capítulo 32. Nosotros contra la mafia.

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-Di rápido lo que tengas que decir. No quiero pasar mucho tiempo contigo.-solté apenas lo vi recostado en la sucia pared, con una pierna doblada y sus manos entre sus bolsillos delanteros de su pantalón de mezclilla.

-Tranquila Marshallcita...-dijo con una maldita cara como si se me estuviese insinuando. Mejor dicho se me estaba insinuando.-Negociamos y no me vuelves a ver más en tu vida.-dijo sacando una de sus manos y llevándola a mi mejilla, la quité en un brusco manotazo.

-Habla, negocia, pues.-traté de sonar lo más segura que pude, pero realmente estaba nerviosa. Me ponía inquieta tener que estar con este tipo aquí, en estas calles asquerosas y solitarias, sin nadie más que nosotros dos y unos cuantos perros aullando, de vez en cuando pasaba alguien caminando... pero cabizbajo e igual de antisocial que este chico.
Él rascaba su barba pensativo.

-¿No tienes idea de lo que harás?.-bufé.

-¡SI TENGO IDEA!-me grito exasperado. ¿Que tipo de problemas podía tener este sujeto? Era una completa mierda.
Asentí y tragué saliva. Era mejor no alterarme, no me convenía. Pero si me llegaba al límite, me valía un pepino lo que me convenía o no.
Él aún no hablaba y mi teléfono empezó a sonar. Sus ojos volaron a mi bolsillo.
Saqué mi móvil.

Llamada entrante de Chelsea.

-¿Hola?.-dije, tratando de aparentar serenidad. La verdad era que la adrenalina corría por mis venas, primero porque quería golpear a este tipo. Y segundo porque estar aquí, negociando con el.., no era algo habitual en mi vida ni tampoco algo seguro.

-¡¿Donde diablos estás?!-exclamó mi amiga.

-Te dije que iría a... casa de Thomas.-esta vez olvidé avisarle a Thomas, y es que tendría que darle una explicación a él también, ¿y que le diría?. Soy un asco mintiendo, y eso fue lo único que se me ocurrió, Chels sabe que no soy de esas que salen a caminar a la deriva, o voy a un lado específico o no salgo.

-¡DEJA DE VERME LA MALDITA CARA DE IDIOTA! ¡THOMAS ESTA AQUÍ, CONMIGO!.

Santísima mierda. Sentí como mi cara palideció, estaba fría de repente. No, no, no.
Jerry lo notó y soltó una risa muy ruidosa y de algún modo macabra.

-¿Con quien estás, Marshall Tris?.-dijo con autoridad.

Oh, no te preocupes, sólo estoy con el peor enemigo de mi novio, negociando unos asuntos, estamos solos y... sospecho que es una especie de ninfomano enfermo.

-Con...-miré la pantalla, ella esperaba mi respuesta. Tranque la llamada. Seguro estaba que ardía en rabia.

-¡Habla de una vez, necesito irme!-le exigi a Jerry.

-Bien, muñeca...-bastardo dije entre dientes ante su apodo para mi.-La cosa es que, tendrás que acostarte conmigo o sino... ya sabes lo que pasará.-mi corazón se disparó, mis labios se secaron, sentía el sudor bajar por mi frente, sudor helado. Empecé a caminar en dirección a la parada de autobuses sin articular palabra. Mis piernas iban a una velocidad impresionante, jamás había caminado tan de prisa.

-¡Ahora no sólo será Thomas, si no también Chelsea!.-gritó a mis espaldas, me frene en seco.-¡Prepara dos ataúd!

-¡¡TRI MALDITO, IDIOTA, IMBECIL, RETRASADO, SUBNORMAL, ESTÚPIDO, ANORMAL, DEFICIENTE,INSENSATO!!.-me devolví en su dirección con una prepotencia horrible, tenia un demonio que me estaba dominando en ese momentos, mis ojos destellaban fuego, el sólo rió levemente.

-Se te olvidó decir guapo, sexy...

-¡Jamás en la vida me acostare contigo! ¡Te denunciare! ¡Te odio!-prácticamente corrí a la parada de autobuses y tomé uno que justo pasaba por ahí.

Mi estrella fugaz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora