𝟷2∥ ᴄᴀsᴛɪɢᴏ ᴘᴏʀ ᴛʀᴀɪᴄɪᴏ́ɴ

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De madrugada, Eugene salió al patio y, apoyado en la barandilla, se dedicó a observar el lugar mientras comía uno de sus pepinillos. Había una gran cantidad de Salvadores cumpliendo con sus órdenes; algunos vigilaban, otros seguían las instrucciones que él mismo les había mandado de fundir hierro para los muertos de las vallas, había quién descargaba los contenidos de los camiones que habían vuelto de registros... Negan también estaba allí, junto a todas sus esposas.

Palmer se giró al escuchar unas pisadas tras él, viendo a Dwight acercándose. —Sobre las medidas...— Comenzó el nuevo integrante de los Salvadores.

—¿Te apuntas?— Preguntó Dwight rascándose la frente.

—Claro. Igual que tú—. Contestó. —¿No recuerdas mi nombre?

—No—. Admitió el hombre a su lado.

—Eugene. Tú eres Dwight. Somos Negan—. Dijo sin apartar la mirada de la valla.

Las puertas que daban a la planta baja se abrieron de golpe, revelando a Raven. La entrada quedó abierta, permitiendo a las personas en el interior del edificio ver el exterior.

—Presenten atención, damas y caballeros—. Exclamó ella dirigiéndose al centro del patio llamando la atención de los presentes. —Creía que la pequeña demostración con el doctor serviría para recordar a quién se debe guardar lealtad—. Comentó. Negan se acercó a ella mientras daba vueltas al bate, clara confusión en su rostro. —Pues bien, habrá que repetirlo—. Dicho esto, sacó la pistola que llevaba guardada en la cintura del pantalón y disparó a tres de las mujeres vestidas de negro, enterrando una bala en la frente de cada una.

El lugar quedó sumido en el silencio, a excepción de los gemidos de los muertos y el sonido de los cuerpos impactando contra el suelo, dejando únicamente a Frankie y Tanya con vida.

—¡Chicas!— Llamó la mujer con una sonrisa cínica mientras guardaba el arma. —Creo que, más o menos, sabréis a qué se debe todo este numerito, ¿verdad?

Negan parecía estar paralizado, contemplaba la escena cómo todos los presentes, no entendiendo nada y sin ser capaz de mover un sólo músculo con temor a recibir un disparo. Raven miró al hombre, percibiendo la ira que crecía en su interior, apunto de salir. —¿Se lo explicáis vosotras o lo hago yo?— Preguntó volviendo la mirada hacia los dos mujeres. Estas no se atrevieron a decir nada, temblando y sollozando sin poder hacer algo al respecto. —¡Eugene!— Llamó. —Hazme el favor, ¿quieres?

El nombrado miró los cuerpos sobre el asfalto, tragando saliva ante la repentina sequedad. —Uh... Las mujeres presentes, y posiblemente las que ya no lo estén por circunstancias evidentes, planeaban acabar con la vida de Negan y Raven mediante la ingestión de fármacos nocivos—. Informó levantando el tono para ser escuchado.

Los murmullos estallaron entre el gentío, varios de los Salvadores armados avanzaron hacia las dos mujeres, pero Raven levantó la mano, deteniéndolos. —¿Algo que decir?— Preguntó.

Tanya miró a Frankie, no sabiendo que decir. En cambio, esta última no dejaba de pasar la mirada de Negan a Raven. —Oh, Frankie... ¿Por qué esa cara?— Preguntó repitiendo las mismas palabras que usó la pelirroja a modo de burla tiempo atrás.

La susodicha fue a abalanzarse sobre ella, pero Raven se apresuró a sus movimientos, y varios jadeos se escucharon al contemplar la escena ocurrida.

Tanto Tanya como Frankie se habían llevado las manos al cuello, tapando la herida que ocupaba ahora sus pescuezos. La sangre emanaba de esta en cantidades desmesuradas, manchando parte de su cara, la ropa y el asfalto.

𝐑𝐄𝐕𝐄𝐍𝐆𝐄, neganDonde viven las historias. Descúbrelo ahora