Bucle

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Ado había quedado sola, no tenía alguien a quien cuidar o proteger, era una familiar tan débil que permitió que su señora muriera por defenderla. Le asqueaba su debilidad, estar perdida sin un propósito.

Mientras deambulaba por un parque se encontró con una escena que le colocó los pelos de punta por la rabia. Dos señores estaban intentando arrastrar a un niño de 5 años a la parte más abandonada del lugar.

Ado no lo pensó mucho, saltó sobre los dos hombres golpeándolos con las pocas fuerzas que aún conservaba de la conexión con su difunta señora. Respirando agitada, abrazando al niño contra su pecho mientras veía a los dos adultos inconscientes. Su atención bajo al infante, esos enormes ojos castaños con motas doradas rodeados de tupidas pestañas, el rostro sonrojado por el llanto, una parte de la bonita cara se estaba hinchando por el golpe que alguno de esos depravados le propinó.

-Sssh, ya bebé, todo está bien, Ado te cuidará- arrulló al niño abrazándolo con todas sus fuerza.

-¡señorito Anthony!- un hombre delgado de cabellos castaños claros se acercó corriendo. Preocupándose al desentrañar lo que había pasado, sonriendo agradecido a la mujer Albina- gracias por salvarlo - intentó agarrar al castaño pero la fémina se lo impidió.

-¡Eres un mal cuidador! Yo ser mejor, yo ser nueva protectora-

Jarvis no sabía qué hacer, está desconocida tenía las intenciones de correr con el señorito quien sabe a dónde, pensando rápido se le ocurrió una idea.

-si, tienes toda la razón ¿Que tal si vienes conmigo? Así lo puedes cuidar en un lugar seguro- el hombre rogaba porque está mujer aceptará la propuesta.

La albina lo medito por un momento, no tenía un lugar para brindarle comodidad a su nuevo amo. Lentamente afirmó con la cabeza, siguiendo al sujeto a un vehículo que los llevó a una enorme mansión.

Escuchó de forma distraída las instrucciones del hombre llamado Jarvis. sus ojos oscuros no dejaban de seguir la pequeña figura de Anthony.

Se vistió con el uniforme de sirvienta que le proporcionaron e hizo su trabajó autoimpuesto. Cuando conoció a los padres de su amo, enseguida los odió, María era una mujer con la cabeza metida en las fiestas y eventos de caridad , Howard por otro lado vivía en la obsesión de buscar a un hombre perdido, los dos ignorando a su hijo.

Ado había estado preparando galletas para Anthony cuando escuchó un sollozó, agarró un cuchillo de cocina y corrió en dirección del llanto. Entrando de golpe en la sala, no le gustó para nada lo que vio, Howard agarraba a Tony del cabello, zarandeandolo mientras le gritaba que no volviera a meterse en su laboratorio.

La albina se abalanzó, haciendo un corte superficial en el bíceps derecho.
El Stark mayor retrocedió asustado,
preguntándose ¿qué demonios le pasaba a esa sirvienta?Corrió en dirección a la puerta de entrada al verla acercarse muy dispuesta a apuñalarlo. Suspirando aliviado al ver a Peggy en el recibidor.

-Peggs, ayuda esa mujer está loca- Howard se refugió detrás de la morena, quien sacó una pistola al ver llegar a la agitada albina

-¿qué está pasando aquí?- Peggy Carter apuntó directamente a la cabeza de la sirvienta, la había visto muchas veces cuando venía de visita y siempre le pareció alguien espeluznante.

-¡ese viejo horrible! Lastimar a Antonio, bebé llorando- la irá corriendo en el cuerpo de Ado la hizo hablar con ese fuerte acento suyo. Avanzó un pasó, retrocediendo al instante por las balas que cayeron a sus pies.

Peggy miró sobre su hombro a Howard, furiosa por lo que acababa de escuchar

-¿Te gustaría explicarte antes de que sea yo quien decida acabar contigo?- la morena se giró colocando la punta de la pistola directamente en la cabeza de Howard, presionandola con cada palabra que decía.

The State of DreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora