capítulo 6. Helado cupido

951 96 8
                                    

El sonrió mientras negaba con la cabeza.

Dios, que pensará.

-Bueno chicas, le llevaré esto a mi tía.-miró su bolsa con pan.

-Nos vemos.-me despedí.

Chelsea aún recuperaba el aire, o eso creo.

Cuando Christopher estuvo lo suficiente lejos, le reclamé a la mejor de todas. Raquel.

-¡¿Que fue eso?!.-ella rodó los ojos y se posó una sonrisa ladeada en su cara.

-Me lo debías.-habló relajada.

-No te debía nada.-me defendí.

-Además fue divertido.-prosiguió-Y se que seguramente me hiciste algo que no recuerdo, igual de malo.-empezó a caminar a casa.

-Estas totalmente loca.-la seguí.
Y todo el viaje Raquel tuvo que lidiar con mi sermón.

Esto no es de amigas. Esto es de mejores amigas, se excusaba.

Llegamos a el frente de la casa de los Beck.

Chels se quedó. Yo seguí hasta la mía, a unas cuadras.

Iba caminando lento, cuando llegará a casa no tendría nada que hacer.

Más que ponerme a ver televisión comiendo frituras.

Cuando por fin divisé mi casa acelere el paso.
No antes sin devolverle el saludo a mi vecina que regaba sus plantas, las del jardín principal.

Lo que me hizo recordar: no he revisado el sobre que me envió.
Me adentré a casa, buscando el sobrecito.

Lo había dejado en la mesita central que adornaba el living.
Me senté en el sofá, tome el sobre entre mis dedos y lo rompí con cuidado.

Era una invitación, necesitaban más voluntarios con su programa de caridad, por así llamarlo. Ella junto con otros, le buscaban hogar a perritos desamparados, y antes de que los adoptarán, los voluntarios se encargaban de bañarlos y dejarlos en buen estado y listos para su nuevo hogar. Asi decía la invitación que me había enviado.
Con solo decirmelo habría estado bien.

Deje la invitación de vuelta en la mesa y subí a darme una ducha, una larga y relajante ducha, me encanta que el agua tibia envuelva mi cuerpo y me haga sentir limpia y fresca.

Me vestí sencilla, como acostumbro, vaqueros, playera...

Después de trenta minutos frente al televisor, me aburrí.

Salí a tomar aire fresco un rato.

Me encamine al parque, y decidí entrar a la pequeña tienda de Will, tienen los helados más ricos del lugar. Ya que Chels olvido brindarmelo.
Estaba ocupada avergonzadome.

Cruce la puerta de vidrio, y el olor dulce se colo por mis fosas nasales haciendo que inhalara profundo.

-¡¡Señorita Sherwood!!-Will me regaló una sonrisa amarilla.

Will tenía el aburrido uniforme blanco con rayas verticales de un rosa muy pastel, y el botón que estaba justo en su barriga casi salia volando.

-¡Will!.-le devolví el gesto-¡Mi anciano preferido!.- el me ha vendido helado desde que tengo uso de razón, lo único nuevo en los últimos años, ha sido su panza obesa.

-¡Vamos! ¿Anciano?-se quejó entre risas.-¿Lo mismo de siempre, cierto?-dijo mientras tomaba un cono de galleta.

-Chocolate y pastelado.-dijimos al unísono.

Mi estrella fugaz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora