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Oikawa tenía los codos sobre el escritorio mientras leía los informes sobre los ingresos de la empresa. Sus anteojos caían suavemente sobre el puente de su nariz y tenía el entrecejo ligeramente fruncido al analizar los ingresos y egresos.

Algo no estaba bien, tenía que hacer algunas mejoras para reducir los egresos, no podía dejarse ganar por la empresa contraria a la suya, su competencia era realmente fuerte y tenía que aceptar que el jodido Meian también tenía talento para los negocios, pero no lo suficiente como para superarlo.

Le estaban pisando los talones, pero no se iba a dejar ganar. Eso era un hecho.

Toc Toc

Escuchó el llamado a su puerta y no necesitó de sumar uno más uno para saber de quién se trataba; con rapidez guardó los papeles para sacar una consola de videojuegos que había comprado un día antes, tomó una posición bastante vaga subiendo los pies en el escritorios y sin pensarlo mucho se dispuso a jugar la partida que no había avanzado mucho, pues lo cierto era que a Tooru no le gustaba desperdiciar el tiempo en ese tipo de actividades y todos aquellos que lo conocían sabían perfectamente de las preferencias que tenía el castaño en cuestión de pasatiempos, sin embargo estaba dispuesto a dejar de lado esa fachada con tal de hacer pasar un suplicio a su querido asistente.

Definitivamente ver ese rostro molesto le agradaba más que pasar el rato en Escapes Rooms resolviendo un sin fin de acertijos.

La puerta se volvió a escuchar y el castaño hizo caso omiso mientras el sonido de la consola resonaba por toda la oficina traspasando hasta las puertas y llegando a los oídos del asistente quien soltó un bufido y rodó los ojos con hastío. No tuvo de otra que entrar sin permiso.

Su jefe era un idiota y cada día era peor que el anterior. Era tan infantil que no podría creer como había llegado a ser el presidente y a posicionar a la empresa en uno de los primeros lugares. Era obvio que ese hombre merecía estar en el jardín de niños y no ocupando esa silla presidencial.

-Señor... - habló el peligris llegando al pie del escritorio viendo como el castaño jugaba realmente concentrado, si no fuera porque lo odiaba diría que se veía realmente adorable pues su ceño fruncido y la punta de su lengua sobresaliendo de sus labios lo hacían lucir igual a un niño que está sumamente concentrado -Señor...- volvió a repetir con la intención de llamar su atención, pero el mencionado seguía sin inmutarse -Señor Oikawa -llamó más fuerte y soltó un bufido mientras azotaba una mano sobre la mesa provocando que el castaño alzara la mirada con mucho desinterés.

Esa jodida mirada que detestaba cada que entraba...

-¿Sí?- cuestionó - Lleva ahí parado alrededor de cinco minutos y aun no entiendo los motivos de tan inesperada visita- pausó el juego y se retiró los anteojos -Ya tiene toda mi atención- recargó su rostro en la palma de la mano y Sugawara quiso autoreprenderse, era obvio que Oikawa le estaba poniendo atención desde el primer momento en que entró 

¿Cuando iba a aprender que el idiota sólo quería sacarle canas verdes?

-Su junta con el departamento de Recursos Humanos es treinta minutos- dijo y Tooru alzó una ceja como si no creyera que esa era la razón por la que lo había interrumpido. Arg... se sentía un imbécil -Sólo sea puntual ¿quiere? - exclamó -Y deje esa estúpida consola que no sé si me presta o no atención- reclamó puchereando en un gesto tierno para alguien de su edad.

Una cosa era clara y esa era que desde que el castaño no lo había despedido desde la ultima vez en que había soltado la lengua de más sentía más libertad para decir unas cuantas cosas pues también cierto felino y búho le habían pasado la información de que el presidente no tenía intenciones de despedirlo sino que él buscaba su renuncia. Cosa que no le iba a dar tan fácil.

Definitivamente era un juego para dos y ya verían quien se cansaba de fastidiar a quien, aunque estaba seguro de que seguirle el ritmo a Tooru iba a ser demasiado cansado

-Me gustan que sean rudos y que demanden toda mi atención- sonrió coquetamente el castaño ante la petición pintando un rubor en Koushi pues a eso no era a lo que se refería -Pero me negaré - se encogió de hombros restándole importancia -Es estúpido sentir celos de una consola, si quieres que te toque igual que ella sólo pídelo- se levantó de su asiento y se acercó a su asistente para arrinconarlo entre su presencia y el escritorio, cercanía que descolocó al peligris pues no se esperaba tal acción -No me molestaría y hace tiempo que no cojo. Sí, sería bueno para ti, para mi, reforzar el vinculo empleador-empleado - murmuró en tono seductor acalorando las mejillas del asistente.

-¿Y el vicepresidente?- preguntó y enseguida quiso darse un golpe y que la tierra se lo tragara 

Eso no le concernía, no era de su incumbencia y cuando vio el entrecejo de su jefe fruncido supo que la había cagado en grande. Para empezar él ni siquiera debía saber eso y tampoco tenía que importarle, era la vida de él no la suya

-Qué rápido corren los chismes en esta empresa -Oikawa se alejó y volvió a tomar asiento -Supongo que el asistente del señor Hajime ya te contó lo que sucedió- bufó

-N...no, eso no. Señ...

-Tienes razón, no somos compatibles. Salga de aquí, pasaré por usted antes de la junta- interrumpió, movió una mano y Sugawara salió casi corriendo de la oficina.

¿Qué había sucedido? ¿Y ese tono al final? Ahora estaba curioso por saber la relación del vicepresidente y el presidente 

Mi jefe es un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora