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Y ahí estaba... Como un maldito acosador, observando desde lejos como su jefe paseaba a su perro en pleno sábado.

¿Cómo había terminado en esa situación?

Ciertamente ni él sabía, sólo sabe que el gerente de Puntos de Venta, Kuroo Tetsurō, se había acercado y le había ofrecido un trato que difícilmente podría rechazar.

¿Cuál era el trato? El azabache lo iba a ayudar a hacer más llevadera su carga de trabajo a cambio de valiosa información ¿Cuál era la valiosa información? Exacto, saber si el castaño ya tenía una nueva conquista pues quería molestarlo.

No le parecía justo que fuera el único de los tres soltero, libre de toda responsabilidad y disfrutando de los beneficios del sexo ocasional sin ninguna consecuencia. Eran muchos privilegios y aunque Kuroo estaba felizmente enamorado de su prometido quería hacerle la vida imposible a su mejor amigo.

Le vendió la idea a Sugawara de que estaba preocupado por Oikawa, que el señor ya tenía veintisiete y uno no es joven por siempre, que tenía que experimentar el precioso sentimiento del amor y que superará a Iwaizumi de una vez por todas para dejar de tener acostones ocasionales con el moreno, que tenía que asentar cabeza y buscar algo sólido.

Al principio Sugawara sentía que eso era un tema que no le correspondía, que era la vida privada de su jefe y que ya estaba lo bastante grandecito para saber que decisiones estaba tomando. No obstante el morbo de querer saber más también lo estaba llamando, no conocía mucho del castaño y no era como si le importará, él nunca daba la oportunidad de sacar un tema personal en medio de la plática, siempre se limitaba a lo profesional y le parecía injusto porque el idiota tenía su currículum y eso lo ponía en ventaja. Mientras Oikawa sabía hasta donde vivía, él no sabía absolutamente nada sólo que había roto su compromiso con el vicepresidente por alguna extraña razón, porque vamos ¿quién se sigue acostando con su ex si ya no siente nada? y que tenía un gran danés como mascota.

Y así comenzó su misión, donde descubrió que su jefe se levantaba muy temprano, iba a correr, después al gym, obvio no entró, eso sería mucho y tampoco había muchos lugares para esconderse. Regresaba a su apartamento, suponía que iba a darse un baño y desayunar y después salía acompañado de Zeus.

También averiguó que era una persona que siempre cuidaba su imagen, pues pese a que era fin de semana, seguía vistiendo de forma casual, ese saco café y pantalones de mezclilla le quedaban muy bien y para ser sinceros se veía sumamente atractivo, muy atracti...

No, su jefe era un idiota.

Probablemente él también porque ahora estaba sentado en la banca más lejana del parque cubriéndose el rostro con un periódico y observando como el castaño cuidaba a Zeus con gran dedicación, no lo dejaba acercarse a los niños ni tampoco jugar con perros más pequeños que él, lo cual era más que natural pues Zeus era muy grande y también muy juguetón, no media su fuerza y se lanzaba con todo si es que le agradabas o al menos eso observó cuando estuvo en la oficina pues sólo al ver a Iwaizumi se escapó de las manos de Oikawa y se abalanzó contra el moreno quien al estar distraído cayó al suelo.

Suponía que como ambos estuvieron comprometidos pasaron mucho tiempo con Zeus y ahora que estaban separados el perro lo extrañaba.

¿Por qué habrán terminado?

Es decir, se ven muy bien juntos. Es como ver una pareja de alfas, además ese matrimonio traería muchos beneficios para ambas familias y aún así... Algo no cuadraba.

Volvió a alzar la vista y se dio cuenta que ni Oikawa ni Zeus estaban ahí en el mismo lugar, en realidad ya no los veía por ninguna parte

Mierda

Los había perdido.

Bien, hasta aquí había llegado su misión espía.

Estuvo a punto de levantarse de la banca de dónde estaba sentado cuando una anchas y grandes patas se lo impidieron. Tenía el pesado cuerpo de Zeus encima en su espalda y supo que si no se deshacía de él lo iba a descubrir y quizás hasta despedir porque maldita sea estaba espiando a su jefe, aunque... si lo pensaba bien muchas persona van al parque en un sábado ¿no? No había nada extraño en eso. Sólo era una coincidencia

-Zeus bájate- susurró, pero el Gran Danés sólo recargó su cabeza en el hombro de Sugawara negandose a cumplir con la orden

-Parece que le agradas- escuchó detrás de él

Mierda.

Por favor que no se dé la vuelta

-Es un bonito cachorro- agrueso su voz para no ser reconocido -¿Puedo saber su nombre?-

-Zeus- contestó Tooru con simpleza -Normalmente no se le acerca a personas que no conoce y mucho menos es efusivo así que lamento su comportamiento- se metió las manos en las bolsas del pantalón y dio otro paso hacia atrás

-Oh, no se preocupe. Es un perro muy lindo, tiene suerte de tener un buen dueño como usted - siguió fingiendo la voz mientras en su interior rogaba porque Oikawa no quisiera verle la cara -¿Viene mucho a este parque?-

-Cada sábado sin falta- miró su reloj y chasqueo la lengua -Zeus, vamos- ordenó y al instante el perro acató y se colocó a lado de su dueño dejando sorprendido al peligris ante la muestra de obediencia

Así que después de todo no era un rebelde mal educado que le gustaba orinar escritos.

-Debo irme- habló Tooru terminando de ponerle la correa al Gran Danés -Digale a Kuroo que usted es mi asistente, no el de él-

-Sí, señor- abrió los ojos cuando terminó de decir la afirmativa

Puta mierda

-Tambien dígale que no tengo a nadie a mi lado y tampoco me interesa. Que deje de meterse en mis asuntos- volvió a dictaminar pasando por enfrente de Sugawara con correa en mano -Lo veo el lunes y espero que aproveche mejor su tiempo en vez de estarme siguiendo o empezaré a creer que le gusto y créame que no le conviene- y con eso último dejo a un Sugawara con la palabra en la boca.

Ay, como lo detestaba

Su jefe era un maldito idiota.

Mi jefe es un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora