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—Ese bastardo...— susurró cuando se dio cuenta que ya eran pasadas las diez de la mañana y su jefe no tenía intenciones de aparecer en la maldita oficina.

Otra vez lo estaba fastidiando y todo por qué... sólo porque se enojó al mencionar a Daichi. Eso no tenía sentido y debía admitir que no entendía porque de repente se había molestado tanto sólo por mencionar el tema.

Oikawa era todo un lío y aún así...

"Y cuando sienta que ya no pueda cargar al mundo, yo lo cargaré con usted"

Se sonrojo como colegial al recordar la barbaridad que había dicho el fin de semana.

Demonios. Ya no debía beber de esa forma, pero eso ya lo había prometido, justo esa misma mañana.

Bueno, esta vez lo intentaría con más ahínco.

Volvió a mirar el reloj en su muñeca y las manecillas seguían avanzando. Parecía que el castaño realmente se estaba tomando enserio de nuevo el querer que renunciara.

Recostó su cabeza sobre el escritorio y se frotó el cabello con frustración ¿Por qué lo seguía soportando si era un idiota? Su salud mental no lo merecía.

Una risa conocida inundó sus oídos y levantó la mirada para ubicar al sinvergüenza de su jefe que parecía que al fin se había dignado en aparecer. Sin embargo, verlo tan despreocupado, sin uno de sus trajes formales y luciendo algo casual mientras salía de la oficina de Bokuto lo desconcertó.

—No puedes hacer esto— vocifero el bicolor con lágrimas en los ojos

—Sí puedo y ya lo hice— Oikawa siguió riendo ante la expresión infantil de su amigo y se metió la manos en las bolsas de su pantalón —Pensé que era lo que querían ¿no?

—No, maldita sea. —Rodó los ojos con hastío. ¿Desde cuando decirle que tome un descanso significa que deba renunciar? Además... eso estaba lejos de su intencion original, lo que ellos querian era que aceptara al asistente para que su carga de trabajo fuera menor y por supuesto, que si surgia algo mas entre los dos no se iban a quejar. El amor entre jefe y empleado estaba muy de moda—Siempre haces lo que quieres— se frotó la cara con frustración.

Sugawara entrecerro los ojos con cierto recelo y trató de parar la oreja para escuchar aquella conversación que parecía que iba acabar con los nervios del bicolor.

¿Qué estaba pasando? ¿Desde a que horas había llegado Oikawa al trabajo? ¿Por qué venía vestido de esa forma? No es que se viera mal o algo por el estilo. De hecho era fiel creyente de que ese estilo le quedaba mucho mejor que los trajes serios que usaba diariamente, pero... no era lo propio para un día de oficina.

—Deberías estar contento— el castaño se fue acercando hacia su propia oficina mientras lo venía siguiendo el gerente de recursos humanos

—¿Contento?— cuestionó en voz alta —¿Cómo voy a estar contento si estoy presenciando la caída de la empresa?

¿Qué? ¿De qué estaba hablando?

—Estas exagerando — Tooru meneo su mano restándole importancia al asunto —La junta directiva sabrá que hacer para el beneficio de la empresa o puede que Yoshino regrese de nuevo—

—Oikawa idiota— bufó de nuevo Koutaro —Cuándo Kuroo y yo dijimos que necesitabas descansar más, no hablábamos de una maldita renuncia—

¿Renuncia? Pero... Él...

—Bueno— se paro en seco justo enfrente del escritorio de Sugawara y le sonrió de forma sincera mientras se encogía de hombros —Tú lo has dicho, siempre hago lo que quiero—

Ante el gesto que el peligris no pudo descifrar se sintió aún más confundido que nunca. Se supone que su jefe era un adicto al trabajo, un maldito que se había ganado el apodo de dictador por querer todo bajo control siempre y ahora... ¿estaba renunciando?

—Felicidades, joven Sugawara — asintió ligeramente con la cabeza —Parece que ha ganado la contienda y la empresa obtuvo mi renuncia antes que la suya— le guiño un ojo y se metió a la oficina para recoger sus cosas.

¿Qué? ¿Lo estaba jodiendo? ¿Cómo así?

Se levantó de su escritorio y se metió junto con Bokuto a la oficina para que les explicará a los dos que estaba pasando. Sin embargo, el castaño lejos de estar preocupado, estaba bastante tranquilo guardando sus objetos personales y tirando la placa con su nombre a la basura.

—No es necesario el comité de despedida — Alzó una ceja con expectación y se cruzó de brazos a la vez que se recargaba en el escritorio —Hablen—

Bokuto y Sugawara se miraron en complicidad como si ambos supieran que necesitaban una explicación concreta a toda la situación y que simplemente no podían dejar que se fuera de esa forma.

—No puedes irte— inicio Koutaro —Viene el aniversario de la empresa, tienes contratos que firmar y esta lo de Meian—

—Aja y...

—¿Qué no estás escuchando?—

Oh dios, si lograba salir sin un colapso mental sería una bendición.

—Fuerte y claro, pero eso ya no me compete. No soy más el director, ni el presidente de la empresa

—Pero señor...— ahora era turno de Sugawara —Usted es mi jefe ¿Qué se supone que haga si va a renunciar?

—No sé... quizás...— tomó sus cosas y empezó a caminar —¿Atravesarte sin mirar la calle de nuevo? —se encogió de hombros y al ver la expresión de enojó el joven soltó una carcajada —Tienes un contrato, dios— siguió riendo —Es probable que te vuelvas asistente del próximo director que tal vez sea Yoshino de nuevo. Ya lo conoces ¿no?— ladeo la cabeza —Si eso es todo, iré a escuchar los lloriqueos de Kuroo—

Salió de la oficina y le sonrió a Iwaizumi que lo estaba esperando. Tomó las cosas del castaño y ambos bajaron por el elevador.

¿Qué demonios había pasado?

Mi jefe es un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora