𝟸𝟼∥ ᴠᴀᴄɪ́ᴏ ᴇɴ ʟᴀs ᴛɪɴɪᴇʙʟᴀs

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Negan quedó paralizado al observar cómo la camiseta negra comenzaba a humedecerse, y cómo los dedos de ella tocaban la prenda, tiñendo las yemas de un oscuro carmesí.

Sus ojos se encontraron por unos instantes antes de que sus piernas cedieran.

El cuerpo tembloroso de Max cayó en los brazos de Raven, quien se derrumbó al suelo junto a ella al ver que la chica no mantenía el equilibrio. —No, no, no, no—. Negó varias veces la mujer. El hombre se acercó apresuradamente, arrodillándose junto a ellas mientras hacía presión en la herida.

—¡Traed el equipo médico a la casa de los Grimes, ahora!— Ordenó Raven por el comunicador mientras la quitaba la cazadora de cuero para que no la estorbara para curarla cuando lo trajesen. —Estamos aquí—. Murmuró Raven al oído de la pelirroja. —Te vas a poner bien, ya verás.

Su piel estaba pálida, mucho más de lo que estaba siempre. El suelo comenzaba a mancharse por la sangre que chorreaba y las manos de los dos adultos estaban cubiertas por ella. —Mocosa, no te duermas—. Dijo Negan. —Aguanta. Cuéntanos algo. Lo primero que se te pase por esa cabecita tuya.

Raven tenía una de las manos de Max cogida, y su cabeza estaba apoyada en el hombro de la mujer. Sentía cómo la respiración de la chica era cada vez más errática. Veía cómo Negan aplicaba presión sobre la herida, no pudiendo evitar detener la hemorragia. Las puertas de la casa se abrieron de golpe, revelando a Jass con un pequeño botiquín. Cuando vio a Max en el suelo, se paró en seco, observando toda la sangre que cubría el suelo bajo los tres. Se acercó son poder apartar la mirada.

Ver los ojos de la mujer que acaba de entrar en la cocina fue todo lo que necesitaban para saber lo que pasaba por su mente. —No, no, no, no. No lo digas—. Dijo Raven agarrando el botiquín de sus manos. Luchó contra aquella cremallera, intentando abrir el estuche blanco mientras lo manchaba de igual manera de sangre. Unas manos se posaron sobre las suyas temblorosas, intentando detener a la mujer.

Max agarró el botiquín, apartándolo de Raven y dejándolo en el suelo. —No hay nada que hacer—. Dijo la pelirroja.

—No digas eso, mocosa. No te des por vencida—. Contestó Negan mirándola.

—No hay nada que hacer—. Repitió. Raven mantenía la mirada perdida, sintiendo cómo el corazón de la chica se iba ralentizando poco a poco. —Raven--

Comenzaron a escucharse pasos en la entrada. Venían corriendo y entraron en la casa. En resto del grupo apareció tras Jass. Harley calló al suelo al ver a la chica, y fue acompañada por Arat.

Al no recibir respuesta, lo volvió a intentar. —Raven—. Esta vez consiguió sacar a la mujer de ese pequeño trance.

—Te prometí que iríamos cuando cumplieses los dieciocho de acampada—. Negan apartó la mirada al escuchar el quiebre de voz de la mujer, viendo cómo las lágrimas eran ahora imposibles de controlar. —Buscaríamos un taller para seguir tuneando la moto y--

—Raven, para—. Interrumpió Max. La susodicha cerró los ojos, intentando calmar su respiración. —No quiero todo eso. Todo lo que yo necesitaba ya me lo habéis dado—. Continuó mirando a todos los presentes. —Gracias. A todas—. La chica observó al hombre a su lado, pudiendo encontrar en aquellos ojos que siempre la mostraban diversión y gracia; dolor e ira. —A ti también—. Dijo consiguiendo hacer caer una única lágrima por el rostro de Negan. —¿Ha pasado algo interesante que deba saber? ¿Algo que queráis confesar?— Preguntó débilmente señalando con la cabeza disimuladamente a Raven. Al ver que ninguno contestaba, Max resopló. —No podéis ser más idiotas—. Comentó haciendo reír tristemente a los presentes.

—Sé que no me harás caso—, Comenzó esta vez mirando a Raven. —pero permítete sentir. Si tienes que llorar, hazlo. Pero permítete ser feliz. Los dos—. Dijo esto último mirando también al líder de los Salvadores, quien no permitía que ninguna otra lágrima cayese. Raven apretaba los labios para acallar sus sollozos, no queriendo transmitir su miedo a la chica en sus brazos.

Negan ayudó a Raven a poner a la pelirroja contra la pared sin dejar de hacer presión en la herida, pudiendo ver todos ahora su pálido rostro. —No seas tú quien--

—Tengo que ser yo—. La interrumpió ella. —Yo fui quién te metió en todo esto.

—Nada de esto es tu culpa—. Dijo Max.

—¿Queréis dejar de decir que nada esto no es mi culpa? Todo es mi culpa. Si yo no os hubiese metido en el grupo, Izzy estaría viva y tú--

—Tú no sabes lo que hubiera pasado. Puede que yo hubiese muerto en la planta baja con algunos de los trabajadores por los muertos y tu hubieses muerto aquí al no haber estado yo.

Tras la mujer, Harley, Arat y Jass permanecían escuchando a la adolescente. —Creo que no eres consciente de lo alucinante que eres—. Comentó Harley mirando a Max. —Al fin de cuentas, no todo el mundo puede contar que ha tu edad sabía montar en moto como tú, ni pelear como tú... Ni ser tan maravillosa como tú—. A medida que hablaba, más lágrimas caían.

—Vamos a hacer pagar a esos cabronazos—. Aseguró Arat intentando contenerse mientras recibía un asentimiento de Jass.

—Oh, descuida. A estas alturas ya lo estarán haciendo—. Comentó Max. —Me he cruzado con cierto vaquero tuerto. Ya os enteraréis, no voy a perder mi tiempo hablando de él—. Se detuvo unos instantes, pensándose lo que diría después.—Os quiero—. Dijo haciendo que las tres mujeres se acercaran y arrodillaran junto a Raven y Negan. —A todos. Aquella noche en la estación creí que me había quedado sola en este mundo. Pero entonces llegasteis y me acogisteis. Me hicisteis reír de nuevo. Tengo las mejores hermanas del mundo—. Persiguió. —Y también está Negan—. Añadió haciendo sonreír a todos, pero sus expresiones mostraban todo lo contrario. —Gracias.

—Te vamos a echar de menos, mocosa...

Max sonrió débilmente, y cuando todos notaron cómo sus ojos comenzaban a cerrarse, cediendo ante el peso de los párpados, Raven se acercó aun más ella. —Te queremos. No te haces idea de cuánto.

Eso pareció despertar algo dentro de ella, permitiendo que abriese los ojos unos instantes al escuchar la voz de Raven, pero de poco sirvió, pues terminó por cerrarlos cuando exhaló su último aliento.

—¿Max?— Llamó la mujer. —Max, venga—. Volvió a intentarlo la mujer entre sollozos moviendo el cuerpo de la chica. —Por favor.

Movía el cuerpo desconsolada esperando, deseando, ver aquellos ojos azules abrirse una vez más. Pero ningún milagro ocurrió. No en este mundo. Aquellos ojos no se abrieron más, no les dejaron hacerlo. Cuando los latidos de su corazón desaparecieron, y con ellos toda esperanza que aguardaba impaciente en todos aquellos corazones, Raven llevó su mano a la parte trasera de su espalda, cogiendo una de sus dagas. Se incorporó hacia delante, depositando un suave beso en la frente de la chica, y juntando su cabeza con la suya, enterró el arma en la parte trasera de su cabeza.

Y ahí permanecieron todos juntos, arrodillados a un lado del cuerpo que había entrado en sus vidas llenando una parte de aquellos corazones que muchos creían de piedra, oscuro, tenebroso, malvado... Marchándose y dejando un vacío. Una herida que nunca podría ser curada, y que con suerte le harían a aquellos que habían provocado todo sin saber que en esos momentos, ya estarían sintiendo lo mismo.

 Una herida que nunca podría ser curada, y que con suerte le harían a aquellos que habían provocado todo sin saber que en esos momentos, ya estarían sintiendo lo mismo

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𝐑𝐄𝐕𝐄𝐍𝐆𝐄, neganDonde viven las historias. Descúbrelo ahora