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Aiden

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Aiden.

Uno de mis deseos para este verano era escapar de la presión del tiempo.

Noto que una hormiga se ha subido a mi pierna y está recorriendo el borde de mi calcetín. No la aparto, ya se irá. Probablemente esté tomando un atajo hasta un trozo de comida que haya divisado a lo lejos. Me sirve para demostrar mi argumento: yo no quiero ser esa hormiga.

Este año ha sido particularmente agotador. Lo peor de las rutinas y las responsabilidades no es el trabajo que hay que hacer, sino la sensación de que, si no eres productivo en todo momento, estás desaprovechando el tiempo. Me he pasado los meses llenando franjas horarias en mi calendario, intentando no malgastar un minuto. Sin embargo, si echo la vista atrás, no siento que ninguna de esas cosas me haya llenado.

Es un concepto interesante, el de «perder el tiempo». El tiempo que tenemos, después de todo, no le pertenece a nadie salvo a nosotros mismos. Me agobia sentirme obligado a regalar mi breve existencia tan a la ligera. Estamos tan sumidos en hábitos tan caóticos que acabamos pensando que esos engranajes que nos mueven no pueden pararse.

Agradezco que Carter me haya traído aquí. He perdido la noción del tiempo desde que nos hemos tumbado sobre el césped, y hacía mucho que no me sentía tan liberado.

Mi cabeza está vacía. Por mi cerebro sólo aparecen sensaciones fugaces: la hierba fresca hundiéndose bajo mi espalda, los tallos acariciando mi nuca al moverse con el viento, el día despejado calentándome la piel... No lo cambiaría por nada.

En estos momentos, me compadezco de la hormiga (que debe de estar terminando su tour por mi zapato de camino a una miga). Porque ya no tengo obligaciones.

Puede que el resto del año viva igual que la hormiga, pero hoy no soy ella.

—¿Puedo preguntar por qué lo dejaste con tu novio?

Mi pregunta es indiscreta, lo sé. Sin embargo, es algo que me intriga. Carter me sorprendió anoche cuando dijo que había salido con un chico. Supongo que en cierto modo le pega, pero siempre he tenido el radar algo defectuoso. Y el beso con Josh —aunque haya sido en sueños— ha despertado algo en mí que no puedo seguir manteniendo bajo llave.

Apenas he tenido tiempo de pensar en el incidente de esta noche. Si quería que Carter se creyera la primera mentira que me viniese a la cabeza, tenía que salir del baño rápidamente, así que eso hice. Me deshice de las imágenes sexuales que aún seguían incrustadas en mi cabeza y volví a la habitación.

No obstante, no quita que ahora haya mil preguntas rondando mi mente.

¿Cómo será tener una relación con otro tío? ¿Habrá realmente una diferencia (más allá de lo obvio)?

Me da la impresión de que avanzo a gatas en este aspecto. Como si estuviera dando los primeros pasos cuando los demás ya están corriendo. Por eso, a lo mejor no me interesan tanto los detalles sobre la última relación de Carter como la idea general de cómo se sintió al salir con su ex.

Off-shore | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora