Capitulo 21 Ella

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Su voz era más dulce en persona, eso lo pude notar en un instante, su sonrisa era extraordinariamente hechizante, impecable. Sus ojos llenos de ternura y un aire de tenacidad.

Su cuerpo, como montañas y valles en pleno florecer, su estatura, perfecta como para besarle los pies.

Toda ella era arte, exquisito de contemplar, de recorrer y amar.

Estaba tan perdida contemplandole y pensando en la maravillosa suerte que tenía de que aquella asombrosa y extraordinaria mujer se hubiese fijado en mi que apenas pude reaccionar cuando me habló.

-¿Te gustaría ir a caminar?

-claro...

Antes de ir a verla, había pasado a una pequeña tienda de regalos para comprarle algo, aunque en realidad no llevaba mucho dinero, pude comprarle un curiosito oso blanco dentro de una pequeña taza, y aunque no me consideraba la mejor haciendo espectaculares regalos, aquello me parecía tan importante que deseaba encontrar el momento perfecto para entregárselo.

Caminamos dentro de la plaza, y comenzamos a charlar.  Ella hablaba de un par de cosas y yo solo podía perderme en su voz, en su calidez.

-Te invito una nieve, ¿Quieres?
- si gracias.

Los nervios me carcomian las entrañas, y mi voz sonaba un tanto ahogada, así que en parte mis respuestas era muy cortas.

-¿Te sucede algo, te encuentras bien?

-si estoy bien.

Sonreí nerviosa y camine a su lado, no me atrevía si quiera a mirarla, me parecía extrañamente fascinante.
De pronto... Sin previo aviso, tomo mi mano.

Aquello me sorprendió tanto que por poco tiro mi helado, ella lo noto y solo sonrió, mientras yo moría de vergüenza al sentir como mi rostro se ponía "rojo como tomate".

¿Cómo decirle que en realidad todo era nuevo para mi? ¿Que ella era mi primera novia, que jamás había tenido una cita con una chica, que no solía ir tomada de la mano con ninguna mujer en público y que no tenía experiencia en nada?

Entramos a un supermercado que estaba dentro de la plaza, compramos algunas cosas, entre ellas un agua y algunos dulces, incluyendo unos chicles de envoltura negra y un arcoiris, era un nuevo sabor y decidi probarlos. Me parecían un tanto perfectos para la ocasión.

Mientras esperábamos para pagar, delante de nosotras, se encontraba una mujer con su bebé, de unos escasos dos años, la nena se quedó observándome, así que le sonreí, en aquel momento, toda mi rigidez se fue, ser un poco juguetona con la nena, me daba una energía positiva. Beck solo me observó detenidamente con una amplia sonrisa.

Al salir, Beck me detuvo un momento.

- ¿Que sucede?

-¿Siempre eres así?

-¿Así cómo?

-Tan linda, tan adorable.

-Gracias...

-fue muy lindo verte jugando con la nena, ¿Te gustan mucho los niños?

-la verdad si.

-que linda.

Al decir aquello, su mirada se desvío hacia mis labios, y supuse que estaba deseando besarme.

Quería besarla, tanto como ella a mi, pero los nervios me traicionaron y evite el momento volviendo a caminar.

Caminamos tomadas de la mano hasta la salida de la plaza,  lamentablemente ella tenía que irse, pues tenía que reunirse con su familia para algo sumamente importante.

Mientras estábamos ahí, por fin nuestras miradas volvieron a encontrarse. Y lo supe, ese era el momento perfecto.

-Toma, te traje esto -dije sacando la mano de mi abrigo, con el regalo en la mano y estirandolo hacia ella para que pudiera recibirlo.

-Muchas gracias,- al verlo, su mirada se iluminó, como la cara de un niño pequeño que recibe en un día especial lo que tanto había deseado. Me fascinó verla así, parecía sumamente feliz.

Con un movimiento rápido me tomo del brazo y me acerco a su cuerpo, ella iba a besarme pero yo sin pensarlo solo la abracé. Volvío a darme las gracias al oído y al creer que el abrazo había terminado, separé mi cuerpo del de ella.

Con otro movimiento, más rápido que el primero, está vez, ella me tomo por la cintura y unió nuestros cuerpos en un hermoso y apasionado beso...

Sus gruesos y cálidos labios estaban cargados de sensualidad, su aliento tenía el sabor al chicle que acabábamos de comprarnos, lo cual lo hacía aún más exquisito.
Hubo tanta química en aquel beso, que sin darme cuenta solté de mi mano la botella de agua que llevaba y comencé a besarla como jamás había besado a nadie, ni siquiera a Syria.

Su sensualidad, su pasión, su ternura y aquel beso tan dulce y húmedo, hizo que mi cuerpo vibrara, un escalofrío recorrió mi ser, sentirla sujetándose de mi con fuerza, mientras sus pechos rozaban con los míos hizo que mi entrepierna se humedeciera.

Fue un beso largo y hermoso, inigualable e inolvidable.

Me hizo olvidar por completo que estábamos a la vista pública, hasta que las frases y gritos de unos chicos morbosos interrumpieron aquel mágico momento.

Antes de terminar aquel beso, Beck mordió mi labio inferior...

Cómo si no fuera suficiente todo aquello para desearla aún más...

Besarla, había sido un maravilloso regalo.
Había valido toda la maldita pena haber salido de nuevo sin permiso para estar castigada de nuevo.

Noviembre... El mejor mes del año...
Nunca me decepciona...

Beck me acompaño a tomar mi taxi de regreso a casa. El beso de despedida fue tan intenso, que ninguna quería irse. Subí al taxi, llena de felicidad, sonriendo como boba, anhelando más. Y sabiendo qué: Había encontrado a la mujer de mis sueños.

Mi princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora