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Sugawara dio otro vistazo a la puerta de la oficina de su jefe dándose cuenta que esta no se movía ni un solo centímetro, ya era tarde, el señor Bokuto ya lo había llamado por tercera vez y el infeliz no asomaba la cabeza para dar alguna explicación. Dejó caer su cabeza en el escritorio y soltó un bufido, estaba seguro que terminaría con canas verdes y un hoyo en el estomago del coraje que pasaba todos los días.  

-Mmh...- escuchó como alguien se aclaraba la garganta y alzo la vista para encontrarse con Koutaro visiblemente enojado. Sinceramente ya eran dos -¿Está dentro?-

-Sí, lleva jugando Mario Bross alrededor de una hora- rodó los ojos con hastío

-Ese bastardo...- murmuró y sin pedir permiso o llamar a la puerta entró de par en par siendo seguido por Koushi a sus espaldas. Ambos esperaban encontrarse a un castaño tumbado en el sofá con la consola en manos, pero la sorpresa fue que el mencionado tenía sus ojos pegados al ordenador y un montón de papeles en mano.

Qué demonios ¿Acaso estaba trabajando? 

Koushi buscó con la mirada el pequeño aparato de donde venía la música característica del pequeño hombrecito de sombrero rojo y lo encontró en la mesita de centro y pausado.

Tsk, debió reconocer la melodía de pausa y la de juego. Lo había engañado una vez más

 -Oikawa- exclamó el bicolor tan fuerte para que el mencionado alzara la vista. Tooru dejó los papeles y se acomodó los anteojos con el entrecejo fruncido -¿Sabes a qué horas son?-

-Sí- afirmó -¿Qué clase de pregunta estúpida es esa? ¿Acaso cuestiona mi inteligencia? Son cuarto para las tres, ya casi es la hora de nuestra comida- dijo muy seguro de si mismo y como si aquello fuera la pregunta que una maestra le hace a un niño. Bokuto, sorprendido de tal osadía se llevó una mano a la cara y se la frotó con frustración.

Con qué a eso se refería con ponerse más insoportable 

-¿Y no tenías un compromiso antes?- cuestionó

-Sí- volvió asentir devolviendo su vista a los papeles que tenía en mano -Llamar al veterinario de Zeus, le toca su chequeo mensual- alzó la vista hacia el techo y frunció los labios como si meditara -De hecho... -miró al platinado y le sonrió dulcemente, gesto que no le pareció agradable a Sugawara pues eso indicaba intenciones retorcidas -¿Puede llamarlo? Su número está en mi agenda personal, dile que lo iremos a ver este sábado sin falta- se retiró los anteojos y suspiró -Procura llamar antes de las cuatro, si lo hace después él ya no contestará y no tendremos cita y Zeus no puede esperar y yo tampoco...-

Bokuto alzó una ceja y Sugawara asintió para indicar que las indicaciones eran claras 

-¿En serio? ¿El veterinario?-

-Es simpático- se encogió de hombros restándole importancia-Ah, olvide mencionar que es posible que haya más de un número. Futakuchi los pierde con facilidad y otros son de veterinarios que voy a demandar - apretó los dientes al recordar como Zeus salía sumamente asustado de las clínicas anteriores, quien sabe cómo lo habían tratado, pero era obvio que él no iba a dejar las cosas así.

Se iba a encargar de que las veterinarias no volvieran a prestarle sus malos servicios a nadie más

-Sí señor, no hay problema- afirmó el asistente un poco aliviado. Ese sin duda era un pedido que podía cumplir sin el riesgo de encontrarse con mil sorpresas. Sí, eso era lo que pensaba hasta que abrió la agenda personal y se dio cuenta que todos los números venían registrados como "veterinario 1, veterinario 2" y no sólo eso, sino que había alrededor de treinta agendados similares

¿Cómo iba a descubrir quien era el correcto a tiempo?

Maldito...

-Entonces... ahora que sabes mis pendientes para el sábado ¿podemos pasar por Kuroo e ir a comer?- dirigió su vista al bicolor quien entrecerró los ojos con recelo. Realmente era increíble hasta donde estaba llegando su paciencia para lidiar con el infantil del director

-No Oikawa, no vine sól...

-Señor Oikawa- interrumpió el castaño

-¿Qué?

-Estamos en mi oficina y está enfrente de mi asistente. Aquí y en los pasillos soy señor Oikawa- dijo explicando las causas de su interrupción hastiando aun más al bicolor

-Bien- rodó los ojos-No, señor Oikawa.- enfatizó- No vine sólo para saber su estúpida rutina del sábado, vine porque usted tenía una junta programada conmigo hace dos horas y me dejó como imbécil esperando en la sala de conferencias-

-Ah- exclamó alargando la nota -Sí, lo recuerdo- asintió

-¿Entonces por que no asistió?-

-No quise- se encogió de hombros y se levantó de su asiento para acomodarse las solapas de su saco 

-¿No quisiste?- repitió -Debes estar jodiendo, no puedes hacer esto sólo porque...- miró disimuladamente al asistente y le regresó la vista al castaño -estes molesto conmigo y Kuroo-

-No estoy molesto con ustedes dos, después de todo son unos idiotas- negó con la cabeza- Me surgieron ciertas incertidumbres con respecto a la competencia-

-¿Jackals Entrerprice?- cuestionó -¿Y qué tienen que ver ellos ahorita? Meian ni siquiera está, fue a cerrar un contrato en... -se quedó en silencio procesando lo que iba a decir, eso no era coincidencia ¿verdad?

-Aja - señaló el director -Ahora ya todo tiene sentido ¿cierto?-

-Creo que debemos hablar y tomar la delantera- voltearon a ver a Sugawara y después asintieron confundiendo al pobre asistente que estaba fuera de contexto.

Sólo sabía que Jackals Enterprice era la competencia de Seijoh, empresa donde él trabajaba y donde por desgracia el director era un reverendo idiota de nombre Oikawa Tooru. Existían muchos rumores con respecto a la rivalidad  y uno de ellos era que el dueño de la empresa y su jefe habían sido compañeros de universidad, ciertamente quería preguntarle a su jefe si aquello era cierto, pero la forma tan familiar con la que lo había llamado Bokuto indicaba que el castaño no había sido el único que lo había conocido durante su época de estudiante.

-Sugawara- llamó Tooru -Cuando termines de hablar con el veterinario de Zeus comunícate con el señor Atsumu Miya, dile que lo quiero ver en mi oficina hoy a las seis de la tarde- 

-Sí señor- asintió 

-Hay que informarle a Kuroo sobre esto- comentó Bokuto y Oikawa asintió

Definitivamente no se iba a dejar ganar en ningún sentido, ambos salieron de la oficina, sin embargo Koutaro fingió que había olvidado algo y regresó sobre sus pasos para ver a Koushi

-¿Te puedo pedir un favor?-

-¿Sera no renunciar?- cuestionó mientras tomaba el primer numero de los treinta veterinarios para empezar a marcar 

-No, bueno también - meneó la cabeza -Esconde esa consola de videojuegos antes de que sea tarde. Es por nuestro y su bien- terminó de decir y salió dando largas zancadas para alcanzar al castaño quien ya estaba a lado de un pelinegro de sonrisa felina

¿Cómo que por su propio bien? ¿Qué era? ¿Un niño? Negó con la cabeza y se sentó para empezar a marcar teléfono por teléfono

Mi jefe es un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora