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Sugawara seguía tecleando unas cuantas cosas en el computador organizando las siguientes citas de su jefe para que no chocaran y tuviera aunque sea un tiempo libre para él. Tenía que admitir que Oikawa era un adicto al trabajo y que sus amigos tenían razón al preocuparse por él aunque... no entendía como por qué se empeñaban en ponerlo en situación incómodas. No era muy agradable y para esas alturas le asustaba no poder diferenciar ciertas cosas en su interior.

Miró la puerta de la oficina y por un momento se sintió intrigado.

¿De qué estarían hablando? A decir por las expresiones de todos en la oficina, incluidos Bokuto y Kuroo, el señor era de respetarse y el hecho de que haya venido dejando su cómodo retiro sólo significaba que venía a poner en orden lo que su nieto no pudo. Pero... ¿Qué demonios iba a arreglar? Era evidente que todo en Seijoh funcionaba como los engranes de un reloj, entonces...

La puerta se abrió con brusquedad y Oikawa salió con un aura realmente funesta, llena de cólera e ira. Ni siquiera se detuvo a mirarlo, sino que continuó su camino hasta perderse en el elevador y subir.

Realmente se sorprendió al ver esa imagen de su jefe. Tooru era bastante reconocido por no perder los estribos, pero justo ahora... estaba rojo del enojo y para ser sinceros se preocupó.

Se levantó de su lugar y asomó la cabeza en la oficina de su jefe donde estaba el señor Yoshino igual de enfadado, pero con la suficiente energía como para quedarse ahí sentado mientras se frotaba los ojos.

¿Cómo iba hacer entender a ese niño?

—¿Necesita algo?— preguntó Koushi con cierta timidez temiendo a recibir una respuesta tajante y fría parecida a las del castaño más joven. Sin embargo, esta no llegó y para su sorpresa el mayor levantó la mirada y negó con la cabeza.

—Necesito que mi nieto deje de ser tan testarudo — bufó y el peligris quiso sonreír por lo parecidos que eran —Es tan ingrato, sólo busco lo mejor para su futuro y se niega aceptarlo. No es tan difícil — siguió hablando como si conociera al asistente de Tooru de toda la vida —Quizás fui muy blando con él, pero qué otra cosa podía hacer— suspiró —Torim, perdió a sus padres cuando era un niño. Siempre trate de darles lo mejor a él y a Sekai, pero un abuelo no puede remplazar a sus padres ¿Cierto?— volvió a suspirar y Sugawara se llevó una mano al pecho.

No sabia eso de su jefe y quizás eso explicaba porque era tan duro de carácter, realmente tuvo que madurar a muy corta edad.

—Señor...— llamó Koushi con cuidado —Me parece que el señor Oikawa ha tenido una increíble crianza — se acercó un poco más —Me parece admirable todo lo que ha logrado él solo y como es que tiene cierto ingenio para arreglárselas. Usted lo ha educado bien y me parece que más de uno en esta empresa lo sabe— afirmó y el anciano sonrió con tristeza

—Definitivamente eres el mejor asistente que mi nieto pudo haber contratado — dijo y las mejillas de Sugawara se colorearon de carmín.

Al fin, alguien que reconocía su papel como asistente.

—No ha sido sencillo llevarle el paso— suspiró con cansancio recordando cada traba que el castaño le ha puesto sólo para que renuncie.

—Sé bien que Torim tiene un carácter bastante especial, pero... le agradas — esta vez le sonrió con un poco más de confianza —Y a él no le agrada cualquier persona, es bastante selectivo así que si aún no te has ido para el aniversario de la empresa te puedo asegurar que ya no te dejara ir despues —  afirmó con convicción —Resiste un poco más

Resistir...

Eso estaba haciendo por el amor de dios. Pero ese niño mimado se ponía más caprichoso, era difícil, sin embargo, lo iba a lograr.

—¿Puedo pedirte un favor, Suga-Chan?— preguntó con suavidad el hombre y el aludido asintió con la cabeza

—¿Cuál?

—¿Puedes ir a verlo?— pidió —Se que quizás te estoy enviando al matadero por el estado en el que salió, pero... no me gusta que esté solo cuando se enfada— desvió la mirada con cierta nostalgia —Y en vista de que esta molesto conmigo dudo que sea una buena compañía para él

—Y...yo—

¿Estaba bien hacerlo? Es decir... para esas alturas ya sabía que no debía meter sus narices en los asuntos personales de su jefe, además de que en cierto modo le asustaba como pudiera recibirlo y que no fuera tan bienvenido como el abuelo creía. Sin embargo, él también estaba preocupado.

Nunca lo había visto perder los estribos de tal manera y esa actitud arrogante y juguetona se había visto aplastada por una cólera descomunal.

—No tienes que hacerlo si no quieres. Eso no forma parte de tus funciones como asist...

—Ire— interrumpió sorprendiendo a Yoshino en el proceso. —No se preocupe, yo le haré compañía de ahora en adelante

—Gracias Suga-Chan — agradeció y le sonrió con ternura —Probablemente este en la azotea. No le gustan los lugares cerrados cuando tiene que tomar decisiones.

Koushi asintió, salió de la oficina y se dirigió al elevador para subir a buscarlo. Debía estar bromeando ¿por qué dijo algo así?

Lo más importante ¿que iba hacer ahora? ¿Llegaría con las manos vacías? ¿Cómo tenía que hablarle?

Maldición... Eso debió pensar antes de aceptar la petición.

Era un idiota.

Mi jefe es un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora