La vida es demasiado complicada aunque se aprende a vivir en ella, la vida de Natasha, Yelena, Kate, Wanda y familia cambiará en un solo segundo, las cosas que ellas apreciaban y amaban se les será arrebatado, aprenderán a vivir en su nueva realidad...
Mordí mi labio inferior mirando la hoja en mi mano, escuché también la música de fondo moviendo mi pierna derecha luego observé el reloj en la pared e hice una mueca, no llegaría a ningún lado, así que me levanté con el papel en mano y salí de la oficina.
-¡Oye Martínez! Ya me voy, aún no resuelvo esto pero tengo la lista de lo que necesitaremos, esto no va hacer fácil como creíamos-. Le dije a Martínez que estaba comiendo su almuerzo.
-No te preocupes rubia, haremos que funcione, no por nada te tenemos a ti y a tus hermanos, anda vete que ni siquiera deberías de estar aquí-. Dijo el castaño con una sonrisa arrebatandome la hoja de mi mano.
-Todavía que quería ser amable, adiós-. Le dije agitando mi mano para caminar hacia el otro pasillo, bajando las escaleras rápidamente.
A mí paso saludé a varios y varias amigas que trabajaban en nuestro taller, habían unos cuantos carros y todo el personal me saludo, les sonreí alegremente.
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Al salir fuí al lado derecho del taller, este día había decidió traer mi bicicleta color blanca, así que la tomé y salí del lugar, me coloque mis audífonos y los conecte con mi celular que después guarde en el bolsillo de mi short, comencé a pedalear rápidamente, los rayos del sol golpeaban mi rostro, me gustaba el sol, me gusta el lugar en donde vivía, pase con rapidez al lado de algunos coches para luego adentrarme a la orilla de los hoteles, ingresando a la playa, observé con una sonrisa a las familias jugando en el mar o en la arena, siendo felices.
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Estaba segura que a mis madres les hubiera gustado vivir aquí, todos los días las extrañaba con todo mi ser, aún tengo todos los recuerdos vividos con ellas muy grabadas en mi mente, al igual que unas fotografías en nuestra casa, como quisiera que estuvieran aquí, con nosotras pero lamentablemente no es así.
-¡Oye!-. Grité al darme cuenta que mi hermana estaba sentada en una de esas mesas que ponían para los turistas.
-No, no... Aléjate, está es mi comida, mía-. Gruño cuando me detuve enfrente de ella, mírando las charolas de comida en la mesa.
