One-shots Tokyo Revengers II [Male reader]

Hanma Shuji

Es una noche solitaria, un hombre de cabellera azabache está conduciendo por las calles frías de Tokyo con tranquilidad cada vez acercándose más a su destino, bajó de su auto acomodando la bufanda que lleva consigo por la temporada de frío que golpea la ciudad, se acercó hasta un bar que a simple vista luce abandonado y cerrado, con inseguridad tocó la puerta de la entrada esperando unos cuantos minutos para ser atendido

Dio la espalda a la entrada del lugar buscando en su bolsillo su celular para volver al número de la persona que lo citó en aquel lugar, releyendo la ubicación para estar seguro de que no se había equivocado, un enorme susto lo golpeó cuando unas manos se colocaron sobre su cintura

Levantó su puño dando media vuelta y golpeó el rostro de su atacante inesperado, el desconocido retrocedió tomando su mejilla golpeada alzando su mirada para encontrar los ojos ambas del hombre, con solo mirar esos ojos ámbar sabe de quien se trata

—¿Hanma...?—su mirada mostró su confusión pero manteniendo la distancia con aquel desconocido que parece reconocer

—No esperaba ese saludo tan brusco, Fumiya—aquel hombre se levantó, peinando su larga cabellera azabache con mechones rubios que caen sobre uno de sus ojos cubriéndolo por completo

—Maldito hijo de puta—escupió con molestia ahora frunciendo el ceño—Sigues siendo un idiota—

—Y tú sigues siendo muy brusco—acarició su mejilla una vez más sintiendo el hormigueo por el puñetazo tan fuerte que recibió del contrario

—¿Por qué me escribiste?—interrogó alzando una ceja hacía el hombre de mayor estatura por unos centímetros—¿Qué quieres?—

—Te escuchas como si fuera una persona interesada, sabes que no lo soy—sonrió con diversión acercándose hasta el más bajo en estatura por unos centímetros colocando sus brazos por sobre sus ojos quedando una mínima distancia entre ambos—Te extrañaba, me he sentido abandonado últimamente, por eso me esmere en encontrar tu número para hacerte venir para verte una vez más, Fumiya—

—Eres un imbécil—rodó sus ojos negando con su cabeza—¿Me contactaste después de tanto tiempo solo porque te sentías solo?—

—Así de simple—aseguró con una pequeña sonrisa juguetona—¿No me extrañabas?—su mano se deslizó por sobre el pecho del azabache quedando sobre dónde está su corazón—¿No extrañabas lo que hacíamos antes...?—sus ojos brillaron con malicia

—¿Crees que abriré las piernas para ti?—ladeó su cabeza con el ceño fruncido—Estás equivocado, Shuji—utilizó el nombre del mayor para hacerle saber que está hablando en serio—No me estaré arrastrando por ti—quito los brazos del mayor para mantener una distancia

—No seas cruel, yo sé que me extrañaste—le guiñó un ojo con diversión—Me encanta mucho cuando te haces el difícil—

—Me largo—indicó con seriedad, se dio media vuelta para acercarse hasta donde había estacionado su auto

—¡____, por favor!—exclamó con insistencia él hombre de largos cabellos corriendo tras el hombre que planeaba dejarlo atrás sin pena

—Nunca pensé que haría una obra de caridad para un necesitado—con un shampoo comenzó a lavar el cabello sucio del hombre que está sentada en la bañera dejando que sus manos mimen su cabello largo—Eres un asqueroso vagabundo, no entiendo como lograste sobrevivir tanto con tan pobres condiciones—mostró una mueca de asco tomando la ducha teléfono para quitar el shampoo del cabello del contrario

Hanma tuvo un merecido baño, Fumiya buscó unas tijeras afiladas para cortar apropiadamente el cabello de Hanma, ahora teniendo su cabello largo con puntas suaves y bien cuidadas

—Esto es tan relajante—Hanma suspiró con alivio ocupando la cama de la habitación de visitas del apartamento de Fumiya

—Qué confianzudo eres—Fumiya se cruzó de brazos apoyándose del marco de la puerta—Puedes quedarte en este apartamento por el tiempo que desees pero tienes que cumplir una tarea muy importante—

—¿Y cuál es esa tarea?—

—Busca un trabajo para que puedas ayudar con los costos del apartamento—respondió con una tranquila pero manteniendo la seriedad—No puedes vivir de gratis, mañana misma saldrás para buscar un trabajo—

—Qué molestia...—se quejó estirándose en la cama

—Si quieres vivir otra vez en la calle ya sabes donde está la puerta—señaló dejando un espacio en la puerta para dejar que el contrario pudiera irse pero este levantó sus manos negando con su cabeza

—Mañana mismo saldré para buscar un trabajo que me pueda ayudar a pagar la mitad de los gastos del apartamento, está bien, no me botes a la calle otra vez—pidió con una sonrisa y una mirada suave

—Bien, ya es tarde entonces es mejor dormir para que mañana temprano puedas buscar tu futuro trabajo—estiró su mano hasta el interruptor de la habitación para apagar las luces—Buenas noches, Hanma—cerró la puerta para ir a su propia habitación

Apenas entró puso seguro a la puerta, no confía para nada en la presencia del apodado "Dios de la muerte" en su apartamento, no vaya a ser que intente matarlo durante la madrugada

Se alistó para acostarse en su cama esperando que mañana todo fuera de maravilla

—¿Cómo es posible que no hayas podido conseguir un trabajo decente?—se quejó con el ceño fruncido hacía su compañero de hogar, pronto lo examinó percatándose de las vestimentas del contrario suspirando pesadamente—Ya veo...—desvió su mirada con hastía—Con esas pintas que traes encima cualquiera te negaría el puesto de trabajo, es una lástima que las personas juzguen por la apariencia pero así es el mundo—suspiró una vez más con cansancio—Alístate, saldremos para comprarte unas ropas adecuadas—

—¿No puedes ser mi sugar daddy?—preguntó con descaro

—Por supuesto que no—niega con una sonrisa que esconde las ganas de estamparle un puñetazo al azabache de mechones rubios

—Valía la pena intentar—desvió su mirada con una sonrisa divertida en sus labios que molesto todavía más al menor

Tener que vivir con Hanma será un nuevo reto para Fumiya, pero es posible que en el fondo de su corazón mantenga un pequeño sentimiento de unión con aquel hombre de largos cabellos azabaches y mechones rubios, todo por su pasado, y no puede ignorar ese pequeño sentimiento punzante en su pecho

Si puede ayudarlo, lo hará