Preludio

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──Cámara 10, gira un poco hacia la izquierda ──indicó── Eso es, justo ahí.

──¿Estamos listos? ──alzó la voz uno de ellos.

Ante el asentimiento de todos, este tomó asiento y se colocó unos auriculares.

──Muy bien... ¡Al aire!

Los noticieros sonrieron entre sí por detrás de la mesa y al escuchar el sonido de la intro terminar, la mujer dialogó:

──Ahora, conversemos acerca de este hombre del que todo el mundo ha estado hablando ──juntó ambas manos sobre la mesa, mirando al contrario.

──Sí, es bien conocido por haber evadido a la policía un centenar de ocasiones ──levantó las cejas en sorpresa, siguiendo la plática── ¿Recuerdas esa ocasión en la que escapó de un casino robando un auto en exhibición?

──Por supuesto. Salió como un grande escoltado por la policía.

El productor sonrió para sus adentros al ver desde una pantalla que el rating del programa estaba subiendo considerablemente, pues eso es lo que sucedía siempre al mencionar el nombre de aquella aterradora persona.

──De acuerdo con un análisis exhaustivo, resultó ser un hombre: egocéntrico, narcisista, astuto, perseverante, tenaz, meticuloso, selectivo y hermético ──describió el hombre.

──De todos los rasgos que distinguen su carácter, tres lo alejan de ser un narcotraficante del montón: Es ingenioso, manipulador y... Encantador ──suspiró embelesada.

Un hombre dio una calada a su cigarrillo al escuchar aquellas palabras del noticiero nocturno desde su auricular.

Sentía sus mejillas congeladas debido al frío y veía pasar a varios jóvenes frente a él para dirigirse a un lugar en particular.

Expulsó el humo por su nariz, volteando ligeramente a la izquierda. Más precisamente hacia aquel Mercedes negro aparcado en una orilla.

Él esperaba a que su jefe terminara sus asuntos. No quería interrumpirle, pues este se encontraba... Bastante ocupado.

──Oh... Mierda... ──maldijo el castaño, apretando la cabellera oscura de la mujer entre sus dedos.

──"Un maestro en el arte de la seducción", le llamaban ──sonrió.

El castaño sintió que su orgasmo llegaría dentro de poco, por lo que, con un movimiento rápido y brusco, tomó la nuca de la mujer y le marcó los dedos en esa zona por la fuerza que impartía.

Lo gemidos placenteros de aquella se mezclaban con la oscuridad del interior del coche.

──Es capaz de causar daño físico de manera casual y sin pensarlo, ya que las necesidades y los sentimientos de los demás no tienen sentido inmediato para él.

Con las cejas fruncidas, apretó fuertemente el cuello de la mujer con ambas manos mientras le jodía duro la boca. 

──"Solo sus propios deseos son importantes y absolutos" ──pronunció la mujer, severamente.

La pelinegra intentó incontables veces demostrarle al castaño lo mucho que lo estaba disfrutando, sin embargo, aquel solo le ocultó los ojos con su palma para que ella no pudiera verle. Por tal, no pudo ser capaz de apreciar cómo el contrario llegaba a su éxtasis dentro de los siguientes segundos.

Finalmente, poco tiempo después, el hombre que los esperaba afuera visualizó a la chica saliendo del auto mientras se acomodaba torpemente su vestido y se alejaba del lugar. Aquel, le dio una última calada a su cigarrillo y lo aventó al suelo para encontrarse con su jefe dentro del vehículo. 

Con sus manos, el castaño se acomodó la muñeca izquierda de su traje negro.

──¿La encontraste? ──preguntó con voz ronca y sin mirarlo, como si lo que había pasado minutos antes nunca hubiera ocurrido.

El contrario asintió, mirándolo por el espejo retrovisor.

──Sí, Señor.

Prendió la radio y dejó que su superior escuchara de igual manera el noticiero que estuvo acompañándolo desde hace un buen rato.

El de atrás suspiró y volteó a la ventana de su lado, mirando como las personas entraban de una en una en el antro más famoso de la ciudad de Seúl.

Hasta que entre tanta gente, la encontró. A ella. La razón por la que fue traicionado y su próximo objetivo a erradicar.

La observó, detalladamente y en concentración. Esta portaba un vestido color blanco y su cabello castaño se paseaba con el viento. Era hermosa, y se veía tan ajena a la situación que no pudo evitar sentirse impaciente.

Había un frío estremecedor y las palmas de sus manos comenzaron a cosquillear de ansiedad.

El subordinado, carraspeó lentamente en el asiento del conductor y dijo en voz baja:

──Ha entrado, Señor.

Aquel, mordió su labio inferior, reteniendo una sonrisa. Tomó una bocanada de aire y supo que estaba listo para darle el golpe final a su enemiga.

──Es hora... ──susurró.

Esas fueron sus últimas palabras antes de que el contrario saliera del auto y le abriera la puerta enseguida.

Posó un pie sobre el cemento y salió de igual manera del vehículo, dirigiéndose a paso sumamente calculado hacia el lugar frente a él, con su subordinado por detrás.

Mientras ambos caminaban, la noticiera terminó su nota:

──Sí, hablamos de él... ──continuó la mujer.

La foto de un hombre de cabello castaño, ojos oscuros y rostro temible fue mostrada en la pantalla de una tienda cercana con el titular de: "Se busca".

──Es el mayor narcotraficante de la historia... Y su nombre es Kim Taehyung.






















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Sangre Fría [+18] | KTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora