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Y entonces sus expresiones se fueron descomponiendo por cada minuto en que la historia de Iwaizumi transcurría. Claro, que un ligero presentimiento no era suficiente para dictaminar que algo en verdad hubiera pasado, sin embargo, las acciones de su asistente y la manera en que lo evitaba decía mucho, quizás demasiado.

¿Qué había pasado? ¿De verdad hubo algo entre los dos? Pero... ¿Que fue? ¿Un acoston? No, aún sentía su frustración sexual o... quizás sentía frustración sexual porque había quedado con las ganas de más.

Oh mierda, eso lo convertía en el peor jefe y hombre del año.

Se agarró el cabello con frustración y pegó su frente contra el escritorio.

—Mierdaaaa— canturreo —¿como dejé que esto pasara? —

—¿De qué hablas? Deberías estar revosando de alegría — señaló acusatoriamente Atsumu

—Sí, se nota que se gustan— acompleto Bokuto como si fuera lo más obvio del mundo

—Tu dijiste que le traías ganas— continuó Iwaizumi

Oikawa bufó preso de su propia impotencia. Clark que le atraía y por supuesto que le traía ganas, nadie había sido capaz de desafiarlo y hacerle frente, pero esa no era la manera, sobretodo porque él había sido quien puso el reglamento de la empresa.

—Sí saben que hay estatutos que debo cumplir ¿verdad?— se retiró los anteojos para empezar a limpiarlos.

—¿Hablas de tu estúpida política que prohíbe que haya relaciones amorosas entre los trabajadores?— Mencionó Tetsuro

—Tu política sirve para pura mierda. Todos encontramos a nuestras parejas en la empresa— gruñó Hajime y fue en ese momento que Oikawa alzó la vista de manera inquisidora.

—Política que implemente porque dos idiotas no dejaban de coquetear en la oficina y olvidaban sus funciones— señaló a Bokuto y al pelinegro de mirada felina —Política que implemente después de que te haya encontrado teniendo sexo con Sawamura en tu oficina— Frunció el entrecejo —Política que debo respetar porque soy el maldito presidente y director —

—Pues señor director, temo informarle que ha violado su propia política — dijo Atsumu mientras se miraba la uñas de las manos muy quitado de la pena —Ahora tu asistente muere de vergüenza mientras tu quedas como un hijo de perra porque no recuerdas ni lo que hiciste—

—Arg...— gruñó —Todo esto es su jodida culpa —

—¿NUESTRA CULPA?— Dijeron todos al unísono.

—Estas que rebotas de idiota si crees que nosotros tuvimos la culpa de que te hayas puesto hasta las pelotas en alcohol— Hajime se defendió en gesto digno y se cruzo de brazos.

—Sí, no es como si Atsumu hubiera mandado a pedir un tequila desde México con un alto porcentaje de alcohol para embriagarte a proposito—

Oh Bokuto, si las miradas mataran...

Todos voltearon a ver al castaño esperando ver su reacción y cuando vieron su impasible rostro supieron que era momento de salir de ahí.

Poco a poco se fueron acercando a la salida y Tooru tomó un adorno de madera que servía para poner sus bolígrafos y lo lanzó hacia ellos.

—Hey, eso no se hace. Direc malo— señaló Kuroo escondiéndose detrás del bicolor

—Ustedes idiotas, no tienen respeto por el derecho ajeno— tomó otro bote y lo volvió a lanzar mientras sus cuatro amigos iban a acercándose a la salida esquivando en el proceso el proyectil

—Podemos hablarlo

—No, no podemos. Váyanse de aquí — tomó su placa y la lanzó, sin embargo en ese momento la puerta de la oficina fue abierta y el objeto fue a dar contra la cabeza de su abuelo.

Oh, mierda...

Yoshino se llevó una mano a la cabeza viendo como gotas de sangre mojaban sus dedos y entrecerro los ojos analizando todo el escenario.

Cuatro idiotas asustados, un director iracundo, un asistente tímido. Ahí había gato encerrado y Yoshino lo sabía.

—Vaya Torim— exclamó su abuelo recogiendo la placa— No sabía que te gustará demasiado ser presidente — se río un poco.

—Señor Yoshino— se acercó Iwaizumi rápidamente —Esta sangrando

—Parece que sí— sonrió como si no le doliera en lo absoluto el golpe que tenía en la cabeza

—Dios— murmuró Atsumu —Estamos muertos

—Sugawara— gritó Kuroo —un botiquín, rápido —

Oikawa parpadeo un par de veces tratando de recobrar la compostura y finalmente soltó una bocanada de aire en gesto cansino.

—¿Por qué demonios viniste?— cuestionó

—Vengo a ver a mi unico nieto varón, me recibe con un golpe y eso es lo qué me preguntas— Frunció el entrecejo como si estuviera a punto de hacer un berrinche

—Bueno, no te hubiera golpeado con nada si hubieras tocado la puerta— rodó los ojos y se dejó caer sobre el asiento sintiendo como las fuerzas de su cuerpo lo abandonaban.

Koushi entró rápidamente a la oficina con lo solicitado y se quedo estático en cuanto vio toda la escena; el abuelo de su jefe sangrando, todos preocupados, Tooru tratando de no caer en la desesperación por todo lo ocurrido y... cuando sus miradas se cruzaron, sintió las mejillas arder.

Un evento que no paso inadvertido por el abuelo Oikawa y que acentuó más su sonrisa.

Atsumu tomó el botiquín y se acercó a Yoshino dispuesto a curarlo, sin embargo el abuelo se hizo para atrás y negó con la cabeza.

—Ya han hecho suficiente, por favor dejen que el joven Koushi se encargue y salgan de aquí. Supongo que mi nieto no está muy contento con ustedes

—Dios lo bendiga— exclamó Bokuto besando sus manos y salieron como alma que lleva el diablo antes de que pudieran arrepentirse.

Oikawa le dirigió una mala cara a su abuelo y este solo se encogió de hombros.

Era su momento de liberar al gatito que estaba encerrado.

Mi jefe es un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora