte Sugawara negó con la cabeza bastante divertido con la premisa. Trabajar para alguien como lo era el castaño era un verdadero desafío.

El miserable idiota no dejaba de hacerle la vida imposible cada que podía, eso sumado a que en realidad no había hecho nada importante sino que durante todo ese mes se dedicó a tareas sencillas como sobrevivir, llevar café, aguantarse las ganas de llamar "idiota" a su jefe en voz alta, análisis de hace cinco años y volver a sobrevivir a las numerosas trampas que Oikawa le ponía.

Sí, era un dolor en las bolas.

Lo más destacable de todo su mes había sido haber hecho la lista de invitados para el aniversario y agendar una cita con el veterinario de Zeus.

—Es... agradable—  dijo —Seijoh es una empresa con bases bastante sólidas. El presidente y la mesa directiva han hecho un excelente trabajo para tenerla en donde están—

—Creo que lo correcto es darle más crédito a Oikawa— habló Tsukishima —Si Kuroo estuviera a cargo la empresa no hubiera sobrevivido ni una semana— se burló ganándose un puchero por parte del mencionado

—Moonshine— reprochó como un niño

—Me temo que tiene razon— secundo Akaashi— A pesar de ser socios todos nosotros, la familia Oikawa e Iwaizumi son los accionistas mayoritarios y a pesar de que cuando Tooru subió a la presidencia no se dejó de especular que sólo era un niño con privilegios de haber heredado el imperio que forjó su abuelo ha demostrado con sudor que ese puesto en verdad lo merece—

—Aunque es un maldito maniático del control y un miserable adicto al trabajo— bufó Kuroo

—No sé por qué hablan de mí como si yo no estuviera, pero basta— por primera vez Oikawa abrió la boca para decir algo —Agradezco sus palabras, pero es suficiente. No necesito que digan lo evidente

—Oh vamos— habló Koutaro —No le hace mal a tu asistente saber que su flamante jefe es un hombre que vale la pena entera conquist... Auch — un golpe por parte de su esposo lo hizo acallar de repente confundiendo al platinado en el proceso

—Ustedes son de lo peor— habló Tooru y antes de que dijera una palabra más su celular sonó, lo sacó del bolsillo interno de su saco y dibujó una ligera mueca —¿Reservó la habitación de hotel?— está vez se dirigió a su asistente y Kuroo abrió los ojos sorprendido

—Tigre, nos soprendes—

—Ustedes no pierden el tiempo— le siguió Bokuto —Primero una cena el día de ayer, vienen juntos y ahora un hotel. Wow, estas que ardes

—¿De qué carajos hablan, par de estúpidos?— dijo Tooru poniéndose de pie ya bastante molesto por los comentarios con doble intención que seguramente ponían incómodo incómodo Koushi —La habitación no es para mi. Es para mi abuelo—

—Mierda...— susurraron —¿Él va...

—Él ya está aquí — se acomodó el saco y pagó la cuenta —Vamos Sugawara, debo regresar a la oficina

Los cuatro restantes en la mesa compartieron una mirada cómplice y negaron con la cabeza. Si el abuelo de Tooru había llegado significa una sola cosa... no iba a permitir un desplante más por parte de su único nieto

Mi jefe es un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora