Capítulo 45

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Hermione gritó tras Harry al verle sacar a Draco y a Lucius del aula de Defensa después de haberse desplomado en el suelo no hacía ni cinco minutos.

La clase se quedó en silencio cuando los tres hombres desaparecieron, congelados en sus asientos como si no pudieran creer lo que acababan de ver. Sólo Ron y Hermione estaban acostumbrados al comportamiento de su amigo y, sin decir una palabra al otro, recogieron sus libros y bolsas y salieron rápidamente tras Harry.

-Es demasiado rápido-. Dijo Ron con sencillez una vez que salieron al pasillo, sólo para encontrarlo completamente desprovisto de Harry y sus compañeros. Hermione no esperaba que su amigo estuviera a la vista por el terror y la urgencia en su rostro, le sorprendería que no estuviera ya en las mazmorras.

-Tenemos que ir a ver a Dumbledore, Ron, es evidente que algo va mal y tengo el presentimiento de que Harry no se dirige a su despacho ahora mismo-. No, probablemente estaba ideando un plan increíblemente mal pensado que sólo serviría para elevar los niveles de estrés de Hermione hasta que estuvieran muy por encima de lo saludable para el bebé que en ese momento intentaba salir a patadas de su estómago.

Ron debió de estar de acuerdo con ella y, tras tomarla suavemente de la mano y echarse al hombro la bolsa que le había robado (algo que había recogido de cierto alchai), la condujo por los pasillos vacíos del castillo.

Encontraron a Dumbledore, no en su despacho, sino unos pasillos más abajo, caminando directamente hacia ellos como si tuviera la misión de buscar a los dos Gryffindors. Había una inesperada mirada de sorpresa y preocupación en el rostro del director y cualquier fragmento de paz que quedara en Hermione, se esfumó metafóricamente.

-Vengan conmigo-. Ordenó y enseguida se giró en dirección a su despacho, esperando obviamente que Ron y Hermione le siguieran.

-¿Señor?- Dijo Ron lentamente, sus ojos se desviaron hacia Hermione como si esperara que ella lo detuviera. -Algo está mal con Harry, estábamos viniendo a...-

-Lo sé, señor Weasley. Sentí una perturbación en los pabellones cuando Harry, Severus, Draco y Lucius salieron por aparición del castillo-.

-¿Aparecieron?- preguntó Hermione mientras repasaba las numerosas veces que le habían dicho que aparecerse en cualquier lugar cerca de Hogwarts era imposible. ¿Cómo se las había arreglado Harry si nadie más podía hacerlo, y qué le había aterrorizado tanto como para tener que llegar a tales extremos para salir del castillo?.

-Sí, señorita Granger, le aseguro que estoy tan perplejo por sus acciones como usted-.

Su grupo se sumió de repente en el silencio y Ron y Hermione siguieron a Dumbledore con ansiedad mientras ascendían por la escalera de caracol que conducía a su despacho, donde la profesora McGonagall ya se paseaba de un lado a otro, con la boca puesta en una línea severa y las cejas hundidas hacia el centro de la frente en señal de preocupación.

-¿Qué ha pasado, Albus?- Preguntó en el momento en que entraron Dumbledore y los dos alumnos.
El director no le contestó mientras atravesaba lentamente el despacho para desplomarse pesadamente en su silla. -No lo sé, Minerva-. Respondió con un suspiro. -Estaba aquí, haciendo el papeleo, cuando la magia de los pabellones recorrió mi despacho, alertándome de que el señor Potter había salido del castillo por medio de una aparición con sus compañeros-.

Era obvio que el hecho de no saber lo que estaba ocurriendo pesaba mucho en la mente del anciano mago, quizá más que el hecho de que dos de sus alumnos y dos profesores hubieran abandonado el castillo casi en estado de pánico.

-No pueden haber salido de Hogwarts por medio de una aparición-. siseó McGonagall, sin prestar atención a los dos estudiantes sentados en las sillas frente al director. -Las protecciones son extremadamente poderosas y meticulosamente específicas, nadie puede entrar y salir por aparición. Ni el mismísimo Merlín podría romperlas-.

HARRY POTTER AND THE PROPHECY OF ESCLARIA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora