Capitulo 12 Adiós

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Aquella tarde se había vuelto más tormentosa de lo habitual y yo solo pensaba en encontrar el momento correcto para terminar con todo.

Esa noche, mi padre trabajaría desde las 11pm, hasta las 7 del día siguiente.
Esa era mi oportunidad.

Y si, era tan real, que de alguna manera casi inexplicable, ya podía sentir la paz, esa paz que me arrastraba directo al abismo.

Con media sonrisa, arregle mi habitación pensando "para qué al menos cuando entren a ver mi cuerpo, mi padre no muera de vergüenza al ver un desastre"

Mi padre tenía una verdadera obsesión con la limpieza, siendo así qué, lo más mínimo, le parecía una tragedia.

Cuando terminé, me sentí un poco satisfecha pensando en qué, si nunca fui la hija perfecta que ellos querían, al menos ya no les daría más problemas.

Y llegó la hora, mi padre se fue a trabajar y yo ya tenía el cóctel preparado.

Inmediatamente en cuanto se fue, lo consumí, primero unas cuantas y después a puños... ¿Cuántas fueron? No lo sé, pero tenía la esperanza de que fueran las suficientes para cumplir mi objetivo.
No podía cometer más errores.

No sé cuánto tiempo paso, pero comencé a sentirme adormilada, un sueño pesado se apoderaba de mi y entre dormida y despierta... Hablé

"Papá, mamá... Lo siento" "Dios, perdóname..."

Al decir aquello, simplemente... Me perdí...

Y ahí estaba yo frente a mi misma, cuál si fuera un espejo y pudiese ver desde afuera mi propio cuerpo, y observé...

Un rostro ojeroso, pálido, un rostro que apenas reconocía...

Un cuerpo dañado, lleno de heridas viejas y heridas recientes, desbordado de fragilidad.

Y lo sentí, vi a aquella niña, que solo anhelaba ser feliz, que siempre necesito un abrazo, alguien que le escuchara, alguien que la protegiera...

Tan dulce, tan frágil... Juguete del rechazo...

Como quería, abrazarla, protegerla, decirle que todo iba a estar bien, que jamás se volvería a sentir sola.

Mi cuerpo, un ataúd, y solo una presencia... Syria

Cuando le ví, tenía lágrimas en sus ojos, preguntándose ¿Por qué?
Sentí una desesperación inmensa al verle así...
No podía acercarme a ella, sentí culpa, y desee en verdad creer que podía consolarle diciendo que ahora estaría bien, pero eso estaba muy alejado de la realidad.

De pronto, oí una voz
"Despierta! Esto aún no termina"

Abrí los ojos con dificultad, estaba en mi habitación, ya había amanecido y solo pensé

Maldición! Sigo viva...

Vi el reloj, las 6am, no había puesto el despertador para ir a la escuela, así qué se me había hecho algo tarde.

Al intentar levantarme, me sentí mareada y con un dolor de estómago insoportable.

Y entonces mi día se parecía a todos los demás, pero más jodido.

Al pensar aquello solo pude reír sarcásticamente.

Pero algo me intrigaba ¿Que había sido aquella voz?

Llego a clases lo más rápido que puedo, aún debo ser responsable y para ser sincera quiero evitar más problemas.
Al llegar lo primero que veo es a mi amiga Liz.

- ¡¡Hola Jordan buenos días!! - me dice con el ánimo que siempre le caracteriza.
- hola Liz - le digo poniendo la mejor cara que puedo, pero al parecer nota que algo no anda bien.

- ¿Que te sucede? ¿Estás bien?
- Claro
-Jordan no me mientas...

Estaba a punto de soltarme a llorar profusamente porque sentía que ya no podía contener mis sentimientos cuando llegó el maestro de literatura.

-¡Buenos días muchachos!
- buenos días profe -contestaron algunos, yo no lo hice aunque tenía la costumbre de hacerlo, literatura era mi asignación favorita, y me llevaba súper bien con el maestro.

-Jordan -me llamó el profesor.
-mande.
-ven por favor.
- claro.

Cuando estuve lo suficientemente cerca me dijo:

- buenos días ¿Cómo estás hoy?

Aunque quisiera ocultar como me sentía, creo que en realidad era demasiado evidente.

-Estoy bien profe, gracias
-¿Segura?

Dudé un momento, pero por un segundo sentí que realmente podía confiar en él.

- La verdad no, he tenido una pésima semana...
-¿Que paso?

-Creo que me enamoré de una chica
-Que bien Jordan, el amor siempre es algo bueno

Mi maestro tenía en realidad una mente muy abierta, y su comentario me hizo darme cuenta que al menos en ese momento podía ser yo misma.

- si bueno en mi caso no es tan bueno que digamos...
- y ¿Por qué no?
-Ella, está con alguien más...
-ok...
-ademas me ví en la obligación y necesidad de decírselo a mis padres
- y ¿Cómo reaccionaron?
- mal, mi padre piensa que es un capricho y mi madre que soy una pecadora.
-entiendo...
- y ahora me siento muy mal por no ser la hija que ellos querían que fuera...
-Jordan, no debes sentirte mal, nadie es perfecto, y tú debes vivir tu propia vida.

Al oír aquello en silencio derrame mis lágrimas no podía creer que alguien más pudiera comprender cómo me sentía

-la verdad, es qué tengo más problemas que solo esos, no quiero hablar de ellos pero anoche de plano... lo intenté...

Con la expresión de mi rostro puede darle a entender a mi profesor a que me refería y el asintió con una mirada triste...

-Jordan, lamento mucho que hayas tenido que pasar por eso, nadie merece sentirse así. Si necesitas hablar puedes confiar en mí.

-lo sé profe gracias.
-¿te sientes mejor?
-un poco, gracias.
-¿quieres ayudarme hoy?
- si está bien.

Regularmente ayudaba al maestro de literatura a escribir en el pizarrón las instrucciones para la clase, el me dictaba y yo escribía.
Cuando terminé de ayudarle, copié para mí lo que estaba escrito en el pizarrón.
Antes de terminar, el profesor volvió a hablarme.

-Jordan, ¿podrías por favor prestarme tus anotaciones de mi clase?
- claro que sí profe
-la academia me ha pedido que entregue evidencia de mi trabajo como maestro y tú eres la mejor alumna de mi clase, tienes todos los apuntes y la mejor ortografía.
-muchas gracias profesor.

Sus palabras en realidad me hicieron sentir mucho mejor, me hacía darme cuenta que si era buena en algo.

La clase terminó, y ahora debía intentar mantener una mejor actitud durante el día.
Casi podría haberme olvidado de lo que pasó, sin embargo el dolor en mi estómago me lo hacía imposible.

De hecho, ver a Syria después de todo lo que había pasado, incluyendo el sueño que tuve me hacía cuestionarme muchas cosas.

No había logrado suicidarme, mi vida seguía siendo un desastre, y solo podía preguntarme ¿Y ahora qué?

Mi princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora