Capítulo 4

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Alchai (Al - ch - eye)

Harry se creyó un genio, había logrado pasar el desayuno sin alertar a nadie de su nueva... rareza. Nadie le preguntó sobre su extraño color de ojos, nadie mencionó que estaba inquieto en su asiento debido a su increíble picazón en las alas, y nadie, excepto los gemelos, lo miró con extrañeza debido a su nueva apariencia.

-Bueno, eso fue increíble, señora Weasley-. Harry ayudó a la pelirroja a colocar los platos en el fregadero, donde un cepillo de fregar empezó a lavar al instante los huevos secos y la grasa de tocino de los platos.

-Gracias, querido. Es agradable cocinar para alguien que lo aprecia, para variar-. Ella le lanzó una mirada punzante a Ron, que estaba de pie cerca de la puerta, y él simplemente levantó las manos y volvió a entrar en el salón. -Por qué no vas a ponerte al día, yo terminaré aquí-. La señora Weasley le dio una palmadita en la mejilla a Harry y éste hizo inmediatamente lo que le pedía; dejando que la mujer terminara de limpiar sin él.

Harry entró en la cómoda sala de estar para encontrar a la mayor parte del clan Weasley reunido alrededor de la pequeña mesa de café, los gemelos desmontando algún nuevo invento. La única persona que no parecía nada impresionada era Hermione, que estaba sentada al lado de Ron con una expresión ligeramente aburrida en el rostro. Cuando la chica vio entrar a su amigo, levantó a su novio del brazo y lo sacó de la sala. Increíblemente, nadie se dio cuenta de que la pareja se había marchado y, en cambio, observó con avidez cómo Fred se volvía de un profundo tono púrpura tras colocarse un ala igualmente púrpura en la cabeza.

-Vamos arriba. Puedes contarnos todo sobre tu verano-. Hermione no esperó una respuesta antes de agarrar a Harry por el brazo en una sujeción idéntica a la que tenía a Ron y arrastrar a ambos chicos escaleras arriba, sin detenerse hasta que estuvieron en el dormitorio naranja brillante de Ron con la puerta cerrada firmemente tras ellos.

-¿Por qué no nos lo dijiste, Harry?- Su brazo se soltó unos instantes antes de ser atacado con una pregunta que no tenía absolutamente ningún sentido para él.

-¿Decirles qué?- preguntó Harry, completamente confundido por el repentino cambio de humor de Hermione.

-¿Por qué no nos dijiste que eras un Alchai?- Los ojos marrones de la chica ardían de ira y Harry nunca había temido a nadie como a esta mujer. -¿Creíste que éramos estúpidos? ¿Que no nos daríamos cuenta de cómo has cambiado? ¿Cómo pudiste ocultarnos esto, Harry?- Bien, alguien estaba teniendo una crisis mental.

-Mione, ¿de qué estás hablando? Acabo de despertarme así-. Harry miró a Ron, pero el otro hombre se limitaba a mirar a su novia como si no pudiera creer en lo que se había metido. En definitiva, no era de ninguna ayuda.

-¿Qué? ¿No lo sabías?- Hermione sonaba tan confundida como él, su voz sonaba suave y perdida. -Pero-pero el ministerio debería tener-tener.... ¿realmente no lo sabías?- La habitación se volvió repentinamente muy incómoda, pero Ron parecía ser el único que no sentía los efectos.

-¿Saber qué? Hermione, estás haciendo que me duela la cabeza-. Eso no era muy difícil, pero afortunadamente la chica se dio cuenta de que Harry realmente no tenía ni idea de lo que estaba hablando.

-Esto no tiene ningún sentido-. Susurró para sí misma en el mismo tono que utilizaba cuando criticaba sus exámenes y redacciones calificadas. -Has recibido una carta del Ministerio, ¿verdad?-. Harry asintió y, antes de que ella pudiera decir nada, se marchó de nuevo. qué decía?-.

-Eh... sólo que era parte criatura -(lo que sea que eso signifique)- y que me enviaron esto-. Levantó la mano para mostrar el anillo y por primera vez desde que entraron en la habitación, Ron le miró.

-Oye, amigo. ¿Qué es eso?- Señaló la mano de Harry que Hermione había agarrado y ahora miraba como si pensara que su mano iba a estar en un examen u otro.

-Es un anillo de seguimiento-. Contestó Hermione. -¿La carta no decía nada más?-.

-No. Ahora puedes decirme, por favor, de qué estabas hablando antes. ¿Sabes lo que soy?- Bueno, esa no era una frase que Harry hubiera pensado que diría en esta vida.

-Por supuesto. Eres un Alchai, cualquiera con ojos puede verlo. Sólo tienes que mirarte, tus ojos, tu pelo, tu piel, tus miembros y todo lo demás son rasgos Alchai de manual. Y los dos lo sabrían si hubieran completado su lista de lecturas de verano-. La mirada de Ron fue simplemente hilarante. No había esperado que la chica se volviera repentinamente contra él y era descaradamente obvio.

-¡¿Cómo me he metido en esto?! Estaba aquí de pie y de repente me gritan-. El tipo se lo merecía después de estar sentado y babeando como un idiota.

-¡Ese no es el punto, Ronald!- chilló Hermione, -Harry es un Alchai. Concéntrate-. El adolescente de cabello oscuro no pudo evitar sonreír, Oh Merlín los extrañaba.

-¡Tú fuiste el que sacó el tema! Maldita lista de lectura-. Ron murmuró la última parte pero eso no impidió que Hermione se volviera hacia él con fuego en los ojos. Harry sabía que a menos que interviniera, esto podría ponerse muy feo, muy rápido.

-Muy bien, vamos a calmarnos todos-. Dijo tranquilizadoramente. -Hermione, Ron y yo no hemos leído los libros de la lista; tendrás que decirnos qué es un Alchai-. La chica se cepilló tranquilamente unos pelos sueltos detrás de la oreja y se volvió hacia Harry con una dulce sonrisa que cambiaba por completo la mirada que tenía puesta hace un momento.

-Vale, pero los dos van a leer el libro después de esto. No voy a hacer todo el trabajo-. Harry y Ron no pudieron ponerse de acuerdo lo suficientemente rápido

Severus Snape estaba preparando un bálsamo para las quemaduras que esperaba que curara el dolor de su cuello. Nada más había servido y cada vez estaba más molesto. Había estado bien después del ataque, hubo unos cuantos efectos secundarios..., pero ningún dolor una vez que despertó del coma. ¿Por qué le dolía ahora? ¿Qué había cambiado en los dos meses transcurridos desde que esa estúpida serpiente decidió que quería un bocadillo?
Como había previsto, el bálsamo no hizo más que apestar su laboratorio y con una maldición y un movimiento de su varita desvaneció el fracaso de la poción y se dedicó a limpiar el caldero. Severus apretó el cepillo de fregar y estaba a punto de dirigirlo bajo el borde del caldero de hierro fundido cuando el sonido de alguien saliendo de su chimenea llegó a sus oídos y el dolor de su cuello disminuyó de repente.

-¿Sev?- Conocía esa voz y se giró lentamente para mirar al adolescente rubio que acababa de entrar en sus habitaciones privadas. -P-padre quería que te diera esto-. Draco levantó un sobre verde esmeralda pero sus ojos estaban concentrados en su profesor.

Ninguno de los dos hombres se movió, sus ojos se conectaron desde el otro lado de la habitación y congelaron a cada uno de ellos. Severus no tenía ni idea de lo que le ocurría, las imágenes pasaban ante sus ojos, imágenes muy inapropiadas y que miraban a un tal Draco Malfoy, su alumno.

-Gracias-. A Severus le costó todo lo que tenía para dar esos cuatro pasos en dirección al rubio y coger la carta de la mano del chico. -Mis dioses, hueles bien-. El sobre cayó al suelo mientras el moreno rodeaba con sus brazos la cintura de Draco y apretaba su cara contra su cuello.

-Compañero-. El chico susurró y enredó los dedos en el pelo oscuro y grasiento de Severus antes de levantar la cabeza para mirar los ojos de ónice del hombre. -Padre tenía razón-. Sin otra explicación, Draco cubrió la boca de Severus con la suya.

HARRY POTTER AND THE PROPHECY OF ESCLARIA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora