Verónica

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Verónica, 17 años.





Verónica nunca se dio cuenta, pero quizás... Ese día había sido el detonante para que se convirtiera en la mujer más temible del planeta.

──¡Eres una zorra! ──dio una fuerte bofetada a la pelinegra── ¡Por tu culpa mi novio me dejó!

La mejilla derecha de Verónica comenzó a arder, trayendo consigo un leve enrojecimiento que de inmediato sostuvo entre su mano. Ocultando su rostro con algunos mechones cortos de su cabello.

Con el toque, pudo percibir un ligero hilo de sangre en el pómulo. Y se dio cuenta de que esa bastarda le había dado tan fuerte que le abrió la piel por culpa de uno de sus anillos.

Y en lugar de responderle con un golpe de vuelta, aquella comenzó a reír en tono de burla, para después alzar la cabeza, mirándola con notable superioridad.

──No es mi culpa ser mejor que tú en todos los sentidos ──sonrió cínicamente.

──¡Hija de...!

Aquella chica estaba por otorgarle una nueva bofetada, pero con los reflejos excepcionales de Verónica, la detuvo en el intento, tomando su muñeca con tanta fuerza que la contraria soltó un quejido de dolor.

Ejerció tanta presión que sus nudillos se volvieron blancos, y juraría que la circulación de la chica estaba decayendo.

──Vuelve a tocarme... y te meteré esos anillos por el culo.

La joven frente a ella se quedó atónita ante la visible advertencia que le había dado, comenzando a sudar en frío por poco.

──¡Profesora, Verónica está involucrada en otra pelea!

Ante lo que había escuchado a lo lejos, la pelinegra soltó sin dudar la muñeca de la otra y dio una pequeña risita para sus adentros.

──Esta es la hora en la que me marcho── susurró. Para después ponerse a correr en la dirección contraria.

──¡Vuelve aquí, Verónica! ──gritó── ¡Me las pagarás!

Verónica iba empujando a todas las personas que se interponían en su camino, escuchando a sus espaldas las amenazas no solo de la profesora, sino de casi la mayoría de las chicas de la escuela.

Era bien sabido que ella no era muy deseada en aquel instituto, uno en el que tenía normas muy estrictas y se supone que formaba a los mejores estudiantes del país.

Entró en ese sitio por deseos de sus padres, así que su único propósito en ese lugar era que la echaran de la escuela a rastras.

Y lo estaba logrando, ya que todos sabían que Verónica nunca fue una mujer que le gustara acatar reglas.

Era calculadora, eficaz, líder nata, ambiciosa, egoísta, previsora... Y sumamente intrigante.

Lo cual, hacia que se ganara a pulso algunos enemigos... pero también seguidores.

Después de varios segundos huyendo de su destino, al girar la vuelta de la esquina para ir directo a la enfermería, sin querer terminó chocando con el cuerpo de otra persona.

El impacto fue tal que desvalanceo a la pelinegra por un breve periodo de tiempo. Y al alzar la mirada, Verónica entreabrió los labios y admiró al chico frente a ella.

──Fabián...

Fabián Williams, el castaño de alta estatura que trabajaba medio tiempo en la enfermería de ese instituto, y que se había convertido en el protagonista de los sueños de la pelinegra.

Sangre Fría [+18] | KTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora