capítulo 24. Elfo colorido.

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-¿Nada de fiesta mientras no estuvimos?.-me preguntó mi mamá por décima vez. Rodé los ojos y papá le hizo una mueca a su espalda trasmitiendo que era una controladora.
Rei por la cara de mi padre y ella automáticamente volteó hacia el, pero solo encontró una sonrisa inocente.
Cuanto amaba a estos dos.

-Nada mamá.-negué, pero claro que recordé el mini stripper de aquella noche.

-Hey, ¿cuando conocemos a tu novio?.-papá cambio el tema, ah si, el sabía por aquella noche que nos estaba husmeando.

-¡¿Novio?!.-preguntó mamá alarmada.

-No lo conocerán, porque no hay novio.-tomé una manzana del cestero en la cocina y la mordí.
Mi mamá fulmino a mi papá con la mirada, supongo que porque no le había contado, y el solo hizo caso omiso.

-¿Como les fue tíos?.-pregunté apenas ellos entraron en mi campo de visión.

-Bien amor.-contestó mi tía con la misma sonrisa de Jess.
Asentí y salí de allí, hablarían cosas de mayores que por lo general eran o muy aburridas, o muy perturbadoras. Una vez me estuve unos diez minutos en sus diálogos y casi no salgo ilesa, claro que ellos no habían notado que Jessica y yo estábamos cerca oyendo su platica, teníamos poca edad y oír detrás de las paredes era realmente lo peor que podíamos hacer, ellos sólo hablaban de nuevas técnicas para tener sexo y así salir de lo mismo de siempre, hablaban de las erecciones, Dios, al momento no entendía muy bien a que se referían cuando mi tía dijo: Leí en alguna parte que; cuando el hombre se pone más viejo, su pene se torna flácido y las erecciones no son las mismas.
No le encontraba mucho sentido hasta hace poco cuando me enteré de algunos significados de ciertas palabras.

Caminé escaleras arriba y me encontré con una Jessica encadenada hablando por su celular.
Con mis nudillos golpeé la puerta ya abierta para que notará mi presencia, y no le dijera a Mason o con quien sea que hable, cosas que de seguro no quiero escuchar.
Habló un par de cosas más y colgó.

-Hola perra.-sonrió abiertamente.

¿Me dijo perra? No es que me alarme, a veces nos jugamos así, pero solo cuando estamos o muy molestas o con muchas ansias.., pero como ella sufre de un retraso en su mente se que solo lo dijo por irritarme.

-Perra tu.-le regale una sonrisa igual que la de ella.

-Juguemos.-hizo un puchero.-Como en los viejos tiempos.-dijo animada.

-Depende...-vacile un poco. La verdad, es que no me importaba mi edad, jugar es algo que amaba hacer, claro que juegos no tan estúpidos que sean de 5 a 8 años.

-¿Depende de que?.-bufo.

-Del juego.-dije obvia.

-Improvisación.-asentí repetidamente. Siempre ganaba en esto, consistía en que ella decía una frase y en la última letra que terminará yo tenía que decir otra, pero que le diera sentido a la escena, al menos un sentido raro.

-Hoy estoy feliz porque comeré cacahuates.-canturreo Jessica.

-Siempre estás feliz, yo estoy triste por Thomas.-le seguí.

-Si tu piensas mucho en el es porque sientes algo.-subió y bajo sus cejas un par de veces.

-O, simplemente porque es mi amigo.-le regale una sonrisa botox.

-Oh si, seguro eso es.-dijo sarcástica.

-Sin tocar estos temas el juego es mejor.-ella tomó mi cabello entre sus manos y súbitamente empezó a hacer una trensa.

-Raquel esta en el parque con Ian, deberíamos salir también.-sus ojos solo estaban concentrados en mi cabello.

-No, al menos yo no, deberíamos animar a Thomas, ¿vamos a su casa?.-pregunté aún en el juego.

Mi estrella fugaz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora