35: Despedida.

30 6 0
                                    

   — Vine directamente porque sé que usted es de confianza, inspectora Park.

   La base policial emitía un aura descuidada ante la partida de dos de sus elementos fundamentales. Hacía dos días que la comisaria Kim  y la abogada Jeong se  habían ausentado para recuperarse en el hospital; sin embargo, sus estados de salud no mejoraban,  y ante el suceso que hirió la moral del cuerpo policial, la institución no podía resquebrajarse por dentro. Precisamente, era tarea de la ministra Wong preservar el honor y la resiliencia  de cada agente policial. 

    Esa era la razón por la que la amplia sala de reuniones era ocupada únicamente por dos personas, que se  observaban seriamente tratando de guardar la compostura:

  — Ministra Wong, estoy a sus órdenes.

   La imponente funcionaria le tendió unos documentos sobre la mesa, los cuales  leyó con cuidado para ubicar su firma en el  espacio final del escrito. Suspiró aliviada y apretó la taza con té caliente que le tranquilizaba los nervios.

    — Lamento mucho lo de la comisaria Kim y la detective Jeong... pero también lo siento por usted, inspectora Park, sé que  ustedes tienen una relación de amistad más allá de la laboral. Usted es una de nuestros mejores elementos, por eso tomé la decisión de ascenderla a Comisaria en funciones, porque sé que mantendrá el orden y la disciplina en la estación mientras la comisaria Kim se recupera.  Usted también continuará siendo la jefa del caso Edén.

   — Gracias por la confianza, ministra Wong.

   — Está de más que se lo diga, pero al asumir la comisaría, usted no podrá ir al extranjero a especializarse. Lo siento mucho, no dude que habrá otra oportunidad en un futuro para que usted reciba ese y otros cursos más.

   — Lo entiendo y créame, no es por despreciar el curso, pero si usted me lo pregunta, ante esta situación prefiero mil veces quedarme y dar con la verdad. Ministra Wong, haré mi mejor esfuerzo para capturar a quien cometió este crimen. Igualmente, tendré en mis manos a la cabecilla de Edén y a su grupo criminal.

   — Comisaria Park, estoy segura que usted lo logrará.

   — Gracias.

   — Permítame preguntarle otra vez, ¿Cómo va la investigación de Edén?

   — Le traeré el informe actualizado.  

    Salió del salón  en dirección a su oficina, bajó las escaleras de la segunda planta y caminó por el blanco pasillo que resguardaba las oficinas de las jefaturas de la División Contra el Crimen Organizado y las secciones especiales de apoyo. Se sorprendió cuando vio de frente a una figura femenina con el uniforme desordenado, ajado y sucio. El aroma que emanaba era el olor a la muerte... o al menos, al intento de homicidio que había cubierto hacía dos días. Chaewon se petrificó y olfateó ese reconocido perfume mezclado con el hedor a ropa sucia. Apretó los puños y se decidió a cuestionarla:

   — Son, ¿Por qué husmea en mi oficina?

   — Disculpe inspectora Park, la estaba buscando — mintió con disimulo viéndole los labios aún amoratados.

   — ¿Qué motivo tiene, agente Son?

   — Quería saber si usted se encontraba bien.

   — Lo estoy.

   — Perdone que invada su privacidad, pero sé que la abogada Jeong es una amiga cercana para usted, al igual que la comisaria Kim. Así que pensé que quizás usted no se encontraba en los mejores términos.

   — Agente Son, qué le importa eso... — dijo abrumada y cruzada de brazos.

   — Me importa, porque la amo, jefa.

   Sin más tiempo que perder, Hyeju la abrazó sin aviso y  sin importarle la distancia que Chaewon le impuso.  La cobriza se reconfortó al sentir su cuerpo cálido sosteniéndola, se dejó llevar y supo que no quería perder ese lugar familiar que tanto extrañaba. Sin embargo, aún no estaba lista para perdonarla, la amaba, pero debía considerar todos los acontecimientos que desencadenaron la ruptura.

    — Sé que es estúpido disculparme luego de haberte abrazado sin permiso, estoy consciente de ello, Chaewon. Este es el último abrazo que te daré. Es egoísta decirlo, pero quería sentirte cerca una última vez... 

   — No me molesta. 

   — Mi Chaewon — pegó su rostro al cuello de la comisaria —. Te ofrezco una disculpa sincera, sé que no hay motivo para justificar mi comportamiento, pero debo aclararte que nunca quise sobrepasarme contigo. Chaewon, si en el futuro existe la oportunidad para reconstruir lo nuestro,  yo estaré dispuesta a aprender de esto y enmendar cada uno de mis errores. Te amo.

   — Hyeju, si algún día eres honesta conmigo, podríamos volver a conectar. Sé que esto no es una despedida definitiva. 

   — Cuida de ti misma...

   — Igualmente. 

   — Lo haré, mi Chaewon — le sonrió triste. 

   — Hyeju, ¿puedo besarte por última vez?

   — Por favor.

    Sus labios se juntaron en un dulce, suave y agradable contacto. El olor de Hyeju no la incomodó a pesar que se colaba en su delicada nariz.  Mas, ese último roce tan ansiado fue abruptamente interrumpido la recién nombrada comisaria, que dejó a Hyeju esperando un segundo beso. 

   — Gracias.

  — Te amo.

Hyeju no recibió otra respuesta más que una sonrisa débil.

  — Nos vemos luego, jefa Park.

  — Te veo luego, Hyeju...

    La pelinegra abandonó el desolado pasillo a paso rápido.  Se dirigió a la salida del recinto, sosteniendo algo que llevaba escondido en su abdomen, bajo la camiseta sudada de su uniforme manchado; al salir de la estación sin permiso de sus superioras, corrió cautelosa hasta la estación de metro, donde la esperaba una joven con una mochila de conejo en la espalda y un vestido floreado color azul claro.

___________________

Aviso: ya estamos cerca del final.

Identidades Difusas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora