Capítulo 8

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Los tres días siguientes fueron pura tortura, Lucius, Draco y Severus apenas salieron del gran traje de Lucius desde que volvieron del Callejón Diagon, debido a una misteriosa enfermedad que ni siquiera las pociones de Severus pudieron curar. No hablaban, salvo el ocasional "tienes los pies fríos", y no comían, salvo la pequeña comida que los elfos domésticos no dejaban de traerles (incluso después de haber sido amenazados con vivir sus días en las mazmorras de los Malfoy). Ninguno de los tres sabía cómo le iba a su otro compañero, pero como no recibían llamadas de floo preocupadas de los cabezas rojas, ni cartas entregadas por lechuzas idiotas, supusieron que a Harry le iba mejor que a ellos.

La mañana del primero de septiembre no llegó lo suficientemente rápido, Lucius y Severus se levantaron al amanecer, luchando contra el dolor generalizado que Draco sabía que los aquejaba. Ahora bien, no era el madrugón lo que molestaba al joven, sino el hecho de que sus dos compañeros parecían creer que sus responsabilidades docentes comenzaban en el momento en que abrían los ojos y ahora obligaban a Draco a levantarse y prepararse para salir.

-Sev-, se quejó Draco, -¿por qué tengo que estar despierto a esta hora espantosa?-. Severus no le contestó y se limitó a seguir abotonando su chaleco. -¡Bien!- Draco descubrió que alzar la voz no era una buena idea, hacía que la presión se acumulara detrás de su habilidad y pensó con seguridad que los ojos se le saldrían de las órbitas. Por las caras de sus compañeros, estos tuvieron la misma reacción.

-Ponte la túnica antes de que decidamos hacerte tomar el tren como esos asquerosos erizos-. Lucius se acercó por detrás de Draco y le agarró un puñado de pelo antes de empujarlo, sin demasiada delicadeza, hacia el armario del otro lado del dormitorio que el chico había reclamado como suyo.

-Lo siento, padre-. Draco dijo sin polvos y les dedicó a ambos una sonrisa por encima del hombro antes de desaparecer en la habitación más pequeña.

-Odio cuando te llama así-. Severus no levantó la vista de su abotonamiento, había pasado del chaleco a la túnica y era descaradamente obvio para Lucius que el hombre simplemente intentaba ganar tiempo ya que con un movimiento de varita podría vestirse en instantes.

-¿Padre?-.

-Sí, no tengo ningún reparo en estar emparejado con vosotros dos, aunque detesto que me recuerden constantemente su relación-. Lucius se acercó con cuidado a su compañero y le peinó los dedos por el pelo oscuro.

-Llevamos diecisiete años en los que me llama "padre", romper el hábito no ocurrirá de la noche a la mañana-. Era algo en lo que los dos rubios habían tratado de trabajar, en su mayor parte Draco era bastante bueno recordando usar su nombre de pila pero de vez en cuando se le escapaba

-Lo entiendo, pero eso no borra mi disgusto por ello-. Severus murmuró y se recostó contra Lucius, prácticamente ronroneando al sentir esos suaves y manicurados dedos masajeando su cuero cabelludo.

-Qué bonito-. Draco salió del armario, con un aspecto tan perfecto como siempre; cada pelo estaba en su sitio, ni una arruga a la vista, ni una mancha a la vista. Absolutamente perfecto. -Ahora, vamos-. El chico estaba obviamente emocionado por salir ahora que estaba bien despierto y vestido con algo más que el pantalón de pijama verde que llevaba antes. Draco se acercó a sus compañeros y una vez que estuvo lo suficientemente cerca, Lucius levantó su bastón y le dio un suave golpe en un lado de la cabeza.

-Paciencia-. Dijo simplemente y desenredó sus dedos del pelo de Severus y se enderezó, asegurándose de estar tan presentable como su hijo. Lucius Malfoy no podía ser eclipsado, ¿verdad? -Nos vamos cuando todos estemos de acuerdo-.

-Que será... ¿cuándo?- preguntó Draco con un resoplido, haciendo que los dos mayores sonrieran divertidos.

-Inmediatamente si Lucius puede apartarse del espejo-. El bastón del hombre se levantó, y su dueño golpeó a Severus en la cabeza con él. -Eso fue innecesario-. El vampiro se contuvo de levantarse y frotarse la cabeza dolorida.

HARRY POTTER AND THE PROPHECY OF ESCLARIA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora