T/N
Abrí mis ojos lentamente gracias a que la luz de la mañana alumbró mi habitación.
Siendo sincera tengo bastante sueño y no puedo mantener mis ojos abiertos mucho tiempo.
Tener veintitrés años y vivir sola en la capital de mi ciudad supongo que no es una de las mejores opciones, pero quizá una de las más necesarias.
Curso el último año de la carrera en Derecho. Siempre fui una gran aficionada por las leyes. Supongo que me emociona el hecho de acabar con la injusticia de todo este mundo.
Y, como dije anteriormente: Vivo sola. Soy de ese tipo de estudiantes a los que llaman "foráneos". Hace más de tres años dejé Daegu, mi lugar de nacimiento, simplemente porque sabía que si no salía de ahí, estaría atrapada por siempre.
De verdad que me tomé muy en serio la frase: "Vuela alto, sé libre como un águila". Por eso, me encuentro aquí, en Seúl.
Sinceramente me gusta conocer de todo, tanto es así que aunque soy una estudiante, salgo algunas noches a diferentes antros y bares. ¿Qué tiene de malo? Esta es una ciudad segura, dentro de lo que cabe. Sería un caso en un millón si algo llegara a pasarme.
Aún es muy temprano, así que agradezco internamente a la alarma posada a mi lado, puesto que sin ella, estaría dormida todo el día por las exhaustivas y constantes noches que permito en mi vida.
Me levanté de la cama y caminé hacia la regadera para tomar un baño. Posterior, me lavé los dientes y me miré en el espejo. Mi cabello castaño escurría por mis hombros y la espalda, además, también identifiqué pequeñas bolsas oscuras bajo mis ojos.
Las exigencias en la escuela eran mayores, y mi cuerpo lo estaba reflejando.
Descalza, llegué hasta mi armario para tomar algunas prendas cómodas y me las puse con destreza.
Desayuné algunos cereales mientras observaba los artefactos que rodeaban la pequeña cocina de mi departamento. El sonido de los coches y los pitidos matutinos inundaron mis oídos como una constante.
Tomé los cuadernos que reposaban en la mesa, los cuales, me habían ayudado a estudiar la noche anterior y los metí en la mochila.
Miré la hora en el reloj de la pared y me di cuenta de que estaba a buen tiempo para llegar a clase. Por tal, apagué las luces y salí del departamento.
Al salir, noté que mi amiga Camila estaba esperándome en el pasillo. Una chica de mediana estatura, ojos grandes y largo cabello oscuro ondulado. Toda una belleza, para mi gusto.
Ella vive justo al lado de mi departamento y casualmente vamos en el mismo salón de clases.
──¿Estás lista, T/N? ──sonrió, dejando de recargarse en la pared.
──Sí, vámonos ──respondí, acomodando la mochila en mi hombro──. No quisiera llegar tarde.
A Camila también le gusta salir seguido, pero sus padres son un poco más protectores. A pesar de que no viven juntos, ella me cuenta que diario recibe una llamada por parte de ellos, como si estuvieran calculando lo que hace y lo que no hace.
Quizá sea algo tedioso, pero supongo que jamás llegaría a comprenderlo del todo. Su familia es muy diferente a la mía.
Por mi parte, solo vivo con mi padre y puedo visitarlo cuando estoy de vacaciones en la universidad. Y mi madre murió cuando nací, así que nunca pude conocerla apropiadamente. Tengo recuerdos muy vagos de su existencia, es obvio, ya que prácticamente la conocí cuando era una bebé.
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Sangre Fría [+18] | KTH
Fanfic"La vida de un narcotraficante no merece un final feliz" Desde el momento en el que lo conocí, supe que traería consigo graves consecuencias. Sin embargo, no quise verlas. Él era atrayente, seductor, magnético... "─¿Y si nos escuchan? ─Preciosa, be...