TEXTO 113

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Ya me puse de pie.

Ya todo pasó por mí, no hay nada que pueda hacer.

El tiempo no tiene regreso, como tú.

Y como tú eres es tiempo, te pierdo sin dolor.

Le lloro a los momentos que tuvimos, no a ti.

Le lloro a nuestro lugares frecuentes, no a ti.

Le lloro con todas mis fuerzas a la imagen que amé de ti.

Le lloré desde que te fuiste, y esas lágrimas fue difícil ponerles fin.

Simplemente acepté, no soy de aquí.

Yo no soy de ti, tú no eres de mí.

Flaquea mi firmeza en tu presencia, si.

Pero mi futuro no va a depender de ti.

Depender de mi, ya es demasiado problema.

No voy a enredar más corazones en ello.

Ya esto es de terror, no ambiente de novela.

Decidí cerrar ciclos, y eso incluye no verla.

Velas en mis aposentos, seduciendo la soledad.

Imparcialidad entre mis deseos y mi moralidad.

He resuelto mi conflicto, mi inmortal dilema.

Ya esos comentarios de vidrio no pueden con mi corazón de piedra.

No hay recaídas.

Hay retahílas poéticas, revanchas que otorga la vida.

Y si en algún momento pierdo mi objetivo de vista.

Mi pecho de cemento tiene tallado a cincel el motivo que me inspira.

Puede que no cambie todo de toque.

Pero par birras, par de amigos y se resuelve con risas y paseo en coche.

Desde que amanece hasta la siguiente noche.

Y si me permito siempre, las veces que se me antoje.

Es que mi alma envejeció de golpe.

Mi cuerpo no lo demuestra, pero siento que pesa el doble.

¿Qué será lo que pesa, que me tiene tan tosco?.

Tantos mundos sostuve, mientras el mío cayó para hacerse escombros.

Esta brusco todo lo que pasa, es insólito.

Y la velocidad en que ocurre me deja atónito.

Al próximo objetivo que se le causará miedo.

Siempre seremos las víctimas los de motivos más honestos.

Keiv.

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