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—Luego de la muerte de mis padres, me sentí vacío

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—Luego de la muerte de mis padres, me sentí vacío.— dije. —Estaba solo, tenia apenas 15 años y muchas dudas. Nunca tuve hermanos y simplemente perdí el rumbo con el paso de los años.— evadía la mirada de ____. —En el proceso conocí mucha gente y muchos lugares, la verdad no es algo de lo que esté orgulloso, pero así fue como conocí a Megumi.

Ella acariciaba mis manos aún sentada en el suelo, dándome la confianza de continuar.

—Había salido a duras penas de la preparatoria y empecé a rodearme de hombres adictos a las apuestas. Era un mundo muy turbio para un niño de 2 años.

[...]

Hace 3 años atrás.

El sonido de la bola rodar por la ruleta, el olor a humo, alcohol y distintas sustancias se sentían en el ambiente.

Aquí disfrutaban y se encontraban los que podrían considerarse como los más ambiciosos pero también los más poderosos. Con sed de demostrar quien era superior al otro.

Entre tanta multitud estaba un albino observando atentamente con un cigarrillo en la boca como aquel hombre de alta complexión y buen porte tuvo la intención de traer a este lugar tan ruina un mocoso de no mas de 3 años.

El hombre dejó atrás al niño de manera despreocupada, con ropa para nada acorde al frío de la noche, para él sentarse a conversar junto a los hombres que compartían la mesa junto a Gojo.

Durante varios minutos no pudo quitarse de la cabeza a pesar de que intentó ignorar el hecho de que ese hombre había abandonado a su hijo a su suerte para él complacer sus necesidades. Este gesto lo enfureció, pero no dijo nada.

Y así, cada noche por 2 semanas, Satoru vio repetirse esta acción. Él llegaba, el mocoso se sentaba en el suelo a jugar con un pequeño peluche, él se divertía y luego de varias horas, el menor yacía durmiendo en el frío suelo.

No fue esta noche distinta, que el albino se sentó a esperar justo al lado donde el irresponsable se sentaba cada vez que llegaba.

—¡Toji!— exclamó uno de los que estaba ahí. Satoru no volteó a ver. —Menos mas apareces, pensamos que no vendrías.

—No me pierdo las apuestas, caballeros.— dijo con su voz grave.

—Pero si tampoco ganas.— se burló otro.

Ya Satoru a estas alturas no aguantó.

—Este no es un lugar para un niño.— habló sin quitar la vista del juego.

—¿El mocoso?— preguntó desinteresado. —Verá él como se entretiene.

—Eres su padre, ¿no?— Gojo hablaba sereno.

—Eso dicen.— Toji tampoco parecía quitar la vista de la ruleta. 

—¿Ahora también vas a cuestionar a su madre?— dijo, sin pensar que esa sola frase tocaría un nervio en el contrario.

𝐇𝐄𝐀𝐕𝐄𝐍 | Gojo SatoruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora