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—Bueno, eso fue fácil

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—Bueno, eso fue fácil.— comenté. Le di una palmadita a _____ en el hombro. —Gracias.

Dejándolos atrás comencé a caminar.

—¡Gojo!— un sujeto del fondo me vió. —Que bueno que estás aquí.— pasó su mano por mi hombro y con la otra me dió palmaditas en el pecho. Por la diferencia de altura le costó un poco.

Entre la multitud, en el sofá la vi sentada en las piernas de él. Se veía realmente sexy, pero así era ella.

Cruzamos miradas y me fue inevitable sonreírle con arrogancia. Moví mi cabeza ligeramente hacia arriba dándole a entender lo que quería, entendió fácilmente puesto que su expresión se volvió un poco más seria.

Con la música golpeando mis oídos, llegué a la escalera y emprendí rumbo al segundo piso. La casa si era grande por lo que habitaciones tenía de sobra. Pero como dije, era una fiesta masiva, y como yo, habían 20 más que pensaron lo mismo.

—Joder...— maldecí al tocar la manija de la puerta. —Cerrada.

Pero la puerta del baño fue abierta, de donde salió un chico moreno, utilizando una camiseta de basquetbol.

Me saludó y le devolví el gesto intentando no verme desesperado por ocupar el baño.

Entré e inmediatamente puse seguro en la puerta. No pasaron más de 5 minutos cuando sentí unos golpes en la madera.

Abrí la puerta.

—¿Qué haces aquí?— preguntó.

Miré a ambos lados pendiente de que nadie nos viera.

—Mei Mei, que gusto vernos otra vez, ¿no?— me hice a un lado y ella entró.

Nuevamente observé y para mi suerte, no había nadie. Cerré la puerta con seguro y la dejé acorralada contra la pared.

T / N


Llevaba 20 minutos con un vaso a medio beber en la mano. Estaba apoyada en el mesón de la cocina viendo a todos bailar, beber y cantar.

Suguro estaba en la sala, podía verlo desde mi posición. Conversaba con algunos chicos manteniendo su aura misteriosa y gran tamaño. Si que era un hombre intimidante de cierta forma.

—Está soltero.— una voz de la nada me sacó de todo pensamiento. —O eso se cree, no es de hablar con muchas personas.

—¿Disculpa?— me giré a mi derecha, encontrándome con un rubio muy animado.

—Veías a ese chico como si quisieras quemarlo con los ojos.— lo miré mal. —O eso asumo yo.

—Asumes y encima mal.— le di otro sorbo al trago color naranja y casualmente con un trozo de la fruta en su interior.

—Okey, mal inicio. Soy Chris.— estrechó mi mano con mucha energía.

Luego de analizar su aspecto con lentes luminosos, un adorno floral sobre su cuello y un cintillo con un aparato reproductor masculino, entendí el por qué de su estado.

𝐇𝐄𝐀𝐕𝐄𝐍 | Gojo SatoruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora