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El asistente y el director de la empresa estaban revisando la lista de invitados. La hermana de Oikawa ya se había retirado gritando a los cuatro vientos que el castaño se tenía que casar para este año sí o sí, cosa que hastío a Tooru porque él realmente no tenía intención de cumplir con ese objetivo impuesto.

Él no iba a continuar con el compromiso.

Ni Iwaizumi ni él merecía unir sus vidas sí no estaban destinados. Oikawa era consciente de la situación sentimental de su ex prometido y la respetaba, quería que su mejor amigo fuera feliz sin importar qué y era esa la razón por la que se había negado a continuar con el matrimonio arreglado y en un evento social donde habían asistido ambas familias hizo público la ruptura.

En un inicio la familia Oikawa pensó que se trataba de un simple capricho que Hajime no había cumplido y aunque la noticia salió en los periódicos nadie le dio credibilidad a su palabra y el mundo seguía pensando que ellos dos unirían sus vidas en un negocio que beneficiaria a ambas partes de la empresa.

Puras patrañas...

Apretó el lapicero con fuerza mientras su mirada se perdía en un punto del escritorio como si ahí fuera a encontrar la respuesta a sus problemas.

El compromiso

Los contratos

El aniversario de la empresa

La competencia

El jodido Meian

El par de idiotas que buscaban sonsacarlo en la primera oportunidad

Su abuelo

Y...

Su hombro fue tocado con suavidad regresandolo a la realidad y al presente. Miró a Sugawara que parecía observarlo con preocupación y negó con la cabeza mientras se retiraba los anteojos y se sobaba el puente de la nariz.

—¿Se siente bien señor? — preguntó con amabilidad retirando las hojas de la lista de invitados.

—Sí...— echó la cabeza hacia atrás y soltó una bocanada de aire bastante cansado.

Koushi había pasado una mañana tranquila, es decir lo único molesto es que el idiota de su jefe había gritado que tuvieron un acostón, pero de ahí en fuera el castaño no se había atrevido a molestarlo de nuevo, cosa que realmente le extrañó pues sin importar si lloviera o nevara el director siempre estaba dispuesto a fastidiarle la existencia...

Pensó que lo molestaría con lo de una noche anterior y que probablemente fuera él el que le recordara toda la sarta de cosas que había dicho y hecho, sin embargo y sorpresivamente no había mencionado nada al respecto.

Parecía que su hermana se había llevado todos sus ánimos y era entendibles pues la castaña se veía que tenía un carácter realmente fuerte que habían dejado al presidente y vicepresidente exhaustos de sólo haber compartido una charla.

Tal vez podrían hablar y aligerar el estrés de Tooru, aunque no sabía cómo iniciar

—Usted y... El vicepresidente...

—Estuvimos comprometidos— contestó escuetamente antes de que el platinado lanzará la pregunta. Era demasiado obvio, siempre es lo primero que preguntan —Pero yo rompí el compromiso—

—¿Usted lo...— Quiso repetir, pero no sabía que tan prudente era decir aquello. El mismo Daichi, asistente de Hajime le había dicho que ellos habían mantenido una relación de años, pero que por alguna razón decidieron terminar

—No— volvió a decir abriendo los ojos y limpiando sus anteojos con el pañuelo que guardaba en el bolsillo de su saco —Nunca nos quisimos de esa forma— se encogió de hombros —El sexo siempre fue bueno, pero sólo eso— se colocó de nueva cuenta los anteojos y suspiró —No estamos hechos el uno para el otro— miró como la última hoja era recogida y la detuvo tomando la muñeca de Sugawara.

El asistente al sentir el tacto ajeno se sonrojó hasta las orejas y bajó la mirada tratando de disimular el color de sus mejillas

—Agrega una invitación más— dijo para después soltarlo y levantarse de donde estaba —Estos días tendremos una visita...— Suspiró —También reserva una habitación en algun hotel— caminó hasta el gran ventanal de la oficina y ahí se quedó viendo el panorama mientras su cabeza se volvía a llenar de preocupaciones y pensamientos sobre lo que tenía que hacer

—Bien— asistió dispuesto a salir de la oficina —¿Necesita algo más?

Oikawa se llevó una mano a la sien como si una jaqueca de pronto apareciera y chasqueó levemente la lengua en señal de aquella molestia

—No...— dictaminó —Sólo no quiero molestias por el día de h...

—Necesitamos una explicación ahora mismo— la puerta se abrió de golpe empujando al asistente quien terminó en el suelo por el impacto.

—Hoy...— Oikawa bufó y se acercó a ayudar a levantar a Koushi del suelo para después fulminar con la mirada al par de primates que entraron sin tocar

—¿Por qué estás en el suelo, KouKou? — dijo Bokuto bastante extrañado al ver cómo el peligris era levantado por el castaño —¿NO ME DIGAS QUE TE OBLIGÓ A QUE LE HICIERAA UNA REVERENCIA? — preguntó bastante alarmado

—No— Tooru lo miró seriamente —Si tuvieran un poco más de prudencia entonces hubieran tocado la puerta y mi asistente no estaría en el maldito suelo— volteó a ver a Sugawara —¿Está bien?

—S...sí— murmuró algo avergonzado —me retiro — el asistente salió por la puerta y la cerró sólo para escuchar como su corazón le latía en la garganta dispuesto a salirse.

¿Por qué se sentía de esa forma?

—¿Así que es cierto?— Kuroo se acercó y tomó asiento frente al escritorio de Tooru quien se había negado a sentarse y sólo se sobaba las sienes

—¿De qué hablas? ¿Por qué vinieron?

—Porque eres la comidilla de toda la empresa— explicó el pelinegro — Todo el mundo habla de que te has acostado con el asistente y que tú mismo lo confirmaste—

—Sí, yo dije esa estupidez para molestar al joven Sugawara. Pero no le puesto un dedo encima— miró con indiferencia al par

—Pero lo harás ¿Cierto?— dijo Bokuto tomando asiento de siel amigo Tetsurou —Nosotros le tenemos fe a ese muchacho. Es nuestro gallo—

—No va a suceder nada entre él y yo. Entiendanlo— comentó hastiado —Dejen de ponernos en situaciones incómodas, para él no es agradable y está claro que me odia

—Te odia porque has sido un gran hijo de puta con él —

—Sólo salgan de aquí, no estoy de humor— dictaminó

—No se va a poder — volvió a decir Kuroo —Hemos reservado para seis personas así que toma tu saco y vamos a comer—

—¿Seis personas?

—Bokuto, Akaashi...

—Kuroo, Tsukki, tú y...

—el asistente— murmuró Oikawa

—Bingo— sonrieron el bicolor y el pelinegro —Ahora mueve tu culo de mierda e invita al muchacho

. . .

Su día realmente no estaba mejorando

Mi jefe es un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora