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—Sueltame— se quejó en voz alta mientras trataba de zafarse de ese fuerte agarre que lo mantenía en pie y evitaba que cayera al suelo. —No quiero verte— gimoteo con dolor —Ya no quiero... ya no quiero estar conti...— pero la frase no terminó e Iwaizumi lo había callado con un beso.

No quería escuchar esa frase, le dolía tanto la situación como a él. Pero estaba atado de manos y Oikawa lo estaba ayudando a deshacer cada nudo que lo mantenía cautivo.

Amaba a Daichi, lo hacía con todo el corazón y por eso, cuando el beso no fue correspondido y lo empujó para darle una bofetada sintió como todo su interior se quebraba en mil pedazos.

Se llevó una mano a la mejilla y miró los ojos llenos de dolor por parte del pelinegro y nunca se había sentido tan miserable y ruin justo como en ese momento.

—Dai... por favor— trató de acercarse pero Sawamura dio un paso atrás.

—No quieras aprovecharte de mí falta de sobriedad para querer arreglar las cosas— señaló —No quiero verte ¿no lo entiendes? — volvió a decir sintiendo un nudo en la garganta —No debiste ir por mi, yo... yo— se llevó las manos al pecho sintiendo como le ardía la piel —estaba bien, estaba olvidando el trago amargo de esta tarde y luego llegas tú, creyéndote mi maldito salvador cuando sólo...— Desvió la mirada y cerró los ojos en un intento de apaciguar las lágrimas que luchaban por salir —Eres un traidor...

—Daichi...— volvió a pronunciar sintiendo como cada palabra se clavaba en su pecho como si fuera el más filoso de los puñales.

No, así no tenían que ser las cosas...

Se supone que todo tenía que mejorar, que pronto ese estúpido compromiso quedaría en el olvido y ellos podrían estar juntos sin impedimentos, pero entonces... ¿Por qué?

Después de la acalorada declaración por parte de Oikawa en la que dejaba claro que no se iba a casar, la tensión en el salón creció de tal manera que todo mundo podía palparlo. Sekai seguía insistiendo que sólo era otro capricho por parte del castaño, sin embargo, nadie podía negar que la actitud pensante en Yoshino decía lo contrario; sabía que su nieto estaba hablando bastante enserio cuando amenazó con renunciar al apellido con tal de que lo dejarán en paz.

Sus padres trataban de persuadir a Hajime de que hablara con Tooru, pero cuando estuvo a punto de responder a su celular llegó el mensaje en el que le decía que Daichi estaba bastante ebrio en un bar.

Se sintió tan culpable que no lo pensó dos veces y dejando a su familia con la palabra en la boca salió corriendo para ir a buscarlo. No obstante, nunca pensó que las cosas terminarias de forma tan desastrosa.

—Yo no...— el moreno trató de formular alguna oración, pero no sabía ni por dónde comenzar —Sólo quiero que seas paciente un poco más...

—¿Un poco más? ¿Me estás jodiendo?— las lágrimas por parte de Sawamura no se hicieron esperar —¿Cuánto más debo soportar? ¿Por qué me estas pidiendo que te espere con los brazos abiertos cuando aún te sigues acostando con el que dijiste que ya no sería tu prometido?

—No es así — espetó —No hay nada entre nosotros ¿por qué no lo entiendes?— dio otro paso intentando acercarse —Estoy haciendo todo lo que me es posible para que estemos juntos. Debes de creerme—

—¿Y como quieres que lo haga? — bufó —Tú, nunca me dices nada de lo que haces en los miércoles y esperas que crea toda esa mierda de lo que haces por que me amas—

—PORQUE ES CIERTO— Alzó la voz con desesperación —Estoy poniendo todo sobre la mesa con tal de estar contigo, pero no quiero que te involucres de esa forma. Soy yo el que debe solucionar este problema, soy yo el que...debe

—Ya vete Iwaizumi. No quiero seguir hablando de esto— Sawamura sabía que si le daba más tiempo al moreno de explicarse iba a terminar cediendo y lo iba a perdonar y eso era lo que ya no quería. Estaba cansado de toda esta situación que no los estaba llevando a ninguna parte.

Siempre supo a lo que se atendía cuando decidió comenzar una relación con su jefe que estaba comprometido, pero, ya estaba cansado de esconderse, de fingir que no le importaba, de soportar todas esas inseguridades que el castaño le despertaba porque era evidente que si llegasen a competir, él no podría ganar.

¿Cómo iba hacerlo?

—Sólo dame unos días más— bajó la mirada derrotado. Estaba perdiendo al amor de su vida y no podía hacer nada para evitarlo —No podemos simplemente echar a la basura todo lo que hemos pasado. Ya llegamos bastante lejos, Dai...

—Y mira dónde estamos— señaló todo el apartamento —Sólo hemos estado corriendo en círculos y seguimos en el mismo punto. Ya no quiero vivir de esta forma, Hajime, por favor... terminemos con esto de una vez por todas.

—No...

—Presentaré mi renuncia cuando el aniversario de la empresa pase— pronunció con dolor —Y me mudare lo antes posible.

—Por favor...

—Gracias por todo, señor Iwaizumi

—Bien — suspiró con resignación —será como tú...— se aclaró la garganta —como usted lo decida, joven Sawamura.

No era justo y aún así... estaba dispuesto a regalarle su libertad si con eso de nuevo él era feliz. No lo iba a atar, porque esa acción tan egoísta lo iba a condenar.

Quizás era mejor de esa forma. Quizás sí había sido un traidor.

—No hace falta que de vaya del apartamento. Fue un regalo, en su lugar lo haré yo— dijo mientras se acercaba a la puerta para salir —Vendré por mis cosas cuando usted no esté — tomó el pomo de la puerta y la giro con lentitud mientras sentía como todo se desmoronaba a su alrededor.

Y salió...

Y cuando Daichi quedó en soledad, se dejó caer de rodillas y le dio suelta a su llanto.

Dolía tanto, pero... ya no lo soportaba.

Mi jefe es un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora