3: Interés.

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       El ambiente se tornó pesado cuando el equipo policial preparó los cadáveres para trasladarlos a la morgue. El vehículo que  hacía  funcionar  a las cabinas de frío  partió primero, por lo que los demás agentes subieron a otro automóvil donde cargaron algunas pruebas antes de partir a la base policial.

      La inspectora Park  iba de copiloto, mientras que la asistente forense  conducía la moderna patrulla todoterreno que  tiempo atrás  se le había asignado.  Eso le dejó la vía libre a Son Hyeju quien pudo estar más en sintonía con el equipo  policial pues gracias a su posición privilegiada cerca de la inspectora Park, escuchaba las teorías más controvertidas que los demás socializaban. Normalmente, Son era más de escuchar que de hablar, pero esta vez se atrevió a dirigirse a su jefa:

        — Inspectora Park...

        — Hey, Chae  — interrumpió alguien desde los asientos traseros — ¿por qué dudas que haya sido sicariato?

"Maldita Jinsoul", pensó cuando la rubia acaparó toda la atención.

      — Por los objetos encontrados. Habían varias botellas de alcohol, retazos de ropa vieja y muchas colillas de cigarrillo. Además, los signos de tortura eran leves y los cadáveres estaban prácticamente "frescos". Sospecho que los atacantes tenían una relación de confianza con las víctimas, por la cantidad de botellas y cigarrillos tirados en la tierra.

        —  ¿Y si los sicarios se quedaron ahí como en una especie de "campamento", esperando alguna orden de quien los había enviado?

        — Los sicarios no suelen arriesgarse tanto. Es imposible que para asesinar a dos hombres se necesitaran más de tres asesinos. Considerando las botellas de alcohol, son demasiadas para que tres sicarios hayan cumplido satisfactoriamente su trabajo y no hayan caído borrachos.

       — Creo que tienes razón... pero cabe la posibilidad que hayan sicarios involucrados en los otros hechos, siempre del mismo caso, Chaewon.

      — Claro, no son hechos aislados. 

La rubia asintió satisfecha  y comenzó a leer las notas que Hyeju había elaborado durante el reconocimiento.

      — Agente Park...  — llamó la  asistente forense de nuevo.

La inspectora fijó su fría mirada  sobre la nerviosa subordinada y  le hizo un ademán con la ceja para que hablara de una vez:

      — Creo que efectivamente los hombres eran cercanos a los asesinos  —  murmuró. Estaba muy incómoda al sentir la atención de su jefa, su columna se tensó y lentamente adoptó una postura  semejante a un camarón.

      — No me diga  — escupió Park con desprecio.

      — Sí, por cierto... lamento mi error con las colillas de cigarrillo, trabajaré más duro la próxima vez.

      — Eso espero, agente Son.

       Chaewon se tranquilizó y continuó el largo trayecto de tres horas en completo silencio. A veces  captaba  cómo Hyeju la observaba de reojo en algunos altos y giros para salir de la zona remota en que les sorprendió el amanecer. La agente Park quiso jugarle una broma para romper el pesado ambiente dentro de la cabina, por lo que aprovechó una oportunidad en que la mirada escurridiza de Hyeju se posó en ella:

      — El camino está al frente, agente Son.

      — ¡Ah! Sí, sí, claro jefa.

     La pelinegra sonrió victoriosa cuando la expuso. Se recostó en el asiento y acomodó sus piernas de tal manera que sus botas lodosas no ensuciaran más allá de la alfombra. Llevó sus manos a la altura del cuello y sujetó su cabello en una improvisada coleta que dejó escapar parte de su fragancia favorita. 

     Mientras tanto, la asistente forense movía nerviosa sus dedos sobre el timón esperando que los coches de enfrente avanzaran. 

    — ¿Siempre reaccionas así? — dijo Chaewon. 

    — ¿Eh? claro,  siempre — contestó dudosa mordiendo sus labios con evidente estrés.

Hyeju se sentía tonta y lo demostró ante todos los ocupantes del vehículo cuando trataba de incorporarse a la zona metropolitana y se quedó atascada en un semáforo en verde. 

      — ¡Avanza Hyeju!, ¡diablos! Necesito orinar y te has congelado viendo a Chaewon. ¡Mira la carretera!

"Qué me importa si no aguantas  pensó la joven policía —. ¿Por qué no orinas de una maldita vez en la cuneta, Jinsoul?". 

      Chaewon no pudo contener las ganas de reír. Esto provocó en Hyeju  que su habitual tono de piel pálido  se transformara completamente  al color rojo; sus manos y frente comenzaron a sudar, a lo que Chaewon le extendió una servilleta de cocina para que se limpiara.  La subordinada falló en su agarre y la soltó torpemente, por lo que esta se perdió entre el freno y el acelerador de la patrulla. Su jefa la veía atónita, pero en un gesto amable posó su mano sobre su hombro y le dio una palmadita a la intranquila joven.  

     — Tranquilízate, tengo más servilletas guardadas, las colecciono porque nunca se sabe cuándo las necesitarás — le extendió la pequeña cajita y la puso sobre el tablero del vehículo.

     — Gracias, inspectora.

     Chaewon sintió calor y aunque iba en contra del reglamento de seguridad, aflojó el chaleco antibalas que portaba; suspiró cansada y llevó sus manos cerca de su cinturón de equipo para acomodar sus herramientas de trabajo que le molestaban en los muslos. Esto distrajo a Son Hyeju del camino de nuevo.   

      — ¡Detente! ¡Hey, casi te caes en un bache! Ah, nunca les dan mantenimiento a estas calles llenas de agujeros.

       De un momento a otro, la inspectora Park dejó de tratarla formalmente. Era usual en ella cuando quería acercarse más a las personas. Luego de unas horas con  incómodos silencios y algunas burlas de Jinsoul, todos en la patrulla bajaron con el material necesario para montar un debate y armar posibles teorías sobre lo ocurrido la noche anterior.

       El vehículo aparentemente quedó vacío, pero cuando la asistente trató de aparcarlo, se dio cuenta que su jefa aún estaba bajando unos papeles. Con los informes y evidencias sostenidos con una mano, la inspectora Park bajó con dificultad, a lo que Hyeju le ayudó antes que se fuera al primer escritorio de la comisaría y se despojara del incómodo chaleco antibalas que protegía su fino torso. Le dio instrucciones a la abogada  Jeong Jinsoul y dejó los objetos para regresar a paso rápido al todoterreno que la asistente forense ya había encendido nuevamente pues su última misión era llevarlo al estacionamiento privado del recinto. Chaewon se apoyó en la ventana contigua a la menor.

     —  Hey, Son.

     — Dígame jefa.

      —  Tenga esto  — habló con voz maternal  y le tendió un trozo de cartón que no soltó hasta que estuvo segura que su compañera lo atrapara —. No sé qué pueda estar pasando en tu vida, pero si un día necesitas ayuda puedes contar conmigo y con ella

Hyeju apenas levantó la cabeza pues vio el objeto que le señalaba Park.

    — Es una buena amiga mía, ánimo agente Son. A veces necesitamos ayuda profesional.

Sin más, Chaewon se fue y se perdió entre los desordenados muebles de la delegación.

"Choi Yerim... Psicóloga", era lo que decía la tarjeta de presentación. La guardó en uno de sus bolsillos y suspiró con desdén hundiéndose en su asiento. 

"Todo está bien agente Park, no necesito ayuda profesional".

     Pensó mientras retiraba el freno de mano del automotor y regresaba a su posición de costumbre, no sin antes golpear accidentalmente  con su codo la palanca de cambios y averiar la caja. Con pánico y dolor, la novata logró revertir el daño y la palanca se liberó como si nada hubiera pasado.

"Ella no debió designarme tan apresuradamente el todoterreno".

Sonrió pícara y condujo suavemente el poderoso automotor tras la reja.

Identidades Difusas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora