Aiden.
—Qué fuerte, os habéis acostado.
Casi se me caen las pesas de la mano y, viendo cómo la última vez que se me resbaló una, la recepcionista amenazó con atarme a un poste de madera y prenderme fuego —alegando que el suelo estaba recién renovado—, no es algo que quiero que suceda.
No me había percatado de que Josh ha llegado. Cuando oigo su voz detrás de mí, me pilla tan desprevenido que todo mi cuerpo se pone alerta.
—¡Dios, qué susto! —exclamo. Me quito los AirPods, que de todas formas no estaban reproduciendo ninguna canción, y dejo las mancuernas en su sitio—. Hola, Josh.
Me relajo a los pocos segundos. Va vestido con su habitual estilo deportivo y minimalista. No me sorprendería que tenga un armario entero lleno de camisetas negras de Adidas. He llegado a pensar que es embajador de la marca.
—Perdón, debería haber avisado de que estaba aquí.
—Tranquilo... ¿qué decías?
En realidad, le he escuchado perfectamente, pero no me puedo creer que algo en mí lo haya delatado.
—Que has triunfado.
—¿Yo? —digo con disimulo—. No sé de qué me hablas.
—Es tan evidente.
—¿Cómo...?
—Por favor, no hay más que ver esa camiseta.
Bajo la mirada a mi ropa por instinto.
—¿Qué le pasa a mi camiseta? —pregunto ofendido.
—Nada, es muy bonita. Y muy...
—Por favor, no digas «muy gay».
—No hace falta, ya lo has dicho tú.
Suspiro, resignado. Tendría que haber anticipado que ponerme algo con un estampado de flores tropicales —cuando nunca antes lo había hecho— iba a llamar la atención.
—Sí —confieso—. Triunfé.
Sonríe de oreja a oreja.
—Así me gusta, rey. Confesando tus pecados.
—Aún no me creo que lo hayas adivinado por mi ropa.
—Tengo un ojo increíble. Además, no es sólo eso. Nada más verte he notado que has cogido las pesas de diez kilos.
—No todos podemos ser copias de Dwayne Johnson.
Josh se ríe.
—Ya, pero es que antes de ayer estabas levantando cuarenta —replica—. Si al hacer glúteos estás cogiendo cuatro veces menos peso, creo que es un claro indicativo de que has pasado toda la noche mordiendo la almohad...
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Off-shore | ©
RomanceCarter Davis sólo tiene una cosa en mente: aprovechar las vacaciones de verano para olvidar a su ex. Ha alquilado una habitación individual en la residencia de la Universidad de San Diego y planea pasar las próximas semanas surfeando y llorando hast...