Capítulo 3

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-Oh, Merlín-, pensó Harry mientras volaba por el cálido aire de julio, con el encantamiento "no me notes" impidiendo que los muggles miraran hacia arriba y recibieran una gran sorpresa.
Parecía que hacía años que el mago no sentía el viento soplando a su alrededor y la reconfortante presión causada por la velocidad a la que se sabía que viajaba su Saeta de Fuego, y por un momento Harry se preguntó cómo sería no volver a bajar, no tener que aterrizar nunca y poder volar para siempre. Era un pensamiento maravilloso, pero no era más que un sueño. Bueno, tal vez no, ahora tenía alas.

Harry fue sacado de la fantasía en la que era capaz de volar sin las constricciones del trozo de madera que tenía debajo cuando divisó la Madriguera en la distancia. El sol estaba empezando a salir y el joven nunca había visto nada tan magnífico como el edificio torcido inundado de luz naranja brillante.

Descendió lentamente y notó las emociones contradictorias que sentía al hacerlo. Por un lado, quería ver a las únicas personas que realmente consideraba su familia, pero también quería seguir volando, sin que el dolor de su trasero influyera en este deseo. Aunque Harry se debatía mentalmente sobre qué hacer, el adolescente ya sabía que aterrizaría, que tenía que hablar con Hermione sobre todo el asunto de las criaturas y que tenía mucha hambre.

Así que, con el corazón pesado y el estómago vacío, Harry aterrizó suavemente en el jardín antes de ser abordado por dos altas cabezas rojas.

-Harry amigo...- comenzó Fred cuando los gemelos lograron ver bien a su amigo moreno.

-...Tienes un aspecto diferente-. Terminó George y los dos se miraron un momento antes de inspeccionar a su hermano honorario en busca de algún otro cambio.

-¿Corto?- Preguntó Fred mientras escaneaba al adolescente de arriba a abajo unas cuantas veces.

-Comprobado-. Contestó George después de tumbarse al lado de Harry para ver si sus alturas seguían siendo dramáticamente diferentes... lo eran.

-¿Parece enfermizo?-.

-Comprobado-.

-¿Cansado?- Los gemelos se sonrieron, sus clásicas sonrisas que significaban que obviamente estaban teniendo algún tipo de momento gemelar que nadie más sería capaz de entender.

-Comprobado-. Dijeron al mismo tiempo y cada uno extendió una mano, que Harry agarró para ayudarle a ponerse en pie.

-Los he echado de menos-. El hombre más bajo se rió mientras lo levantaban inmediatamente, lo colocaban en sus hombros y lo llevaban a través del jardín y hacia la casa. Allí fue recibido por el clan Weasley y Hermione, que estaban todos sentados desayunando.

-Colocalo aquí, chicos-, ordenó la señora Weasley mientras señalaba una silla entre Ron y ella, aparentemente despreocupada por el hecho de que dos de sus hijos cargaran con otro. -No voy a dejar que te levantes hasta que termines todo esto-. Le dijo a Harry mientras lo colocaban en la silla y un enorme plato de comida humeante volaba por la mesa antes de posarse frente a él.

-Sí, señora Weasley-. Harry se rió y se llevó a la boca una gran cucharada de huevos.

 Harry se rió y se llevó a la boca una gran cucharada de huevos

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