Haitani Rindo

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Caminando sobre los escombros sin inmutarse por el ruido que ocasionan sus zapatos está buscando el cuerpo de un compañero suyo, aquel que se separó estúpidamente al estar siendo cazados por los enemigos que ocupaban aquel edificio de doce pisos exactamente donde intentaron infiltrarse pero un error de información les hizo cometer el paso en falso que pudo haberlos asesinado

—Rindo—encontró a la persona que tanto buscaba sacando de su bolsillo un pañuelo blanco puro, se agachó con cuidado limpiando el rostro lleno de sangre del inconsciente hombre que al sentir el tacto de la tela abre un poco sus ojos, no por dolor, esa sangre en su rostro no es suya—¿Estás bien?—

—Sí—confirmó sentándose con cuidado mirando los cuerpos a su alrededor sintiendo todavía el olor a pólvora en el aire—¿También estás—se interrumpió de preguntar al notar la herida chorreante en el abdomen de su compañero—¡Qué mierda!—

—Oh, ¿esto?—con su otra mano presiona la herida pero su mano es cubierta por la sangre también, no muestra mucho dolor por eso—Es nada más un rasguño, ya me comuniqué con el sede para que traigan médicos, deben ver que no tengas más heridas—

—¡Deja de hablar, estas chorreando sangre, deben atenderte lo antes posible o morirás!—intento poner sus manos sobre aquella herida para hacer presión para el pálido albino intervino golpeando su mano

—No es necesario, en ningún instante pensé en luchar por mi vida, Rindo—explicó mientras siente sus ojos pesar cada vez más—Aún con esta herida, subí un montón de escalones nada más para ver si estabas bien, ahora que lo comprobé me siento aliviado—sonrió, una sonrisa tan gentil que heló el corazón del Haitani menor—Me hubiera gustado comer algo antes de morir...—

Quedó inconsciente, su cuerpo por inercia fue hacía adelante cayendo en los brazos de su acompañante con su cabeza sobre su hombro, cayó como un peso muerto instalándose un frío que reemplaza la calidez en su cuerpo que afirma su estado vivo que ahora parece cambiar a uno de fallecido, respirando con suma lentitud casi siendo inaudible, hasta no hacerlo

—___...—quiso ver el rostro del mayor, una expresión cansada, su rostro muy pálido con las ojeras más notorias del mundo—No puedo dejar que mueras todavía, no puedo permitirlo—




—Tuvo que recibir mucha sangre—habló Kokonoi probando una buena taza de café—Aparentemente está fuera de peligro, su herida fue fácil de curar, el problema general fue la pérdida de sangre—

—No sabía que éramos del mismo tipo de sangre—dijo ahora Sanzu jugando con sus pastillas sobre la mesa

—Fuiste inútil igualmente, no puedes donarle sangre a alguien cuando eres un drogadicto, toda tu sangre es pura basura contaminada—aclaró Kokonoi alejando las pastillas de su vista teniendo una expresión amargada

—Según los médicos, despertará pronto—habló Ran con sus brazos apoyados sobre la mesa

—Mikey no ha dormido, no quiere trabajar, tampoco quiere despegarse de Fumiya—comentó Kakucho también tomando una taza de café con una expresión neutral—En pocas palabras, no tenemos un jefe—

—La única persona que puede causar ese efecto en Mikey es Fumiya—afirma Akashi con mucha seguridad

—Qué pérdida de tiempo, que muera de una maldita vez—se queja Mochizuki con amargura

—No lo digas muy alto, Mikey te mataría si llega a escucharte—advierte Kokonoi con seriedad

Los ejecutivos se mantienen en conversación queriendo ser lo más silenciosos posibles, las emociones de su jefe están a flor de piel, no es nada buena para ellos que pueden equivocarse y ser asesinados por puro impulso del albino de baja estatura

Desde que Fumiya fue reportado herido, Mikey estuvo al pendiente de él, actualmente sigue sin despegarse de él esperando su despertar olvidando todos sus deberes como jefe de Bonten



Su cuerpo descansa en una superficie cómoda, todo su cuerpo despierta con lentitud antes de abrir sus ojos sintiendo pesadez en los mismos, lo que le impresiona es no sentir algún dolor en su cuerpo, ¿estará en los brazos de la muerte? ¿Son así de cómodos?

—____...—sus ojos grises se desviaron hacía la voz cerca suyo, se encontró con aquellos ojos negros de su amigo, su querido Mimi

—Manjiro—los ojos ajenos se nublaron por las lágrimas bajando su rostro que quedó apoyado en su pecho, las lágrimas mojaron la tela de aquella camisa que lleva encima escondiéndose entre su llanto que no es nada silencioso—No llores, Mimi—

—No me pidas eso, pensé que morirías y me dejarías atrás como los demás—la pena cayó en su cuerpo subiendo su mano para acariciar los cabellos corto del más bajo con cuidado, con mucha lentitud

—Perdón—terminó por rodear su cuerpo dejando que sus lágrimas continuaran hasta que se sintiera mejor

—Al menos despertaste, estaba demasiado preocupado por ti—murmuro con una voz rasposa por los sollozos

—Te descuidaste mucho cuidando de mi, Manjiro. Sabía que me amas secretamente—bromeo al final recibiendo un pequeño golpe en el pecho del menor

—Estúpido—una suave risa abandonó los agrietados labios del albino de cabello corto

—Todo este tiempo cuidaste de mi—sus manos tomaron las mejillas de Mikey—Cuando salga de esta cama te devolveré el favor, te descuidaste mucho, Manjiro—

—Tu siempre cuidas de mi, no está mal que cuide de ti algún día—





Con su abdomen vendado tiene que limitar un pocos sus movimientos pero puede caminar por cierto tiempo, está recibiendo unas pequeñas vacaciones del trabajo aunque ayuda en los temas administrativos a Kokonoi sin querer quedarse sin hacer nada

Sus brazos están apoyados del borde del edificio, el paisaje de Tokyo es pacifico como si estuviera invitándole a morir con esa belleza, sus pensamientos son interrumpidos por la entrada de una persona en la azotea dirigiendo su mirada hacía el recién llegado

—Estas caminando demasiado, ¿no te cansas?—Rindo se acercó apoyando sus brazos también en el borde del edificio mirando el paisaje que admite es hermoso

—No tengo nada mejor que hacer—devolvió su mirada al paisaje observando de reojo al contrario cada que unos segundos pasarán

El perfil de Rindo es atractivo, no mentiría

—Pensaba que morirías, con lo dramáticos que fuiste unos segundos antes de caer desmayado—

—¿No te dije que soy un buen actor? Gracias a eso manipulé a muchos—

—No me manipules de nuevo—exigió codeando su brazo haciendo un pequeño puchero

____ cubrió sus labios, evitando que su risa fuera mayor porque ese puchero de Rindo le pareció adorable captando su atención al reírse con tantas suavidad aunque su voz sea algo profunda para ser un risa melodiosa, es más una risa baja

—Intentaré no hacerlo otra vez—su mano se estiró para la sorpresa de Rindo que sintió el tacto de su mano en su mejilla—La próxima dire que estoy perfectamente y que viviré por mil años—

—Jodido imbécil—susurró acercándose ambos antes de juntar sus labios en un beso lento, sus labios reconociéndose mutuamente sin apuros

Todo su cuerpo cosquillea con tan solo sentir los labios del albino sobre los suyos, bajando su mano por su cuello acariciando su nuca con sus dedos. Rindo por su parte tomó su mano entrelazando sus dedos, separándose para mirarse mutuamente

—Esperaré para que esa herida se cure—

—¿Ya estás caliente por mi, Rindo?—

—Suicida idiota—

One-shots Tokyo Revengers II [Male reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora