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—¿Y qué se supone que hagamos para meterle nitro a este enemy to lovers?— dijo Atsumu recargandose en el escritorio de Kuroo —La trama va muy floja y nuestros protagonistas, al parecer, son un par de idiotas—

—Quizás nos equivocamos y a Oikawa ni siquiera le gusta el asistente— bufó malhumorado un pelinegro de sonrisa felina.

Cuatro personas dentro de la persona, dos afuera, seis en total y ninguno había podido lograr un avance entre ese par.

Maldición, eran más ciegos que un topo y más necios que un buey.

El evento de Kia motos estaba prácticamente a la vuelta de la esquina y el tiempo se les acababa, pues después de eso, Oikawa haría varios viajes de negocio lo que significaba que no estaría en la oficina y por lo tanto, menos con el asistente.

Todo esto era ridículo y aún así todos tenían sus esperanzas en ellos. Sabían que Sugawara y Oikawa estaban hechos el uno para el otro, había química, tensión y... complemento.

Se complementaban y después de mucho tiempo habían visto una faceta en jamás habían presenciado de Tooru, ese lado infantil que se había negado a mostrar durante muchísimo tiempo porque tuvo que madurar demasiado rápido, esa faceta que solo Koushi había logrado sacar con su mala suerte.

Sí, estaban convencidos y querían ver a su jefe ser feliz, que experimentará lo que tanto se había negado a probar por hacer feliz a los demás y cumplir expectativas ajenas antes que las suyas.

—No, sí le gusta— afirmó Hajime —El bastardo una vez confesó que su carácter lo ponía duro y eso, por supuesto significa atracción y un extraño fetiche— frunció el entrecejo en la última parte de la oración y después negó con la cabeza —Eso no es lo importante, el punto es que Trashkawa sí siente atracción por su asistente y no puedo dejar que viva una vida de soltero sin consecuencias— desvió la mirada

—El futuro señor Hajime Daichi, ow— Kuroo sonrió burlonamente —suena lindo—

—Cállate, Tsukishima Tetsurou —

—Aún no, aún soy su prometido— le enseñó el anillo de compromiso en su dedo anular

—¿Podemos concentrarnos en el plan?— interrumpió Atsumu llamando la atención de los dos, incluido al búho que estaba muy ocupado mandando mensajes para su lindo esposo.

—Ya, esta bien— Alzó las manos en modo de rendición

—¿Y si lo embriagamos?— sugirió Bokuto después de guardar su celular

—¿Estás loco?— exclamó Tetsuro —Ese hombre tiene un hígado de acero. Lo más probable es que nos tumbe a uno por uno antes de que tan siguiera podamos marearlo—

—A menos que queramos terminar en coma etílico eso es una pésima idea— secundó Iwaizumi y Atsumu empezó a reír de forma malvada

—Lo que ni Oikawa y ustedes saben es que el va a terminar hasta las pelotas en alcohol será él— caminó hasta abrir una gabeta de la oficina de Kuroo y sacó una botella de cristal.

—¿Cómo carajos llegó eso ahí?

—Esta es una botella de tequila edición especial— Miya ignoró la pregunta y presentó la botella como si fuera edecan —Es puro Agave y está reposado en barricas de whisky. Una joya—

—¿Esa monstruosidad tiene nombre?—

—Claro— de pronto sus facciones se volvieron más sombrías —Se llama la lágrima del diablo—

—Ohjojo— Koutaro abrió los ojos bastante sorprendido —¿Dónde conseguiste esa mierda? ¿Estás seguro que no es veneno?—

—Estoy seguro, fue un pedido especial que hice desde México, la cuna del tequila—

Las habilidades del rubio constantemente los dejaban sorprendidos. Sobretodo porque eran pequeños momentos en los que parecía tener buenas ideas cuando la mayoría del tiempo solo tenía malas y peores. Sin embargo, esta sonaba bastante tentadora, solo que había un pequeño problema...

—¿Y como se supone que nosotros saldremos vivos?— cuestionó Hajime tomando la botella para examinarla

—Simple...— Miya se encogió de hombros —No beberemos de la misma botella—

Los tres se miraron confundidos sin entender mucho porque era obvio que si no bebían con Oikawa iba a sospechar de que había algo más y no sólo eso ¿Cómo iban a justificar el motivo de una botella tan especial como esa?

Tenían que ser más inteligentes si querían sacar el lado más sincero del dictador de corazón de hierro.

—Celebraremos a nuestro presidente por su excelente labor y dedicación preparando todo para el evento de Kia motors y una despedida por su próximo viaje de negocio. Esa botella... —señaló la que sostenía Hajime —Es complemente suya y esta... —sacó otra botella idéntica a la que sostenía el moreno — Es nuestra— la mostró —Es agua— se encogió de hombros —El único que estará ebrio para antes de media noche será él —

Todos quedaron absortos ante lo dicho, parecía que el rubio ya había diseñado hasta la más mínima parte del plan y no había cabos sueltos. Ahora solo quedaba llevarlo a cabo y comprobar que tan cierto era que Oikawa toleraba todo tipo de alcohol.

En sus putas vidas lo habían visto ebrio, tomaba a la par que ellos y siempre, pero siempre era el más afortunado. El alcohol no se le subía a la cabeza, no hacia idioteces y despertaba sin resaca.

Era un bastardo con talento, así que detrás de esa intención de querer sincerarlo de una vez por todas, había cierto rencor y atisbo de venganza.

—Hay que asegurarnos que el asistente no beba de esa misma botella— intervino Koutaro —Últimamente el jefe ya le tiene mucha confianza y apuesto que va a querer compartir—

—No puede hacerlo— espetó Kuroo —Lo llamaremos más tarde, cuando Torim ya esté lo suficientemente ebrio—

Miya asintio complacido al ver cómo los demás ya colaboraban con el plan.

—Tengo el presentimiento de que algo va a salir mal— Hajime suspiró pesadamente y después se encogió de hombros —Pero no será para mí, así que...— dejo la botella en el escritorio y sonrió imaginando todas las posibilidades de esa noche.

Por primera vez no serían los que harían ridiculeces y eso llenó sus corazones de cierta alegría y emoción. Tenían altas expectativas y creían que todo saldría bien... sí, creían.

Mi jefe es un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora