𝐑𝐄𝐕𝐄𝐍𝐆𝐄, negan

𝟸𝟸∥ sᴜᴘᴜᴇsᴛᴀ ᴄᴀʟᴍᴀ

—Estás perdonado.

Un puñetazo en la nariz. Eso fue lo que recibió Gabriel cuando estuvo frente a Negan. —Gracias. Quédate tu arma—. Se dio la vuelta sin mirar a Raven, dirigiéndose hacia el muerto en el suelo y clavando el machete que llevaba Gabriel cuando le registró. —Es un asco, pero creo que tenemos que echarle huevos. Y tripas.

—No entiendo nada—. Comentó el pastor guardando la pistola.

Raven dejó escapar un suspiro, acerándose al cuerpo y arrodillándose frente a él. Cuando Negan comenzó a echarse las tripas sombre la ropa, la mujer hizo otra mueva. —La cazadora no...— Comentó al ver la prenda de Negan cubierta de vísceras. —Como esto nos joda las cazadoras, Gabe, va a ser tu ruina—. Dijo viendo aparecer una sonrisa en los labios del hombre cubierto de entrañas. Dicho esto, enterró las manos en el muerto, comenzando a cubrirse de igual manera con ellas. Aquello no la traía buenos recuerdos.

Cuando los tres estuvieron listos, se incorporaron y avanzaron hasta la salida. Comenzaron a hacer ruido, atrayendo a las criaturas del exterior, y Negan miró a Raven por primera vez desde su confesión. Ambos se mantuvieron la mirada unos instantes, y cuando Raven sacó sus dos dagas, el hombre abrió la puerta y los muertos entraron.

«•»

Entretanto, en el interior de la sala de reuniones del Santuario, el grupo que había conseguido entrar en el tiroteo discutía sobre lo ocurrido.

—Hay que asumir que Negan y Raven están muertos.

—Oh, por favor. Son Negan y Raven. A esos dos no hay quien les pare, y menos si están juntos—. Rebatió Izzy enfrentándose a Regina.

—Es más probable que esos dos acaben dirigiendo la horda, que acaben muertos por ella—. Comentó Harley apoyada en la pared.

—¿Cómo unos...

—Líderes, Alphas—. Interrumpió orgullosa Harley. —Llámalo como quieras.

—Eso no es posible—. Volvió a intervenir Regina intentando entenderlo.

—Yo que sé. Solo decimos, que no están muertos—. Espetó Izzy, harta de la mujer.

La puerta se abrió de repente, revelando a Laura, quien entró agitada en la sala. —¿Qué ocurre?— Preguntó Simon sentado.

—Suben por la escalera—. Contestó la mujer.

—¿Caminantes?— Preguntó nervioso Eugene.

Laura miró al hombre, avanzando hacia la mesa y apoyándose en ella. —Los obreros.

Simon suspiró, poniéndose en pie y abriendo la puerta de nuevo para salir al pasillo. Los trabajadores se encontraban allí, rodeando la entrada de la sala sin dejar alguna opción para salir de allí salvo volver a dentro. —Sabéis que los obreros deben permanecer en la planta baja—. Mientras Simon hablaba, todos los Salvadores le siguieron, saliendo al pasillo y observando a la muchedumbre. —En concreto, sus actividades están restringidas a la fábrica. Abajo. Y al huerto y corrales.

—Hace mucho calor—, comentó un hombre perteneciente al gran grupo. —y no vamos a salir ahí fuera. No hay electricidad.

—No hace falta arreglarla. Ahorramos combustible. Tenemos que sacrificarnos—. Prosiguió Simon.

—Somo iguales...— Contestó sarcástico el hombre.

—Oh, ese tono no es el apropiado—. Dwight se interpuso entre el hombre y Simon, impidiendo que comenzara una pelea.