𝟶𝟹∥ ʙᴀᴊᴏ ʟᴀs ᴇsᴛʀᴇʟʟᴀs

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Los días fueron pasando, y con ellos la desesperación en aquel minúsculo cuarto en el que un hombre era torturado.

Daryl recorría los pasillos del Santuario, con la esperanza de haber podido escapar del agujero donde había estado. Llegó a una esquina, y asomó discretamente la cabeza para comprobar si estaba despejado.

Alguien, por detrás, le agarró de las sucias ropas que le habían entregado allí. Como reflejo, levantó el puño para defenderse, pero se detuvo en cuanto vio de quién se trataba. Una mujer. Iba muy arreglada; vestido, tacones... y en perfectas condiciones; ni un solo moretón, corte, herida... Iba desarmada. —Vuelve mientras puedas. Yo lo hice—. Murmuró seriamente mirando al hombre. Era la misma que había visto en la enfermería poco después de llagar. —Da igual lo que te hayan hecho, hay más. Hay siempre más—. Advirtió. —No puedes escapar. Y cuando vuelvas, será peor.

Daryl la observó unos segundos, antes de volver a comprobar el pasillo y desaparecer al girar la esquina. Siguió avanzando hasta llegar al patio donde se encontraban las motos aparcadas, y al asomarse y no ver a nadie, salió corriendo para llegar a ellas.

Comenzó a comprobarlas para ver si podía utilizar alguna, pero tras distintas puertas que daban al mismo lugar, comenzaron a aparecer hombres que le rodearon. Uno de ellos le apuntó con una pistola, y no tardaron en escucharse silbidos.

Negan apareció con Lucille descansando sobre su hombro, y cuando entró en el corro que se había formado, y estando frente a Daryl, preguntó con una pequeña risa. —¿Te has cagado ya encima?— El hombre no contestó, solo le observó, esperando su próximo movimiento. —¿Quién eres tú?— Preguntó el líder señalando con el bate al hombre con la pistola.

—Negan.

—¿Quién eres... tú?— Volvió a señalar a otro hombre.

—Negan.

—¿Y quiénes sois?— Preguntó de nuevo con una sonrisa en la cara.

—Negan—. Contestaron todos los hombres en unísono.

—¿Has visto? Estoy en todas partes—. Dijo el líder sin aparatar la mirada de su prisionero. —Y esta era tu ocasión para demostrarme que ese hecho fundamental, había calado. Y es una pena, porque tu vida estaba a punto de hacerse mucho mejor. ¿Verdad que sí?

—Del todo—. Contestó uno de los Salvadores.

Negan y Daryl notaron movimiento sobre uno de los techos que les rodeaba, y mirando en aquella dirección, vieron allí a Raven, apoyada en la fachada de un edificio más alto que en el que se encontraba, observando la escena con su sonrisa ladina característica.

Negan la imitó, apareciendo en sus labios la misma sonrisa que la mujer lucía. —Tenemos público—. Murmuró al hombre. —Creo que aún no lo entiendes, así que voy a dejártelo muy clarito—. Comenzó recuperando un tono de voz normal. —Tienes tres opciones. Una, acabar en la verja y trabajar para mí después de muerto. Dos, salir de tu celda y pagar tributo, pero desearás haber muerto. Y tres, currar para mí, hacerte con unos bonitos zapatos, y vivir común rey—. El hombre se detuvo unos segundos. —La decisión parece evidente. Quiero que sepas, que no hay puerta número cuatro.

Después de esto, y al no recibir ninguna respuesta por parte del hombre, amenazó y amagó para golpearle con el bate en la cabeza, pero siguió sin recibir respuesta; no se movió ni un ápice. —Vaya. No te asustas con facilidad. Eso me encanta. Pero a Lucille, bueno, a ella le cabrea un poco, siente que le faltas al respeto. Por suerte para ti, Lucille no tiene demasiada sed—. Se acercó a él, ahora seriamente. —Pero yo sí—. Murmuró. —Así que... ¡Voy a tomar un buen trago!— Volvió a hacer que le daría, pero sin esperar otra reacción distinta a la que había recibido hacía unos instantes, Negan se marchó silbando, mirando a la mujer en el tejado, antes de escuchar como sus hombres comenzaban a golpear a Daryl.

𝐑𝐄𝐕𝐄𝐍𝐆𝐄, neganDonde viven las historias. Descúbrelo ahora