capítulo 14. Be my baby.

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-Los mensajes lo congestionaron, se congela.-Jess tiró su teléfono móvil al sofá.

Chels que cepillaba su cabello mojado por la ducha que se había dado antes, tomó el celular entre sus manos dejando el cepillo a un lado.

-Soy Mason linda, ¿estarás libre hoy?.-leyó en voz alta los mensajes.-Hola Jessica, soy Carl. Guarda mi número.-Jessica negaba energéticamente con la cabeza.-Hey, soy Alan. ¿como estás?.-Chels dejo de leer y lo tiro como hace rato lo había hecho Jessica.

-No se quienes son. Ninguno.-bufo.-Solo di mi número a lo loco.- tenía una mueca de cansancio.

Yo no había hablado, estaba concentrada en mi leche y mis galletas. Era mi desayuno a pesar de que ya eran las 3:27 pm. Y es que cuando no duermes en toda la noche, duermes la mayor parte del día, o cuando duermes toda la noche también duermes la mayor parte del día.

Mis padres y los de mi prima habían salido en la mañana a comprar cosas que pensaron, necesitarían en su viaje. Asi decía la nota de la nevera con la letra de mamá.

-Chicas, nos vemos ahora.-Chels se paró del sofá sin previo aviso.-Iré a casa. Ahora te traigo tu pijama.-señaló el short y la playera que hacían juego.

-No te preocupes, yo también tengo tuyas.-reí.

Sonrió y salió de mi casa lanzándonos un par de besos como las modelos por pasarela.

-¿Ira hasta alla en pijama?.-frunció el entrecejo.

-Si Jess, así es Chelsea trastornada.-llevé mi vaso vacío al lavabo.

-Iré a dormir un poco más.-me gritó mi prima mientras subía.

Mi cabello ya se había secado naturalmente después de mi baño. Los Dioses hicieron un buen trabajo en cuanto a el. Es realmente lindo. Sin presumir.

Subí a mi pieza, y efectivamente allí estaba Jessica roncando, literal. Y extrañamente no tenia sueño, así que busque en el cajón el libro que aún no terminaba: El alquimista.

"¿Para qué debo escuchar a mi corazón?
Porque no conseguirás jamás mantenerlo callado.
Y aunque finjas no escuchar lo que dice, estará dentro de tu pecho repitiendo siempre lo que piensa sobre la vida y el mundo."

No podía estar más de acuerdo con tal frase de Paulo Cohelo.

Leí y leí que se me fue la noción del tiempo, cerré el libro y aunque fuera parecido un par de minutos, habían pasado dos horas. Ya me faltaba menos por leer, pero empezaba a tener hambre. Asi que, desperté a Jessica que estaba en un pesado sueño aún. Me sorprende lo mucho que puede dormir esta chica.

-¡Marshall, jodete!.-me renegó.

-No podrás dormir en la noche, vamos, cocinemos.

-Será; cocina Jessica.-hizo una pésima imitación de mi voz. Rodó los ojos pero finalmente se levantó.

Ella bajo y yo busque mi teléfono móvil en el desastre de habitación.
Un mensaje entrante de Chris. Ah, si habiamos intercambiado números el día de la alberca.

Buenos días pequeña. Necesito hablarte, ¿una cena estaría bien? Paso por ti ahora.

Ese texto había llegado hace horas.
Aunque tenía curiosidad de que quería hablar, me límite a aceptar cenar con el. No podría despreciar la comida.

Al cabo de unos veinte minutos Jess me llama para que baje.

Ella preparó meatloaf, era un pastel que era básicamente carne. Y tardó solo media hora, en media hora yo solo abro una lata de atún.

Mi estrella fugaz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora