Capitulo 11 Pesadillas

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Después de enviar aquel mensaje, mi realidad se me ha enfrentado de forma más cruel. Y de pronto me pregunto ¿Hice lo correcto?

En cierto sentido, se podría decir que estoy acostumbrada a no dormir, sufro de insomnio desde los 7 años, cuando desperté a la realidad sobre la vida, cuando mi padre cayó del pedestal donde siempre le tenía, cuando en aquel momento veía una poca de lastima en quienes nos rodeaban por tener que recibir la llamada de papá desde la cárcel.

Y si, de alguna manera mi vida cambio por completo desde aquel momento.

Una noche, antes de verlo por última vez, como pocas veces ví llorando a mi padre, acabábamos de ver aquella película de "Peter Pan y los niños perdidos", en aquella película, el padre debe dejar a la familia por ir a la guerra, pero antes de irse le pide a su hija que cuide de su madre y hermano menor.

Por alguna razón aquello me llegó al corazón después de aquella primera llamada de mi padre.
Desde aquel momento lo supe, sería yo quien cuidaría a mi familia, asumí ese papel fingiendo ser fuerte.
Quería ser el soporte de mi familia y en cierto sentido, lo hice.

Aquella última noche, sus lágrimas eran genuinas, sabía que nos dejaría para hacer algo ilegal y que pasaría tiempo en la cárcel de otro país.

Y entonces me di cuenta, la vida era más jodida de lo que imaginaba, mi padre no era quien yo pensaba, mi madre histérica y depresiva podía volverse aún más violenta, y podía sentirme aún más jodida deseando no tener esos sentimientos de homosexualidad. Si desperté.

Ahora a mis 16, no solo no dormía, cuando dormía, mis sueños eran pesadillas, no sabía que podía sufrir aún más, cuando en realidad debería dormir tranquila.

Joder

Aquellas pesadillas se habían vuelto tan reales que podía sufrirlas, despertar asustada o llorando, y con grandes sentimientos de frustración.

Lo peor, no podía distinguir si era un sueño o era mi realidad, despertar afligida y agotada solo me hacía sentir más confundida de lo que ya estaba.

Y ahí estaba yo... reviviendo en mis sueños el infierno y los demonios de mi realidad, mi niñez y mis jodidos miedos.

Tantos años ocultando tantas cosas... No podía más...

Solo deseaba un momento de paz, y ahí estaba otra vez, hablándome gloriosa, la maravillosa reina vestida de paz, la única que sentía que me podía salvar, la muerte.

Y venía a mi justo como una daga al corazón...

Ser rechazada por mi madre desde que era una niña.
Las burlas de la gente por mi físico.
Mi falta de seguridad.
El haber sido el oído y el apoyo de otros sin tener quien me escuchara a mí, y tener que fingir una sonrisa cuando decían "pero ¿que problemas puede tener una niña?"
El haber luchado con mis sentimientos de homosexualidad e imperfección.
El sentirme completamente excluida por toda mi familia.
El tener que soportar durante años que el padre de mi padre me manoseara las piernas, la espalda y las nalgas delante de toda la familia, y nadie dijera nada, que cuando se lo conté a mi padre, en vez de defenderme, me dijera que me quedara callada.
La depresión, los cortes en mis brazos.
La anorexia, la bulimia...

¿En verdad valía la pena seguir luchando?

El corte en mi brazo izquierdo que sangraba dibujando la palabra perfecta decía que no, el agua de la regadera cayendo sobre mi cabeza me hacía sentir que todo se detenía. Y por un momento, ver correr aquella sangre, me hacía sentir un poco menos el dolor que llevaba por dentro.

-Jordan, llevas mucho tiempo ahí, sal ya! - escuché a mi padre decir.

- ya voy -dije sin ningún ánimo.

Cuando salí escuché a mi madrastra decir

"Deja el baño siempre hecho un desastre, al menos debería limpiar bien"

Maldición, pensé.

Entonces lo saben... - murmuré.

¿Que podía ser peor?

Cuando salí de nuevo de mi habitación, mi padre que se encontraba en la suya me llamó.

- ¿Que hacías en el baño? ¿Porqué tardaste tanto?
- Nada, lo siento.
-Dice Sara que al menos dejes el baño limpio cuando salgas
-si la oí
-ok, vete ya -decia eso sin despegar la mirada del televisor.

De pronto el dolor, el coraje, la sangre que corría por mi brazo y mis impulsos me dominaron...

- ¿De verdad quieres saber porque tardaba tanto en el baño? Mira! -dije subiendo las mangas de mis brazos y con una lágrima que corría por mi mejilla.

Mi padre tenía una cara inexpresiva, y no dijo nada.

-Papá me siento muy mal, necesito ayuda.
-¿Ayuda? ¡Tú sola te metiste en eso, tu sola saldrás!

Pero que estúpida me sentía ¿Por qué? ¿Tan jodida estaba qué me había atrevido a pedirle ayuda a la persona a la que menos le importaba?

Salí de la habitación con más rabia hacia mi misma que hacía él, me dirigí a mi cuarto y me encerré...

Las paredes parecían un buen refugio para los golpes de mis puños, reventarme los nudillos así servía para sacar un poco de frustración, gritar ahogando mi llanto sobre la almohada no parecía suficiente, entonces... Vi mi salida...

La bolsa llena de medicamentos en mi habitación...

Mi princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora