capítulo 37. Me casé.

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Todos estaban discutiendo entre si, y yo aún encadenada, mis manos no dejaban de moverse y estaba ansiosa porque vivieran por mi, yo sabia que vendrían y todo estaría bien, porque estos son unos idiotas que pierden el tiempo echándose la culpa de todo unos contra otros.

De repente se callan y salen de mi campo de visión, un ruido estruendoso los perturbó, yo sólo pensé: vinieron.

Suspire por millonésima vez. Me sentía inútil, ¿por qué tenía sangre en la cabeza? Se me había olvidado, pero de seguro me lanzaron sin cuidado. Infelices.

Los gritos vuelven a escucharse, logró reconocer la voz de Thomas, mi corazón se aceleró muy rápido, lo sentía en la boca, un disparo silencio las voces, mis ojos se abrieron muy grande, la puerta se abre fuerte y Jerry se acerca a mi, se coloca de cuclillas y empieza a desencadenarme torpemente.

-Nos vamos.-dijo con sangre chorreando de su labio. Cuando terminó de quitar la cadena con la llave, me agarró fuerte y empezó a arrastrarme hacia afuera, pero Thomas lo detuvo, este tenía un arma en la mano y estaba cegado de rabia.

-Sueltala.-le apuntó. Jerry también tenía un arma y me la colocó en la cien. Sentí un escalofríos recorrer mi cuerpo, cerré los ojos y escuché un golpe, Thomas había soltado el arma.

-No le hagas daño.-pidió. Ian estaba apuntando con otro revolver a unos tipos que tenían las manos en el aire. Le decía que mantuvieran silencio y las venas de su frente se veían como si fueran a explotar.

Jerry me soltó un momento, se acercó a Thomas, como si fuese a besarlo y esté último sólo me miraba a mi, de una vez opté en agarrar el arma que estaba en el suelo y que antes tenía Thomas, se la coloqué en la cabeza a Jerry. Este dejo de hablar, ya que estaba diciéndole a Thomas puros insultos innecesarios realmente, pero idiota se nace. El universo no ayuda al malo, y mucho menos si es un malo bruto.

-No ha acabado.-dije temblorosa. Yo no sabía usar una maldita arma, sólo sabía que se jalaba el gatillo para disparar pero ejecutarlo sería un desastre.
Jerry quedó paralizado.

-Muñeca, tú no sabes usar eso, suéltalo.-dijo lentamente como quien calma a un lobo con hambre.

-Suelta la maldita arma.-mi voz salía afectada y no tan autoritaria como quería.

-Marshall.-Thomas me miró advirtiéndome no sé que cosa.
Jerry rió, yo traté de intimidarlo y no se en que momento exacto intercepte una bala en su espinilla, esté se dobló de dolor y quedó hincado. Los tipos a los que Ian le apuntaba jalearon e intentaron hacer algo pero Ian los presionó con un gruñido.

-¿Soltaras el arma, muñeco?.-me sentía más fuerte ahora. Fue impresionante como en mi vida no había tenido un arma y disparé, no es tan complicado como lo pintan, sólo que si un poco loco.

Bendito seas, ID.

Él abrió su mano y el arma cayó al suelo, Thomas ágil la tomó entre sus manos. Luego le ordenó a Jerry que se acostara boca abajo y contará los números e igual a sus secuaces.

Salimos corriendo, bueno, Thomas estaba herido en el pie, el disparo que escuché desde donde estaba antes había sido en el pie de Thomas, caminaba con dificultad tratando de ser rápido. Cuando salimos unos hombres corrían al depósito, no sé a que, seguro a auxiliar a Jerry o algo así. 

-Llama una ambulancia.-le indiqué a Ian. No podíamos parar, en cualquier momento ellos nos volverían a atacar. Nos adentramos a un carro, que seguramente trajeron e Ian manejó como loco.

-Espera que lo perdamos.-me dijo muy serio. A los pocos minutos ya teníamos un carro persiguiendonos, sentía la adrenalina recorrer todos los rincones de mi cuerpo. Thomas soltaba gemidos de dolor y me alteraba los nervios.

Mi estrella fugaz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora