𝟹𝟻∥ ᴇʟ ᴄᴏᴍɪᴇɴᴢᴏ

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La oscuridad invadía cada fragmento del bosque.

Ya había abandonado el pueblo del que había logrado escapar, y con la daga aun en la mano, recorrió la espesa arboleda pasando desapercibida entre los muertos que habían abandonado el callejón y los que se habían acercado por el camino. El viento soplaba, haciendo su pelo moverse con la brisa. Los gemidos de las criaturas la seguían allá donde ella iba.

Caminó sin un rumbo fijo, desconociendo por cuánto tiempo. Y cuando se cansó del ruido que hacían, terminó por separarse del pequeño rebaño, continuando empapada en la sangre.

En su mente no dejaba de repetirse la misma escena.

La voz de Rick ordenando a Glenn que la abandonara.

Sus esperanzas puestas en Daryl para que convenciese a Glenn para ayudarla, pero dejando de escuchar su voz de repente.

Glenn dándose la vuelta, y mientras tanto, ella cayendo junto con el cuerpo de Nicholas sobre todos aquellos muertos.

La sangre. Toda aquella sangre que por unos instantes creyó que era suya.

Y entonces, varios gritos eufóricos llamaros su atención, pero no se detuvo. Había risas, y comenzaron a llamar también la de los muertos solitarios que permanecían ocultos ente los árboles. Pasados unos minutos, tiempo suficiente para que las criaturas llegasen al lugar del que provenían el griterío, se escucharon varios disparos.

Menudos idiotas. Terminarán atrayendo al rebaño.

Eso fue lo que pensó Raven rodando los ojos mientras continuaba con su camino.

—¡Joder!— Exclamó un hombre apareciendo tras un árbol, llamando su atención. La miró de arriba a abajo. —¿Por qué no vienes con mis amigos y conmigo y te lavas un poco?— Preguntó mientras se subía la cremallera del pantalón.

Raven arqueó las cejas ante el comentario, no fiándose de él en absoluto. —¿Por qué no te vas con tus amigos y me dejas tranquila? Antes de hagas algo y termines por arrepentirte.

El hombre se había acercado a ella mientras hablaba. —Uh, vamos. Nos lo pasaremos bien—. Insistió él poniendo una mano sobre su hombro. Unos instantes después, Raven la cogió, retorciéndola, provocando que este gritara por el dolor.

Le tiró al suelo, contemplando cómo se agarraba la mano mientras lloriqueaba. —¡Serás zorra!

Raven inclinó la cabeza levemente hacia un lado, y sin decir nada, comenzó a andar hacia él. La expresión en el rostro del hombre cambió de inmediato, sustituyendo el odio por el miedo mientras comenzaba a alejarse de ella por el suelo. —¡No, no, no! Lo siento mu--

La sangre comenzó a emanar de su cuello, manchando su ropa y cubriendo la superficie a su al rededor, y moviendo su daga para limpiar la sangre en el filo, el cuerpo de desplomó en el suelo.

El sonido de muchas pisadas comenzó a escucharse. Eran muy veloces para ser de muertos. Luces de linternas comenzaron a iluminar el terreno, y Raven se giró hacia el lugar del que provenían, descubrieron la sonrosa cínica posada en sus labios a los hombres que habían llegado alarmados por los gritos. —Por capullo—. Comentó ella encogiéndose de hombros.

Todas las armas apuntaron en su dirección en cuestión de segundos, pero sus acciones fueron interrumpidas por un silbido que resonó en el bosque. Los hombres se hicieron a un lado sin apartar la mirada, ni la mirilla, de la dirección en la que se encontraba la mujer, y formando un pequeño pasillo, un hombre con cazadora de cuero apareció entre ellos.

Hubo unos segundos en el que nadie dijo nada, todos mirándola, mientras ella solo le miraba a él.

—Bonito bate—. Comentó Raven observando el objeto que descansaba en el hombro del hombre, quien supuso que sería el líder, haciendo aparecer una sonrisa ladina en su rostro.

—Bonita daga—. Contestó él. —Acabas de matar a uno de mis hombres con ella...

  —Decidió ser un capullo en el peor momento posible.

—Ya veo—. Comentó él mirando el cuerpo. —Hay que tener unos ovarios como balones para hacer eso, guapa. Te lo reconozco—. La mujer sonrió inocente mientras jugaba con el arma en su mano, observando al líder a varios metros de ella girarse unos segundos hacia el hombre a su lado. —Simon—. Llamó. —Volved a los vehículos.

El aludido, quien se encontraba al lado de un hombre cuyo medio rostro estaba decorado con una gran quemadura, se lo pensó unos segundos, pero al no encontrar en el rostro del hombre más que plena determinación, obedeció. —Vámonos, chicos. Dejamos al gran hombre gestionar esto—. Los presentes fueron retrocediendo, pero nunca bajaron las armas hasta que hubieron desaparecido tras los árboles, dejando solo al dúo.

—¿Y que haces por aquí sola?— Preguntó él —¿Vas con un grupo?

—Ya no. Me dejaron atrás creyendo que moriría.

—Así que te subestimaron... Y has vuelto de entre los muertos, —dijo con gracia, dando por hecho viendo las tripas de muertos sobre ella —para...

—Venganza.

La sonrisa en el rostro del hombre se intensificó, y dando un par de vueltas al bate, la miró de nuevo. —¿Por qué no vienes conmigo? Tu me ayudas con mis problemas, viendo lo bien que te manejas, y yo te ayudo con los tuyos. Ambos ganamos.

—Acabo de cargarme a uno de tus hombres...—Comentó ella como si fuese lo más normal del mundo.

—Ezra era un verdadero grano en el cuelo, así que... Debería, de hecho, agradecértelo.

La mujer contempló al hombre unos segundos, planteándose aceptar. Tampoco tenía muchas opciones. Estaba sola en un mundo infestado por muertos, y por muy bien que le hubiese ido esta vez el truco de las tripas, la mayoría de las veces fracasaba. No podría hacer nada frente a un rebaño como del que acaba de escapar.

Guardó su daga, otorgando la respuesta que el hombre quería escuchar. Comenzó a andar hacia él, y el hombre sonrió. —¿Tienes nombre, desconocido con cazadora de cuero con la que pienso hacerme algún día?

El hombre miró a la mujer. Ambos poseían aquella misma sonrisa.

—Soy Negan.

—Raven.

—Tengo la sensación de que esto será el comienzo de algo grande. Tu y yo vamos a lograr grandes cosas.

—Oh, si. Cuento con ello.

 Cuento con ello

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𝐑𝐄𝐕𝐄𝐍𝐆𝐄, neganDonde viven las historias. Descúbrelo ahora