capítulo 28. "Ian pelotas partidas".

476 45 8
                                    

-¿M-Mamá?.-apenas podía decir la palabra. Moría de terror, pero de una vez maquine una excusa: bajé a la cocina por agua. Ella que iba a saber que había salido con un chico en su moto, ella no podría discutirme que solo me dio sed y ya, iba a la cama, si eso. -Vuelve a la cama.-hablé más segura.

-¿Estabas...?.-frunció el entrecejo.

-Tomando agua.-ella agarró su cabello en una coleta, sonrió y se fue de nuevo a su cuarto.
Cielos, eso estuvo cerca.
Respiré con más facilidad y entre a mi habitación, Ronald estaba mensajeandose, Jessica y Chelsea dormían y Alexa estaba al lado de Ronald con su móvil.

-Hola...-susurre.

-¿Fuerte o suave?.-dijo Ronald sin quitar sus ojos de la pantalla que alumbraba su cara.
Alexa le dio un codazo que le hizo chillar.
Me encaminé hasta la cama, pero no había espacio para mi, los cuatros eran suficiente para abarcar gran parte de ella, o mejor dicho, toda.
Me dirigí a mi armario y saque una cobija y una almohada y la coloque en el suelo.

-¿Dormirás ahí?.-Ronald señaló el piso.
Di un largo suspiro, aún sentía su mirada en mi, aún sentía sus labios en los míos, su risa resonar en mis oídos, aún sentía su tacto y su piel, aún sentía su aliento en mi rostro, llevé mi mano a mis mejillas y sonreí con los ojos cerrados, volví a suspirar una vez más.
Me volteé y me volví bolita con la cobija tapandome hasta el cuello.

-¿Dormirás ahí?.-repitió Ronald con tono molesto.
Me volteé para verlo mejor, me senté de manera que quedará a su altura y sonreí como quien sufre de retraso.

-Si.-volví a mi posición normal.

-¿Que te hizo el?.-rió burlón.

-Duerme.-le ordene. Pero dicho eso Ronald empujó a las chicas en dirección contraria a los que ellas resongaron.

-¡Muevanse más allá!.-exclamó ejerciendo fuerza para moverlas.
Ellas se apegaron más, de manera que hicieron un hueco para mi en la cama.
Me levanté del suelo, y me acosté al lado de Ronald.

-¿Con quien hablas?.-le dije una vez el empezó de nuevo a teclear en su móvil.

-Seth.-sonrió.

-Bien.-dije por último y dormí como bebé.

La mañana llegó y con ella el insistente dolor de espalda que me despertó.
Me levanté de allí y vi como estábamos todos literalmente unos encima de otros.
Me estiré y algunas partes de mi cuerpo traquearon.

Me asomé al cuarto de mis padres, pero en lugar de ellos sólo había una cama perfectamente tendida y el despertador que marcaba la hora: 12:07. Dios, es realmente tarde para venir levantándome, debería hacer algo productivo, al siguiente minuto ese pensamiento se esfumó dejando sensación de hambre y nada más.
Me acosté en la cama de mis padres, donde había suficiente espacio para moverme como pez en el agua, apenas estaba disfrutando de eso el sonido de mi teléfono me alerta y me indica que lo busque, entro nuevamente en mi habitación y lo busco entre mis cosas.
Llamada entrante de Ian.
¿Ahora que?.

-Diga.-contesté.

-¡Hermana!.-escuché unas voces de fondo a lo que le reste importancia.

-Oh, Ian.-dije aburrida.

-¿Que pasa?.-dijo ante mis palabras.

-Eso digo yo, tu estas llamando.-rodé los ojos.

-¿En las mañanas estas de mal humor?.-cuestionó.

-Si, hermano.-dije más blanda. El rió.

-Bien.-sonreí leve.

-Ajá dime.

Mi estrella fugaz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora