Capitulo 3 La canción

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Aquel sábado, después de la clase deportiva obligatoria, varios compañeros y amigos de nuestro salón decidieron ir juntos al centro cultural que quedaba a solo unas cuadras del bachillerato, entre ellos Syria.

Yo sabía qué nunca obtendría ningún permiso de mi padre, y sólo ví una opción: ir con mis compañeros al centro cultural, intentar acercarme a Syria, y llegar un poco tarde a casa, aceptar el regaño y el castigo, sabiendo que valió la pena.

No sabía cómo sería, pero estaba decidida a acercarme de alguna forma a ella.

Ya en el centro cultural todos pasamos un buen rato, comimos, reimos, y jugamos, habían pasado un par de horas ya, y era hora de qué cada quien tomara su camino.

Ya quedábamos solo algunos, y yo me sentía tan absurda por no haber tenido ninguna oportunidad para acercarme a ella.
Habia sido mi único objetivo y me falto el valor para hacerlo.

Mis compañeros conversaban y se despedían, pero algo de pronto captó mi atención...

-¿Alguien quiere ir a mi casa?, - dijo Syria-, hoy mi mamá llega tarde y...

-yo... - contesté sin titubear, esa era mi oportunidad.

-Genial.- ella sonrió de manera exquisita.

Nadie se nos unió, y creo que eso fue lo mejor.
Por fin podría conocerla mejor, hablar con ella, me moría de nervios, pero me sentía feliz.

Ella parecía cómoda con mi compañía y eso me hacía realmente dichosa.

Tomamos un taxi directo a su casa, ella me contaba una infinidad de cosas, pero yo no podía concentrarme, en mi mente sólo podía repetir una y otra vez...

"Que hermosa es" y "tranquila Jordan, no sucederá nada, solo somos amigas"

Mi mente hizo una pausa, y entonces me di cuenta.

Me gustaba Syria Avendaño Herrera.

Por unos minutos hubo conflicto en mi mente, yo estaba ahí sentada frente a ella en un taxi, con destino a su casa, con un fuerte impulso por besarla y al mismo tiempo, deseando no sentirme así por ella.

Después de poco más de una hora de camino por fin llegamos. No había notado a tiempo que ella en realidad vivía fuera de la ciudad, y yo no tenía idea de dónde estábamos exactamente.
Mi mente y mi corazón eran un caos completo, pero en el fondo, no podía más que ser feliz...

Bajamos del taxi, y entramos a su casa, y efectivamente estábamos solas. Eso me puso realmente nerviosa, nunca antes habíamos estado así, en completa privacidad, sólo ella y yo...

Tenerla cerca era una sensación intensa y agradable a la vez.
Conversamos, y la ví siendo ella misma conmigo, disfrute su alma, y yo no podía quitarle la mirada de encima sólo podía desearla.

Perdida en su figura, me hace volver de pronto a la realidad con una sencilla pregunta.

- ¿Has escuchado esta canción?

- creo que no.

- Me encanta el vídeo.

Lo vimos juntas... El ritmo era seductor, muchas chicas en una habitación.. con escenas poco explícitas pero muy excitantes.

Al ver el vídeo sentí como un calor subía por todo mi cuerpo, era todo en el ambiente, la música, el vídeo, su voz al cantar, sus mirada sensual, sus movimientos, su cuerpo.

Sentía un inmenso deseo por hacerla mía.

Ella recostada sobre su cama cantando, yo frente a ella sentada observando la sensualidad que emitían sus labios.

- Perdón, pero creo qué...

Realmente no pude terminar la frase, pues ya mis labios estaban saboreando los de ella, hubo tanta química en ese momento que ninguna quiso parar.

De pronto ya estaba besando su cuello, sus hombros, el comienzo de sus senos, acariciando su entrepierna.

Estaba disfrutando tanto ese momento tan hermoso y sensual, cuando mi mente de pronto me traiciona para recordarme qué, ella acababa de terminar una relación y que cualquier cosa que sucediera entre nosotras podía no significar nada importante para ella, quizás solo distracción, o consuelo, sabía que sólo se había dejado llevar por el momento.

Pero sentía sus labios aferrándose a los míos y sabía que realmente no quería parar, quería arriesgarme.

De pronto escuchamos un ruido afuera, era su mamá que acababa de llegar.

Antes de que entrara su mamá, le pedí permiso para pasar al baño para poder tranquilizarme y alinear mi aspecto, cuando volví a la habitación ella tenía un aspecto triste, en ese momento sentí como un puñal atravesaba mi corazón.

- ¿estás bien? - le pregunté.

- la verdad no, revise el celular y me di cuenta de que tenía mensajes nuevos de mi ex. Me preguntó que estaba haciendo, y me siento mal de pensar...

Hubo un silencio largo e incómodo, sentí como ahí estaba ya, el nudo en mi garganta...

Era evidente que yo tenía razón.

En el fondo me dolía, porqué ella se acababa de convertir en alguien muy especial para mí, la única chica a la que yo había tenido el valor de besar y sentir, de admirar y de desear, de preocuparme y quizás más.

Pero sabía que era mejor irme y hacer de cuenta que no había sucedido absolutamente nada.

Syria me acompaño a tomar un taxi de regreso a casa, y nos despedimos cómo si nada.

De camino a casa tenía muchos sentimientos encontrados.

Había besado a la chica de mis sueños, a la que en secreto deseaba, admiraba y anhelaba día tras día, había sentido su calor, su excitación y su cuerpo entre mis manos.

Mis labios habían sentido la suavidad de su cálida piel, había grabado de forma indeleble su dulce aroma, había probado sus labios, su boca, su lengua... Su pasión y sensualidad...

Repasar lo sucedido en mi mente, me hacía estremecer, me enloquecía a tal grado que mi cuerpo le llamaba a gritos.

Pero lo sabía, sabía que no tenía ningún sentido recordarlo, pues para ella seguramente no significaba absolutamente nada.

Sus ojos llenos de tristeza, nostalgia y culpa... Sólo me dieron la razón, y me partieron el alma.

Sabía bien que había sido yo quien había corrido el mayor riesgo, y que aún sabiendo que iba a perder, me entregué a la pasión de sus besos, y me deje llevar por esa dulce locura que me hacía olvidar que el mundo afuera seguía existiendo.

Sabía que jamás podría culparla por el dolor que ahora estaba sintiendo.

Y de pronto, ahí estaba otra vez...

Ese pensamiento...
Ese sentimiento...

Ya era tan recurrente que apenas podía luchar contra el.

Y es que no solamente era esto, todo cuánto hacía en mi vida, parecía formar una bomba autodestuctiva de cuenta regresiva, y sabía que sólo era cuestión de tiempo.

Mi princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora